La hostelería levantó, un mes después, las persianas y tan necesitados estaban los empresarios como los propios clientes. Y es que a pesar de las lluvias y del intenso frío que protagonizó la mañana, fueron muchos los que se acercaron hasta su bar de confianza para disfrutar de un rico café, pero esta vez sentados. "Al estar todo cerrado, no lo disfrutabas igual, tomamas tu café pero siempre caminando, parecía que no estabas desconectando", afirman dos amigas mientras disfrutaban de su desayuno en el Peregrinus, frente a la farola de Urzaiz.

Metros más arriba, en la cafetería Ecos, su propietaria, María del Carmen, reflejaba ya en su libreta las primeras reservas. "Nuestros clientes de siempre nos recibieron muy bien, e inlcuso muchos se han preocupado llamándonos por si habíamos abierto o no, incluso tenemos reservas para comer", señala esta hostelera.

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La hostelería de Vigo reabre a medio gas Alba Villar / Elena Villanueva

En terraza pese al mal tiempo

El tiempo no fue excusa para hacer uso de las terrazas debida a la mayor restricción de aforo en el interior de los locales (30% frente al 50% en exterior). Es el caso de Don Gregorio, donde cuatro clientes copaban todo el interior. "Está claro que con estas medidas no nos renta, pero ya estábamos aburridos de brazos cruzados", cuenta su responsable.

A la hora de las comidas, el movimiento fue ligeramente superior al de la mañana. En La Martinesa, Nacho León relata como siguen proporcionando el "delivery" en detrimento de la cocina presencial. "Si no tuviésemos este servicio, no nos compensaría abrir. Volver a poner todo en marcha, llenar las cámaras... Es mucho dinero para a saber cuanto tiempo. Nosotros reforzamos los repartos y estamos satisfechos", concluye.