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La limitación a terrazas aboca al cierre a unos 2.000 establecimientos de hostelería vigueses

Clientes de una cafetería de Vigo, ayer, apurando sus cafés en el penúltimo día de apertura de los interiores de los locales hosteleros

Un déjà vu que les engancha con fuerza y los vuelve a meter en los más hondo de un profundo pozo. Es el sentir común de los hosteleros de Vigo tras conocer que, con la entrada de la ciudad en el nivel máximo de restricciones, la Xunta no permitirá desde el jueves servir a clientes en el interior de los locales y limitará al 50% el aforo en las terrazas –dejando “visibles” las mesas vacías que correspondan–, medida que, en el caso de los negocios sin zona exterior o con tan solo un par de mesas, significará la vuelta al take away y al reparto a domicilio a jornada completa y, para la gran mayoría, el cese de la actividad. Para más inri, regresan las lluvias, lo que complica aún más el panorama de un sector ya obligado a recoger mesas y sillas a las 18.00 horas.

Alba Pahíno, de la cafetería Los Dulces de Albita. / Marta G. Brea

Según concreta el presidente de la Federación de Hostelería de Pontevedra, César Sánchez-Ballesteros, un 95% de los establecimientos de la urbe olívica bajarán la persiana a raíz de la nueva restricción, porcentaje que se traduce en “unos 2.000 negocios”. “Solo un 30% ofrecen terrazas. Quedarán abiertos en torno a un centenar: aquellos que se lo puedan permitir por tener poco personal o áreas exteriores protegidas para hacer frente al mal tiempo. Ahora mismo, están cerrados un 40%, pero la cifra crecerá muchísimo desde el jueves”, apunta antes de tildar de “absurda” la medida impuesta por el gobierno gallego para poner coto a la tercera ola del COVID-19, que trae bajo el brazo un endurecimiento de las restricciones en todo el país y, en una nota a pie de página, la posibilidad de adelantar el toque de queda a las 20.00 o a las 18.00 horas.

El representante provincial, que señala que “no compensa” mantener el negocio abierto solo por la terraza o el servicio para llevar, asegura que el gremio está “muy cabreado” con el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, por haber indicado que el cierre de la hostelería es la medida con mayor impacto en la mitigación de la pandemia. “Eso no cuela. En los lugares en los que se ha tomado esta decisión, la cifra de contagios sigue siendo astronómica. Nos han señalado como los causantes del empeoramiento de la situación sanitaria después de una Navidad en la que se permitió la movilidad y hubo reuniones en pisos. Sin poder atender dentro de los establecimientos, habrá todavía más quedadas en viviendas, donde es imposible controlar si la gente lleva la mascarilla puesta o ventila los espacios, por lo que el riesgo de infección es altísimo”, argumenta.

Misma opinión traza Rubén Pérez, presidente de Zona Náutico, asociación que acoge a multitud de negocios de los ámbitos con más movimiento hostelero de la urbe olívica –entornos de Praza de Compostela, Casco Vello, Rosalía de Castro y Náutico–. Considera que el descontrol de la pandemia se produjo por permitir la movilidad en las fechas navideñas. “Nos siguen culpabilizando de la situación. Con el cierre de los interiores, van a celebrarse aún más fiestas ilegales y reuniones en sitios privados. La hostelería no es el problema”, sostiene.

Ballesteros incide en una reclamación que pregona el sector desde hace meses: ayudas directas por parte de las instituciones y rebajas de impuestos “al estar obligados a prescindir de la facturación de parte del negocio”, y reitera que la hostelería es la cabeza de turco. “Los centros comerciales están repletos de gente, al igual que los supermercados, donde es imposible, en muchas ocasiones, mantener la distancia interpersonal que ordenan las autoridades. Sin embargo, tan solo limitan la actividad en los bares, restaurantes y cafeterías”, asevera.

‘Take away’ y ventas ‘online’

La cafetería Los Dulces de Albita, en la calle Luis Taboada, forma parte del 70% de negocios que no disponen de terraza. Su gerente, Alba Pahíno, cree que esta nueva restricción “complica más” la tesitura del gremio. “Se va a notar en la facturación el no poder servir dentro, mucha gente venía a merendar después de hacer unas compras y pasear. Los desayunos ya han bajado mucho por el auge del teletrabajo, y, ahora, esto”, explica antes de avanzar que recurrirá al take away y volverá a poner en marcha la venta online, como ya hizo anteriormente. “No me queda otra. Limitar más nuestra actividad no es la solución para que disminuyan los contagios y derivará en la celebración de más reuniones sociales privadas”, dice.

