El Congreso Nacional de Medicina Interna ha premiado un estudio realizado durante la primera ola de la pandemia en Povisa. El documento, bajo el título Características clínicas y factores pronósticos d elos pacientes ingresados por COVID-19, fue elaborado por un equipo de diez internistas del hospital privado vigués, bajo la coordinación del doctor José Luis Lamas, que forma parte también de la unidad de enfermedades infecciosas. El estudio premiado analizó la evolución de las 165 personas con coronavirus que fueron ingresadas en Povisa en los meses de marzo y de abril para analizar cuáles son los factores asociados a un peor pronóstico, es decir, a un mayor riesgo de mortalidad o de ingreso en la UCI con la necesaria respiración asistida a los treinta días. “Lo que pretendíamos era determinar qué enfermos pueden tener una peor evolución”, explica el doctor. Entre esas 165 personas ingresadas la mortalidad fue del 11,8% (muy por debajo de la media general, que se sitúa en torno al 20%) y el promedio de edad se situó en los 66 años.

“Lo que pretendíamos era determinar qué enfermos pueden tener una peor evolución”

José Luis Lamas - Médico internista de Povisa

Este último factor, precisamente, es el que detectaron que tiene una importante relación con los peores pronósticos. Cuanto mayor sea el infectado, mayor riesgo tiene de sufrir una evolución grave causada por el virus. Pero no es el único. Y es que también sufren un mayor riesgo aquellos pacientes que presentan enfermedades de origen cardíaco, concretamente la conocida como cardiopatía isquémica, es decir, cuando las arterias que suministran sangre al músculo del corazón se obstruyen, lo que impide que llegue la sangre al órgano. También se asocia a un peor pronóstico, según el estudio premiado elaborado por internistas de Povisa, la presencia de patologías respiratorias crónicas, como el asma, o la existencia de disnea, es decir, la sensación de ahogo y dificultad para respirar con normalidad.

Unos valores elevados de la conocida como proteína C reactiva también suelen conllevar dificultades clínicas en los pacientes con coronavirus, ya que implica un grado de inflamación excesiva. Y, por último, se tiene en cuenta la conocida como escala CURB-65, es decir, la escala de predicción de mortalidad utilizada en pacientes con neumonía adquirida.

“Es un estudio bastante intensivo en lo que se refiere al número de variables analizadas y hemos utilizado una metodología muy estricta. Determinar los factores con un peor pronóstico nos permite posicionar al paciente en función de su gravedad y hacer un seguimiento más estrecho una vez dado el alta. Además, hemos detectado que a partir del séptimo día, en pacientes graves, después de presentar una mejora inicial puede haber una recaída importante”, explica el médico internista de Povisa José Luis Lamas.

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“No hemos tenido en ningún momento esa sobrecarga ni hemos llegado a la saturación"

La primera ola, por tanto, ha permitido “aprender” a los facultativos del hospital privado vigués teniendo en cuenta que “en una situación de sobrecarga asistencial es más difícil hacer un estudio”. “No hemos tenido en ningún momento esa sobrecarga ni hemos llegado a la saturación, y ahora en esta segunda ola del coronavirus el hospital está funcionando con absoluta normalidad, no se tienen que suspender ninguna intervención quirúrgica y tenemos dos anexos dedicados al COVID: uno para pacientes con PCR positiva confirmada y otro para enfermos sospechosos de padecer coronavirus y que están a la espera del resultado de la prueba. Ambas zonas están completamente aisladas para evitar contagios en el interior del hospital, en donde el índice de positivos entre sus sanitarios ha sido mínimo desde el inicio de la pandemia.