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José Luis Gómez | Jefe de Patología Forense de la subdirección del Imelga en Vigo

Un reto de salud pública: tres de cada diez muertes violentas en Vigo son suicidios

535 personas se quitaron la vida en la última década | El año pasado fueron 55, un caso cada semana: el 73% fueron hombres y la edad media se situó entre los 50 y los 54 años

José Luis Gómez, jefe de Patología Forense de la subdirección del Imelga en Vigo. José Lores

La denominada muerte silenciada no cesa. Los suicidios, y especialmente su prevención, se han convertido en un enorme reto de salud pública. Porque si se analizan detenidamente los datos, éstos demuestran que pese a haber oscilaciones, la incidencia de este tipo de fallecimientos se ha mantenido prácticamente intacta a lo largo de los últimos años. En la última década en Vigo y su área se quitaron la vida 535 personas. Salvo contadas excepciones, durante este largo período apenas se ha logrado bajar de la barrera del medio centenar de casos anuales. En 2019 fueron 55. O lo que es lo mismo, uno cada semana, lo que evidencia aún de forma más contundente el alcance de una problemática que es bastante mayor en los hombres que en las mujeres y que se agudiza en la mediana edad. Pero que, aunque con menor intensidad, afecta también a los más jóvenes y a los ancianos.

En el Imelga de Vigo, cuyo ámbito de competencia junto al municipio olívico se extiende también a otras 24 localidades del sur de la provincia de Pontevedra, se investigaron el año pasado 164 muertes violentas. “En primer lugar se sitúan las accidentales”, explica José Luis Gómez, jefe de Patología Forense de la subdirección del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) en Vigo. Fueron algo más de un centenar, el 64% del total. La mayoría son consecuencia de siniestros de tráfico o de caídas fortuitas. En segundo lugar están las suicidas. Fueron 55 casos, cifra ligeramente superior a la de un año antes y que representa el 33% de los fallecimientos violentos que hubo a lo largo de 2019. “La cifra se mantiene año tras año; en la última década únicamente en 2013 y 2014 se detectó un aumento significativo, con 67 casos en cada uno de ellos”, concreta. Por último, en la casuística de las muertes con violencia que investigan los forenses vigueses, están las homicidas: hubo 4 que representan poco más del 2% del total.

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En toda Galicia en 2019 hubo 318 suicidios. En términos absolutos la provincia de A Coruña fue la que más registró –seguida por la pontevedresa–, pero analizando la tasa de casos por cada 100.000 habitantes el análisis es distinto: despunta la de Lugo y la de Pontevedra es la que tiene la tasa más baja, 9,1, por debajo de la media gallega, que es de 12,18. “El perfil del suicida y de los suicidios”, subraya la memoria anual del Imelga, “sigue siendo el mismo”. “De manera global se puede decir que la víctima principal son los hombres de mediana edad y el lugar elegido el domicilio o su entorno”, se concreta, añadiendo que pese a que estos fallecimientos en Galicia aumentaron un 10% con respecto a 2018, la del año pasado “es la segunda mejor cifra” desde 2012.

Épocas del año

Sobre los 55 casos que hubo en Vigo en 2019, la memoria apunta que el 73% –un total de 40– fueron muertes autoinfligidas de hombres y el 27% restante –15– de mujeres. La edad media en los varones fue de 50 años y en ellas, de 54.

El responsable de Patología Forense en Vigo percibe que que los suicidios aumentan en ciertas épocas del año, como la primavera y el otoño. En un análisis detallado que realizó de los que se produjeron en 2017 y 2018 en la ciudad, lo que extrajo como principales conclusiones es que, en cuanto a edades, la tasa mayor se encuentra entre los 41 y los 60 años. Sobre los métodos de suicidio, el más usado es el ahorcamiento. Y en casi la mitad de los fallecidos se constataron antecedentes de trastornos depresivos. En un 25% no los había: no existía ningún diagnóstico previo. “Eso no quiere decir que no existiesen”, concluye.

“Hay que sacar el suicidio del cajón de temas tabú; informar ayuda a una mejor prevención”

Mucho se ha hablado del efecto contagio en los suicidios. En 1974 un sociólogo estadounidense lo acuñó con el nombre de “efecto Werther”, tomando esta denominación de la novela “Las penas del joven Werther”, de Johann Wolfgang von Goethe, publicada en 1774. El protagonista de la trágica historia desarrollada por el escritor alemán se acabó quitando la vida por amor y, poco después de la publicación del libro, que tuvo gran éxito de ventas en la época, numerosos jóvenes se suicidaron de similar forma. La polémica por este fenómeno llevó a varios países europeos a prohibir la novela. ¿Hay realmente un efecto llamada cuando se habla o trasciende un suicidio? El jefe de Patología Forense del Imelga de Vigo, José Luis Gómez, cree que no: “No hay una evidencia real”. Por su experiencia, cuando se encuentra con varias muertes así en un corto período de tiempo, “son casos que se producen en zonas alejadas, sin vinculación o semejanza entre ellos”. Y es que, a su juicio, “hay que sacar al suicidio del cajón de temas tabú”. “Haciéndolo es probable que lleguemos a tener una mejor acción preventiva con esta problemática”, afirma. Para Gómez, una de las maneras “más efectivas” de prevenir estas muertes es a través de la “detección precoz” en las consultas de atención primaria: si estos médicos ven signos de riesgo, pueden inmediatamente derivar a los pacientes al servicio de Psiquiatría. Pero también tienen un papel fundamental los familiares y amigos de una potencial víctima. De ahí que este forense considere que el suicidio deba despojarse del tabú que lo rodea de cara a potenciarse la labor informativa y divulgativa sobre esta grave problemática: “La única forma de que el entorno cercano perciba situaciones potencialmente graves o sospechosas es conociendo cuales son los signos de riesgo”.

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