A unos metros, se sitúa la bocadillería Melitón, también sin terraza. Uno de sus propietarios, Carlos Rodal, asegura que volverán a apostar al 100% por el take away, puesto que “funcionó muy bien” en ocasiones anteriores: “Habrá ofertas diferentes y menús especiales los fines de semana”. Confiesa que esta nueva restricción “quema” porque “no va a solucionar nada”. “Ya no sé cómo tomármelo. Estoy resignado. Tendremos que mandar al ERTE a los tres camareros, nos quedaremos con los cuatro cocineros. El mes de enero está siendo mucho peor de lo habitual y, ahora, más limitaciones”, anota antes de destacar que bajará la persiana de su otro negocio, The Othilio Bar, situado enfrente: “Es inviable que siga abierto. Y no se reabrirá hasta que veamos que la situación es mucho más estable”.

Tras el punto y seguido, aparecen los negocios con terraza, pero con muy pocos sitios. Es el caso de la cafetería y bazar Matina, ubicada en Abeleira Menéndez, cerca del edificio del Concello. “Tenemos solo dos mesas y no las vamos a sacar esta semana, dan lluvia. Mantendremos disponible el servicio para llevar y los desayunos a domicilio y, en las mesas de dentro, colocaremos los productos de diseño que vendemos, por lo que podrá entrar gente a verlos”, manifiesta Alicia Carrera, que regenta el local junto con Manuel Estévez. Sobre la imposibilidad de servir en el interior, destaca que “hay que hacer lo que haga falta para solucionar el problema sanitario”, aunque apostilla que “debe haber ayudas”. “La que hemos recibido de la Xunta de Galicia no es suficiente; desde el inicio de la pandemia, hemos perdido la mitad de los ingresos”, asegura.

La cafetería La Manière, en Tomás Alonso, se encuentra en una situación casi idéntica. Carmen Torrente, Carmen González y Jesús González, encargados del negocio, destacan que el cierre del interior del local “se va a notar bastante” en la facturación, ya que es su motor “principal”: “La situación es complicada, nos tocará reinventarnos. De la vez anterior, funcionó bien el take away, por lo que apostaremos de nuevo por ese servicio. A mayores, los clientes podían llevarse flores. Hay que seguir dándole al coco y estar al pie del cañón”. Como ejemplo: venden pan artesano de fermentación lenta y masa madre.

Actos de protesta

El gremio hostelero, que se ha manifestado en la ciudad en numerosas ocasiones y de diferentes formas, reclama, además de indemnizaciones, la ampliación de los ERTE –medida “fundamental”–, ayudas para hacer frente al pago de los alquileres comerciales durante los cierres de los locales, la exoneración del 100% de las cuotas a la Seguridad Social y de impuestos, la suspensión del abono de la cuota de autónomos o el alargamiento de plazos de los créditos ICO concedidos a los negocios antes del verano.

Con el firme objetivo de mostrar su descontento con la cuantía de las ayudas ofrecidas por la Xunta de Galicia y para pedir más apoyo y que les dejen trabajar después de numerosos meses a medio gas –o sin actividad– a causa de las restricciones derivadas de la pandemia del COVID-19, comerciantes y hosteleros de la urbe olívica y de toda la comunidad autónoma prevén realizar el Camino de Santiago para protestar a las puertas de la sede de la administración autonómica.

En la rueda de prensa diaria, el alcalde, Abel Caballero, reiteró una frase que fue abiertamente aplaudida por los hosteleros cuando la pronunció por primera vez, en el acto de apagado de las luces de Navidad: “No voy a discutir las medidas, las acepto y las aplico, pero hay que indemnizar a los sectores dañados por las nuevas restricciones”. Al respecto, el regidor quiso dejar claro que es partidario del denominado modelo Valencia, un plan firmado a tres bandas por ayuntamientos, diputaciones y organismos autonómicos ya desarrollado en la Comunidad Valenciana para rescatar al sector en un momento “crítico” que va a peor con el paso de los días.

“Lo conocí a través de la prensa, no por el presidente de la Xunta ni por ningún conselleiro. El modelo Valencia establece taxativamente que todos los recursos que aportan las tres administraciones los sacan a concurso público, les dan publicidad y los asignan los ayuntamientos. Ese el modelo que acepto, tal y como se ha hecho en la Comunidad Valenciana: todos los fondos se transfieren a la entidad municipal”, informó el regidor olívico. Y es que Caballero sostiene que los ayuntamientos son los que mejor conocen el panorama de sus ciudades.

Colocar mesas y sillas en plazas de aparcamiento

Utilizar plazas de aparcamiento situadas en la vía pública para colocar las terrazas. Es la petición que reiteran los hosteleros de la urbe para que los negocios sin zona exterior puedan desahogar su situación económica desarrollando su actividad sin depender exclusivamente del take away o del reparto a domicilio, una iniciativa que ya se ha aplicado en ciudades españolas como A Coruña, Barcelona o Madrid. El Concello avanzó a principios del pasado mes de octubre que estudiaría esta propuesta, de la que, hasta la fecha, no se conocen novedades. El alcalde, Abel Caballero, abordó esta cuestión en un encuentro con el colectivo en el que señaló que la ve con buenos ojos.

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