El Dr. Julio Montes Santiago, nacido en Salamanca en 1956 y afincado desde hace más de 30 años en Vigo, ciudad que adoraba, falleció el día 31 de octubre de 2020 a consecuencia de un cáncer gástrico. Licenciado por la Facultad de Medicina de Salamanca con premio extraordinario de fin de carrera, realizó su formación especializada en medicina interna en la Clínica Puerta de Hierro de Madrid y ejerció luego como médico especialista en Miranda de Ebro, Ourense y Vigo, en los hospitales del Meixoeiro y Álvaro Cunqueiro.

Apasionado de su profesión, concebía al médico como “el árbol fuerte”, soporte firme, apoyo incondicional de los enfermos, e hizo suya la máxima según la cual un internista es un ser humano que jamás abandona a otro ser humano que le sea confiado.  

Desarrolló, a la vez, una prolífica actividad docente e investigadora. Fue profesor de la Escuela Universitaria de Enfermería de Vigo, Tutor Clínico de la Facultad de medicina de Santiago de Compostela, Presidente de la Sociedad Gallega de Medicina Interna, cargo que desempeño con orgullo, director de Masters de la especialidad, miembro e impulsor de distintos grupos de trabajo de la Sociedad Española de Medicina Interna, ponente en reuniones y congresos, tutor de Trabajos de fin de grado y autor de decenas de artículos científicos en revistas médicas nacionales e internacionales. 

Seguidor de la estela de grandes internistas como Marañón o Novoa-Santos, Julio Montes fue en esencia un gran humanista y un ser humano excepcional. Lector incansable, estudioso de la historia de la medicina, melómano, experto en arte, cinéfilo y gran analista de la actualidad, tuvo su alter ego a lo largo de la vida en su pareja y compañera de viaje Yolanda Carbajales Ferreiro, prestigiosa pintora y grabadora, con la que compartió una prolífica obra artística. 

Como escritor, publicó patobiografías de personajes egregios. La enfermedades de Einstein, Mozart, Goya, Salvador Dalí o Andy Warhol, entre otros muchos, fueron objeto de su curiosidad intelectual y su perspicacia clínica. En su diálogo con ellos, nos descubre la determinación de los genios para crear obras inconmensurables, a pesar de la adversidad de sus dolencias. Formó, asimismo, parte del grupo investigador de la “Tumba de cervantes y sus restos óseos” aportando su visión acerca de las causas de la muerte de nuestro escritor más universal. 

En la etapa final de su vida, se refugió en la poesía, su última casa de la misericordia , “Hogar entrañable para mi esperanza fue la poesía”, y escribió un poemario Equipaje de esperanza para una ardiente travesía, con grabados iluminadores de Yolanda. Escritos, en palabras de Julio, “entre sombras, luces, desaliento y esperanza”, los poemas son el testimonio vital de la lucha de un médico gravemente enfermo en su reivindicación por la dignidad del ser humano, al límite de su existencia, y un hondo anhelo de fraternidad humana.

En su peregrinar a Ítaca, cuando se le acababa el tiempo y con las fuerzas exhaustas, perseveró, hasta el último suspiro, en la búsqueda del sentido de la vida a través de la belleza y no desfalleció su confianza en el milagro de la creación artística como antídoto contra la soledad, el miedo o la tristeza.

Tras su última despedida, la dimensión profesional, artística, humana de Julio, permanece viva en la memoria y en el corazón de todos los que hemos tenido la inmensa fortuna de haberle conocido.

“…

Y al final del camino recorrido,

que lancen al viento mis cenizas,

que besen a la tierra y a la brisa

sin temor a la losa del olvido”

(Julio Montes)

 

Servicio de Medicina Interna

Hospital Meixoeiro y Álvaro Cunqueiro