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“Las parroquias funcionan en gran medida gracias a ellas”

Entre otras muchas cosas, Lucía Puime coordina la Catequesis de niños en el Sagrado Corazón y Marta Martínez lleva la Administración

El Papa acaba de reconocer el acceso de las mujeres a la lectura de las escrituras y la ayuda en el altar durante la liturgia. Pero la realidad va por delante de las normas. Tanto Marta Martínez como Lucía Puime son dos de las mujeres que participan desde hace años de forma activa en las celebraciones, además de desempeñar muchas otras tareas que soportan la parroquia. Ahora se forman también para dirigir asambleas dominicales en ausencia de presbítero.

En una carta apostólica que publicó hace una semana, el Papa Francisco permite a las mujeres leer las escrituras durante la liturgia –ministerio del lectorado– y ayudar en el altar –acolitado–. El pontífice cambia el derecho canónico para oficializar más roles de la mujeres en la Iglesia, pero ellas llevan desempeñando estas tareas desde hace décadas. Y su contribución a la vida de la parroquia va mucho más allá. Incluso dirigen asambleas dominicales en ausencia de presbítero (ADAP). Casi una misa, con la única diferencia de que no hay consagración.

En la Diócesis de Tui-Vigo ya hay una mujer que, desde hace 15 años, realiza esta labor. Almudena Suárez Cerviño se reparte con el sacerdote Clodomiro Ogando Durán las celebraciones en siete parroquias de Salvaterra do Miño y Ponteareas los domingos para llegar a todas. Una semana va el cura a celebrar la eucaristía y, a la siguiente, Almudena dirige una asamblea.

  • “Veo lejos la posibilidad de que se ordenen mujeres. Está más cerca el diaconado”

    Almudena Suárez - Dirigente de ADAP

“Por la escasez de sacerdotes”, la Diócesis quiere extender esta figura, según explica el vicario de Pastoral, José Vidal. No solo dirigido a mujeres, sino a todos los laicos bautizados que les interese, el curso pasado iniciaron una formación a la que se apuntaron alrededor de 55 personas, con un reparto casi al 50% entre sexos, de entre 35 y 60 años y procedentes de diversos puntos. Estaban teniendo buenos resultados de seguimiento, pero la pandemia ha pospuesto su conclusión a falta de dos sesiones.

Dos de las mujeres que se preparan para esta función son Marta Martínez, de 69 años, y Lucía Puime, de 50. Ambas llevan casi cinco décadas vinculadas a la parroquia del Sagrado Corazón, en la calle Rosalía de Castro. No solo participan de forma activa, sino que destacan que se corresponsabilizan de ella. “Todo el mundo puede participar y sentimos esa corresponsabilidad, que se cuenta con nuestra opinión y que somos importantes”, resaltan.

  • “No me hace falta el respaldo oficial. Lo importante es tener la voz, no el título”

    Marta Martínez - Voluntaria en sagrado corazón

Marta empezó a participar en ella desde que se casó, hace 47 años. Seis años atrás habían derruido el antiguo templo y el Colegio Niño Jesús de Praga le cedía sus instalaciones. Primero fue catequista y pasó luego por diferentes funciones. Ahora, entre otras funciones, como la participación en las celebraciones, colabora con Cáritas y coordina la parte administrativa y económica de la parroquia.

Lucía lleva “toda la vida”. Recuerda que ya empezó a leer en misa –la figura que ahora oficializa el Papa– sobre los 12 años.  También entre otras muchas cosas, incluido el apoyo en la liturgia, coordina la catequesis de los niños.

  • “Sí que nos gustaría que hubiera mujeres sacerdotes porque optamos por la igualdad”

    Lucía Puime - Voluntaria en sagrado corazón

Subrayan que el Sagrado Corazón es una parroquia en la que se tiene muy en cuenta al laicado. De hecho, el deseo de su párroco, Jesús Carracedo, es que los seglares tengan más presencia activa. “Para que seamos una comunidad sin muchas diferencias entre sacerdotes y seglares. No es que nos tengan que ayudar a los curas, es que esto es de todos”, defiende. Explica que cuenta con 75 voluntarios y que la gran mayoría son mujeres. De hecho, “todos los ámbitos de coordinación los llevan ellas”. “Si nos obligasen a la paridad, tendríamos un problema grave”, subraya. Considera que “las parroquias funcionan en buena medida gracias a a las mujeres”, por eso, cree bueno “que en la celebración también se vean”.

