La arquitectura española de la primera mitad del XX tiene sabor gallego. De la comarca de Vigo, en concreto. En los años finales de Gaudí, en la época en la que triunfaban Soler i March o Pedro Muguruza, un vecino de Porriño, Antonio Palacios, destacaba entre los grandes maestros del cartabón, la escuadra y el compás del país. Entre los papeles del porriñés no solo había sin embargo planos y esquemas. La misma expresividad que plasmó en los diseños del Casino de Madrid, el Palacio de Comunicaciones –actual ayuntamiento de la capital– o el consistorio de su villa natal la recogía con frecuencia también Palacios en acuarelas, óleos y dibujos al carboncillo con los que pretendía captar instantes, expresiones, paisajes o edificios con las que se encontraba durante sus viajes.
La editorial Engaiolarte acaba de recuperar ese legado, el que conforma la faceta más artística de Palacios, en un libro titulado Trazar a Mirada. El ensayo, del que se sacan mil ejemplares en gallego y castellano, acaba de ponerse en circulación.
“Se titula Trazar la mirada porque de alguna forma conecta con la idea del dibujo como herramienta de percepción del mundo"
El objetivo, explica Álvaro Bonet, su autor, es doble: ahondar en la herencia artística de Palacios y dar continuidad a Unha viaxe por Galicia, libro elaborado por Xosé Ramón Iglesias Veiga y Xosé Ramón Paz Antón, editado por el mismo sello en 2019 y que ya arrojó luz sobre la figura polifacética del arquitecto porriñés. “Se titula Trazar la mirada porque de alguna forma conecta con la idea del dibujo como herramienta de percepción del mundo, no solo como análisis, también como posibilidad de intervenir en él”, comenta Bonet, arquitecto de profesión con estudio en Madrid, una de las ciudades en la que más huella dejó Palacios.
El libro bebe de varias fuentes, como hemerotecas o los archivos de la Academia de Bellas Artes y los municipales de Toledo y Zaragoza, entre otros. Buena parte de los dibujos que incluye la antología proceden sin embargo de una colección legada al ayuntamiento de Porriño y que conforman, en conjunto, un fondo con más de 250 dibujos de vistas, bosquejos, detalles, esbozos e incluso fantasías. Para su estudio, Bonet echó mano en especial de once cuadernos completados en diferentes puntos de Galicia, Sevilla, Granada o Madrid. La publicación incluye incluso dibujos de la libreta que llevaron consigo en 1907 Xosé y Antonio Palacios durante su recorrido por Europa, en el que llegaron a ciudades como Viena, Budapest o París.
“Como no se conserva un fondo propio de Palacios, con toda su labor, es casi un trabajo forense"
Bonet apunta el esfuerzo casi detectivesco que requirió la documentación. “Como no se conserva un fondo propio de Palacios, con toda su labor, es casi un trabajo forense. Hay que reconstruir todo su escenario profesional. Muchas obras no están documentadas en papel”, anota. En el libro, abunda Xan Carballa, de la editorial Engaiolarte, se combina el material de los cuadernos con ejercicios de tono más académico, bocetos, planos... Todo, señala, con el objetivo de mostrar la importancia que el dibujo tenía para Palacios.
Los archivos del porriñés siguen dejando sorpresas aún hoy, más de un siglo después de la muerte de Palacios. Entre las acuarelas del metro de Madrid, retratos infantiles captados durante los años de la Guerra Civil y detalles de paisajes garabateados por Palacios en Galicia o Andalucía se incluye también el dibujo del Atlantic Palace Hotel, diseñado en 1920 como, supuestamente, una ampliación de la parte trasera –hacia la calle Carral– del Hotel Moderno diseñado por Michel Pacewicz.