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La movida de la escultura

Como bien decía Carlos Oroza, hay que dejar que el trigo crezca en las fronteras.

“Todas las tardes paseo mi derrota por las calles de Vigo, alguna vez me paro en la orilla y espero algún barco”, Oroza era un soñador ambulante, una esquina de frescura en la que redoblar inercias, rutinas. Un ser capaz de nombrar a las palabras que le soñaban, para proclamar: “Vigo es la luz y yo vine en su búsqueda. La luz, no el sol... ¡La luz!”.

Esa misma luz, a la que se refería, debiera iluminar caminos de avance hacia los entendimientos. El poeta pasea incesante la ciudad engalanada en cada esquina por sus grandes amigos: Antón Pulido, José Mª Barreiro, Silverio Rivas, y por otros admirados artistas como Camilo Nogueira, Leiro, José Molares o Cándido Pazos. Ahora, el bardo se admiraría de los espléndidos 133 murales con los que se han recuperado del feísmo espacios de olvido y dejadez, con obras en los últimos tiempos de Lula Goce, Sabek, Tamara Baz, David de la Mano, Pow One, el colectivo Expostas, Fátima de Juan, Flix, Equipo Plástico, Dúo Amazonas, Disneylexya, Doa, Colectivo Liquado, Yoseba MP, Carola Carrot y del propio Darío Basso. Audacia, perseverancia, acierto y un lujo visual en la ciudad olívica.

La ciudad cuenta con magníficos museos como el Quiñones de León, el Marco, dirigido por el talento de Miguel Fernández Cid, el Museo del Mar, la Colección de la Afundación, o la Casa de Las Artes –con Laxeiro y su Fundación, Torras–, salas de exposiciones, galerías, anticuarios, coleccionistas, comisarios. Entendimientos cualificados como los de Severo y Pablo Pardo, Víctor Montenegro, Paloma Vela, Carlos Monteblanco o Beni Fernández. La referencia de Román Pereiro, con su inolvidable Malena Lepina, impulsores del referencial Grupo Atlántica. Y ahí están en plena efervescencia Menchu Lamas, Antón Patiño, Darío Álvarez Basso y tantos otros.

La urbe siempre tendrá presente la evocación de la Movida Viguesa, pero eso hay que dejárselo al genial Fernando Franco, o a Xerardo Rodríguez o a María Xosé Porteiro o a Julián Hernández, Antón Reixa, Germán Coppini, Pedro González, Alberto Comesaña, Alberto Avendaño, etc.. Vigo fue luz, es luz y seguirá siendo luz yodada del Atlántico, limpia, creativa, liberal y libertaria, como diría Bibiano Morón. Pero en este Vigo que no deja de sorprender, resulta difícil de entender la última movida: el debate del traslado de una escultura, los Rederos de Ramón Conde. Se propone una reubicación magnífica para una gran escultura y punto.

Las ciudades avanzan, navegan con nuevos rumbos y bríos, se entienden y desentienden de sus formas rutinarias, incluso polemizan por decisiones estéticas. “Una flor no puede ser hermosa si no dejáis que el trigo crezca en las fronteras”. Es hora de levantar las barreras. “El rencor es el arma del fracaso más absoluto”. Versos y más versos del poeta más maldito y entrañable de los bardos. El día 20 de noviembre hizo ya cinco años de la muerte de Carlos Oroza. Sus versos son eternos como las movidas de Vigo.

*Periodista

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