Marta y Lucía se forman para dirigir asambleas dominicales sin cura

A Lucía, el paso que ha dado el Papa oficializando la presencia de las mujeres en el lectorado y el acolitado “está bien y es importante”, por el reconocimiento de una realidad y la visibilización de la participación de la mujer, “pero no cambia nada”. “Somos muchas las que ya hacemos esas labores y otras”, destaca. En ellas incluye el reparto de la comunión. Incluso, a veces, dan la homilía en la misa de la catequesis de los niños, una celebración que “se prepara entre todos”. “Ya se han ido cediendo funciones en la celebración”, cuentan.

Marta recuerda que ahora, además, se están formando para dirigir las ADAP, para que una comunidad no se quede sin reunirse para orar en ausencia del cura. “No me hace falta el respaldo oficial. Lo importante es tener la voz, no el título” , defiende Marta. Esta figura nace como una necesidad, pero esperan que llegue a ser una opción. “Ahora nos toca este camino a nosotras y luego vendrán otras”, apoya Lucía.

Ambas admiten que sí que les gustaría que la Iglesia llegará a reconocer la ordenación de mujeres sacerdotes. “Porque optamos por la igualdad”, explican. “Tenemos una visión de la vida que es enriquecedora, sin ella parece que falta algo”, añaden. También apuntan a que en las religiosas hay un “un filón”. 

Quieren que la realidad vaya avanzando en esa línea, en la del reconocimiento de los roles femeninos. “Es un camino que vamos haciendo en actitud de servicio y colaboración”, hacen hincapié.

Carracedo también está convencido de que “algún día también será oficial” lo que ya hace Almudena, que una mujer dirija una asamblea dominical. “La realidad siempre va por delante de la norma, también en la sociedad”, defiende.

“Que se oficialice que las mujeres puedan ayudar en el altar o leer nos visibiliza”

Almudena Suárez Cerviño - Dirigente de asambleas diocesanas en ausencia de presbítero

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Almudena Suárez Cerviño FdV

Para Almudena Suárez Cerviño, la fe es el motor que le “urge a trabajar por una sociedad justa e igualitaria”. Y para ella, en esa sociedad, todos los creyente están “llamados a construir el Reino de Dios”. Hace quince años, el por entonces obispo de la Diócesis de Tui-Vigo, monseñor José Diéguez Reboredo, la nombró dirigente de asambleas diocesanas en ausencia de presbítero (ADAP), un cargo que renovó el actual, monseñor Luis Quinteiro Fiúza. Por el momento, es la única mujer en esta demarcación obispal con él. Cada domingo, en tres parroquias, asume las funciones del sacerdote en la liturgia, salvo la consagración.

Nacida en una familia religiosa, ha estado vinculada a la Iglesia desde que recuerda. Tras confirmarse, a los 16 años empezó a dar catequesis en su parroquia de Redondela. Se licenció en Ciencias Biológicas, per cuando empezó a funcionar la extensión de Vigo del Instituto Superior de Ciencias Religiosas a Distancia San Agustín, también se matriculó en Ciencias Religiosas. “Me movía el deseo de formarme más y mejor para dar razón de mi esperanza”, cuenta. Esta profesora de Religión católica en el Instituto de Educación Secundaria Mendiño, de Redondela, también cuenta con un máster en Doctrina Social de la Iglesia.

Fue su profesor de Moral, Clodomiro Ogando Durán, el que le propuesto el reto de dirigir ADAP en 2004. Era algo “innovador”. Admite que cuando se lo propusieron le daba “un miedo terrible” y la familia le aconsejaba: “Mira bien dónde te vas a meter”. No sabía como reaccionaría la gente. Ahora está encantada con la decisión: “Me siento muy querida y muy valorada”.

En la actualidad, comparte con Ogando una unidad pastoral de siete parroquias de un entorno rural en el Arciprestazgo del Tea. En concreto, en los municipios de Ponteareas y Salvaterra do Miño. Se van rotando para que, en cada una de ellas, un domingo acude el sacerdote y, al siguiente, ella.

La carta apostólica de motu proprio Spriritus Domini, del domingo 10 de enero, que modifica el Derecho Canónico para permitir el acceso de las mujeres al acolitado y lectorado, es para Almudena “un paso importante” de cara a “la visibilización de las mujeres y su corresponsabilidad como personas bautizadas en la tarea de la Iglesia”. “Lo que no se nombra no existe”, resalta. Considera que el Papa “supo recoger una llamada” de la sociedad, en su línea de poner “más a la Iglesia en diálogo con el mundo” y hacerla “más inclusiva”, en la que se “escuche a todos”.

“¿Que es más lento de lo que esperamos? Sí, pero es la Iglesia. Los cambios tienen que ser lentos porque es una institución venerable en el tiempo” , argumenta. Almudena ve “lejos” la posibilidad de que las mujeres se ordenen. No tanto la posibilidad de recuperar la figura del diaconado femenino, que ya existía en los primeros años de la Iglesia, por la que puede bautizar o casar.

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