Un control más estricto en la frontera con Portugal para impedir el trasvase de ciudadanos de un país a otro sin causa justificada y poder garantizar, así, el cumplimiento del cierre perimetral de Galicia impuesto para cortar las alas al COVID. Es la petición que envían los alcaldes y alcaldesas de los municipios pontevedreses más próximos al territorio vecino en plena tercera ola de la pandemia. Pero dejan claro que no quieren un corte total de los puentes sobre el Miño. La situación sanitaria a unos kilómetros al sur de Galicia preocupa a los mandatarios locales, que constatan movimiento de personas de un lado al otro de la Raia para realizar actividades que están al margen de las excepciones. Precisamente, el estado colindante prepara un confinamiento estricto ante el avance de la pandemia.
Sandra González, regidora de Tomiño, concello cerrado perimetralmente y en el nivel máximo de restricciones, aseguraba ayer a FARO minutos después de conocer las nuevas medidas determinadas por la Xunta que es urgente que se refuerce la supervisión en los límites con Portugal, pero también con los municipios gallegos. “Es algo que pedimos desde nuestro Ayuntamiento y también comentan los vecinos”, apuntaba. Eso sí: al igual que el resto de alcaldes preguntados, rechaza de pleno que se corte totalmente la conexión con el país luso, decisión que se tomó cuando la pandemia daba sus primeros pasos en España: “Derivó en muchos problemas. La gente perdió mucho dinero y mucho tiempo por eso”.
Idéntica opinión muestra Marta Valcárcel, alcaldesa de Salvaterra de Miño, que está en el mismo nivel de restricciones que Tomiño. “Desde hace varias semanas, pedimos que el control en las fronteras sea más estricto para impedir que los vecinos de un territorio vayan al otro sin una causa justificada. Sigue habiendo un tránsito muy elevado”, destacaba antes de subrayar la importancia de que, individualmente, los ciudadanos actúen de forma responsable para frenar el avance del coronavirus: “Todos conocemos las medidas, hay que tener mucho sentidiño y hacer caso a las recomendaciones. La tercera ola ya está aquí y la situación puede empeorar de un momento para otro”.
Horacio Gil, alcalde de Arbo, se sitúa en la misma línea que las regidoras de Tomiño y Salvaterra de Miño. Su concello está en el nivel medio-alto de restricciones, por lo que no está cerrado perimetralmente: “Los controles en la frontera con Portugal tienen que ser más efectivos para impedir que haya vecinos que se salten el cierre sin tener un motivo que lo justifique, claro, pero también tiene que reforzarse la vigilancia en los límites con los municipios gallegos que están en el máximo nivel. Y no solo eso: la supervisión de todas las medidas, no solo las de movilidad, debe intensificarse. Será la única manera de frenar el aumento de los contagios”.
El alcalde de Tui –concello en el nivel máximo de restricciones–, Enrique Cabaleiro, está de acuerdo con lo expuesto por los tres regidores anteriores. Cree que es “necesario” que se dediquen más esfuerzos a asegurar que los movimientos entre el municipio y Portugal están justificados. “El paso fronterizo por la autovía es el más utilizado de la península, el tránsito de ciudadanos de un lugar a otro es constante, diario”, comentaba antes de detallar que es una “mínima” parte de la población tudense la que se salta el cierre. “Hay portugueses que vienen aquí a hacer compras y al revés. Después de dos meses aislados, la situación no mejora, va a peor. A la vista de los datos, lo normal habría sido impedir la movilidad durante las Navidades y tomar medidas más severas: confinarnos durante 15 días, por ejemplo. Los pequeños arreglos no dan resultados”, señalaba.
La regidora de Salceda de Caselas –en el nivel medio-alto–, Loli Castiñeira, hace una valoración similar: “Hay que reforzar los controles para evitar que cruce las fronteras gente que no tiene justificación. Ya lo pedí hace un mes al prever y comprobar que, al poder abrir la hostelería hasta las 11 de la noche, iban a venir vecinos de otros concellos por el efecto llamada”, asevera. “Es clave que haya vigilancia y sanciones. Estamos preocupados por la tercera ola”, señalaba.
Ánxela Fernández, regidora de O Rosal –en nivel máximo–, considera que, en un momento tan “delicado” por el que pasa Galicia tras aplicar medidas “para salvar la Navidad”, es preciso apelar a la responsabilidad ciudadana e intensificar los controles con Portugal y entre concellos de la comunidad para que la tercera ola eche el freno de mano. Ante el aumento de contagios, el ente local está en conversaciones con Sanidade para organizar un cribado masivo voluntario. “Los vecinos se podrán inscribir en la página web municipal. La idea es empezar a hacer los test la próxima semana en Vigo. Hay que ser más cautelosos que nunca”, exponía.
“Cautela” también pide el alcalde de As Neves, Xosé Manuel Rodríguez. Su municipio está en el nivel medio-alto de restricciones. “Debe haber más controles con Portugal y para evitar que se salten el cierre los vecinos de concellos que están en el nivel máximo”, recalcaba antes de apuntar que, en este ayuntamiento, la situación sanitaria está “bastante bien” actualmente. “El comportamiento está siendo muy correcto”, citaba.
