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Los penaltis son una cuestión de fe

El famoso piscinazo de Ronaldo en un partido con el Celta en 2014 Archivo

Los piscinazos en el área no solo son fruto de la picardía personal de los jugadores para darle la vuelta al marcador, sino que también obedecen al fervor de la sociedad. Un nuevo y curioso estudio de los hermanos Lago Peñas revela que en los países europeos más religiosos se pitan muchos más penaltis que en aquellos donde los ciudadanos se declaran menos devotos. ¿La razón? La trampa está mejor aceptada.

“Ocurre algo similar que con el fraude fiscal. Hay países donde las irregularidades y las pequeñas trampas con Hacienda están bien vistas. Nuestro argumento es que en los países religiosos y poco individualistas como España se tolera mejor que los jugadores se tiren para intentar engañar al árbitro, por eso hay más penaltis. Mientras que allí donde las creencias son menos importantes y los ciudadanos son más responsables de sus actos, como en el norte de Europa, se pitan menos”, explica Carlos Lago, catedrático de Ciencias del Deporte de la Universidad de Vigo.

Junto a su hermano Ignacio, catedrático de Ciencias Políticas en la Pompeu Fabra, analizaron un total de 20.730 partidos de 30 ligas europeas durante tres temporadas, desde 2017 hasta 2020. Y los datos “son demoledores”.

“El país donde se pitan más penaltis es Polonia, el más religioso y con un gran peso de la colectividad. Se señala uno cada 230 minutos, es decir, cada dos partidos y medio. Y en el otro extremo está Noruega, cuyos ciudadanos se declaran poco religiosos y son más conscientes de que su comportamiento influye en el funcionamiento de las cosas. Allí se produce un penalti cada 389 minutos, esto es, cada 4,3 partidos”, revela Lago.

Y España se sitúa en el top ten de las ligas con más penas máximas señaladas. Es la séptima de las treinta analizadas y registra una falta en el área cada tres partidos (295 minutos).

“No debería haber diferencias porque el penalti es una cosa concreta y objetiva. Pero los resultados demuestran que, al margen de las cuestiones estrictamente del juego, la cultura política y la religiosidad de un país incluyen en el comportamiento de los futbolistas. Les invita más o menos a intentar engañar al árbitro”, destaca.

El estudio de los hermanos Lago arroja diferencias entre la Europa del sur y la del norte. “Se ven claramente. En los países de carácter latino donde la trampita y la picaresca están bien vistas como España, Portugal o Italia se pitan más penaltis. Y en los nórdicos, muchos menos. Los penaltis creen en dios”, bromea el catedrático de la UVigo.

¿Y qué pasa cuando los jugadores son fichados por clubes de otras ligas? “Cuando una persona se va a vivir a otro país con una cultura diferente tiene que aceptar ciertas formas y empieza a entender que tiene que cambiar algunas conductas. Nuestro argumento es que un jugador nórdico que se traslade a España o Portugal se acabará tirando más en el área porque entenderá que es una forma de integrarse y que no está mal visto. Y, al revés, un futbolista acostumbrado a tratar de engañara al árbitro acabará ajustando su comportamiento porque tiene que adaptarse a una sociedad nueva donde las conductas son juzgadas de otra manera”.

Los singulares resultados del estudio han sido publicados por la revista académica estadounidense Social Science Quarterly y han obtenido “mucha relevancia internacional”.

  • Carlos Lago - Catedrático de deporte

    “Un jugador nórdico en España se acabará tirando más, es una forma de integrarse”

El VAR y la trampa

Eso sí, Lago apunta que el estudio fue realizado antes de la introducción del VAR, el polémico sistema de asistencia al árbitro mediante imágenes de vídeo. “Nuestra hipótesis es que su aparición reducirá lógicamente el número de penaltis porque la trampa se puede detectar. Introduce un matiz importante porque los jugadores saben que su comportamiento puede ser revisado”, comenta.

Los hermanos Lago llevan años publicando interesantes estudios que relacionan el fútbol con la política, la sociedad y la economía de los países. Antes de poner el foco sobre los penaltis, demostraron que las ligas son más competitivas en democracia y que los equipos más victoriosos en dictaduras pierden pegada cuando cesa el totalitarismo.

Junto al tercer elemento de este tridente familiar y académico, el catedrático de Economía Santiago Lago, establecieron que los países más descentralizados son los que tienen más éxito en la Champions. Y en otro de sus trabajos más recientes, Carlos e Ignacio constataron la influencia del balompié en la percepción social de los inmigrantes.

“No hay ninguna otra actividad de ocio que tenga ahora mismo la importancia del fútbol. Es un escaparate desde el punto de vista social, económico y político. Y, por tanto, una forma estupenda de estudiar la sociedad”, defiende el catedrático de Ciencias del Deporte.

“Según el CIS, el 70% de los españoles se declaran seguidores o simpatizantes del fútbol. No se me ocurre nada que movilice a tanta gente en este país. Es una cifra extraordinaria. Y por eso es una muy buena forma de intentar explicar aspectos sociales”, redunda sobre el denominado deporte rey.

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