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¿Cómo es el aire que se respira en Vigo?

Vista aerea del Puerto de Vigo Ricardo grobas

Tráfico, vertidos, humo, fábricas... Cada día los ciudadanos se enfrentan a una “jungla” de focos contaminantes que determinan cómo es el aire que se respira. Madrid y Barcelona en España, el norte de Italia o el entorno de Amberes (Bélgica) en Europa concentran, junto con otras áreas, los peores datos sobre la calidad del aire en el continente, mientras que los países nórdicos cuentan con el mayor número de ciudades saludables. Así se pone de manifiesto en un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), en colaboración con investigadores del Swiss Tropical and Public Health Institute (Swiss TPH) y de la Universidad de Utrecht, que ha estimado por primera vez la carga de mortalidad atribuible a la contaminación del aire en más de 1.000 ciudades europeas.

Con este estudio es posible responder a la pregunta de ¿cómo es el aire que se respira en Vigo? La respuesta quizás sorprenda a más de uno. Y es que la situación es mucho mejor de lo que podría parecer aunque, eso sí, sin llegar a los índices de Suecia, Noruega y Finlandia, donde se reúnen los mejores resultados de toda Europa.

El estudio analiza dos parámetros básicos: partículas finas en el aire (PM2,5) y dióxido de hidrógeno (NO2), con datos sobre su concentración en microgramos por metro cúbico (m3). Ambos componentes formar parte de las emisiones del tráfico, principal causa de la contaminación urbana, pero también proceden (especialmente las partículas finas) de las calefacciones domésticas o la quema de carbón, así como de la industria en general. La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja que el primer parámetro no exceda de los 10 microgramos por m3,, mientras que en NO2 se apunta un máximo de 40. Vigo se queda cerca, por encima, de la primera exigencia (su media anual es de (12,3), pero reduce a la mitad la segunda (es de 21,4 en la ciudad) Si lograra reducir las emisiones de partículas finas podría evitarse la muerte prematura de 37 personas cada año, según se detalla en la investigación, que publica la revista The Lancet Planetary Health. De aplicarse los niveles más bajos del estudio (que se observan en los países nórdicos) se podrían evitar hasta 208 muertes anuales.

SIMÓN ESPINOSA | Pincha en en la imagen para ampliar

Los datos de Vigo son mejores que los registrados en el estudio en Ferrol y A Coruña, las dos ciudades con más contaminación de Galicia, y también mejoran con creces la situación de Oporto, donde se disparan los índices de polución con respecto a la urbe olívica. En el caso de la metrópoli lusa, ajustarse a los niveles de la OMS le permitiría evitar unos 230 fallecimientos prematuros anuales.

La comparación con Madrid y Barcelona ya es extrema, ya que ambas ciudades aparecen entre las más contaminadas de Europa y encabezan, junto con urbes como Amberes y Turín, la clasificación de muertes asociadas a la contaminación por dióxido de nitrógeno. En su caso, la reducción de los niveles permitiría evitar un número de muertes que se contabiliza por miles. De hecho, los resultados globales indican que si todas las ciudades analizadas fuesen capaces de cumplir con los niveles de PM2,5 y NO2 recomendados por la OMS se podrían evitar 51.000 y 900 muertes prematuras cada año, respectivamente.

“Hemos observado una gran variabilidad de resultados entre las distintas ciudades analizadas. Los peores datos de mortalidad asociada a NO2, un gas tóxico asociado al tráfico rodado, se encuentran en ciudades grandes de España, Bélgica, Italia o Francia”, explica Sasha Khomenko, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio.

“El porcentaje de la mortalidad natural atribuido a partículas finas llega hasta un máximo del 1% en la ciudad de Brescia (Italia), y en cuanto al dióxido de nitrógeno, el porcentaje más alto es en el área metropolitana de Madrid, con hasta un 7% de la mortalidad natural”, añade Khomenko. “Este es el primer estudio que estima la carga de mortalidad debida a la contaminación del aire a nivel de ciudades en Europa y sus resultados evidencian que no existe un umbral seguro por debajo del cual la contaminación del aire es inocua para la salud”, ha señalado Mark Nieuwenhuijsen, director de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal, centro impulsado por la Fundación La Caixa.

Según Nieuwenhuijsen, el trabajo también sugiere “que la legislación europea actual no protege suficiente la salud de las personas, por lo que los límites máximos permitidos de NO2 y PM2,5 deberían ser revisados”.

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