Se fue un amigo. Una gran persona que a su innegable conocimiento del arte y la arquitectura, especialista en el arquitecto Antonio Palacios, unía una enorme buenahomia que lo hacía muy próximo. Siempre dispuesto a colaborar y a compartir. Hace poco salió de la imprenta su último libro, compartido con compañeros, sobre la fábrica de Alfageme, con la intención de protegerla como bien patrimonial, y por culpa de esta maldita pandemia no pudimos presentarlo, ahora no sé qué haremos.

Cuando ingresé en el Instituto de Estudios Vigueses me recibió con los brazos abiertos y a partir de aquel momento formamos un buen equipo, corrigiendo y revisando textos, organizando el almacén, y muchas cosas más. Era un fenómeno.

Como él decía, nos conocimos tarde, ¡las que hubiéramos armado! Pero la huella que has dejado entre nosotros es muy grande y será duradera, no lo dudes. Apreciado y querido compañero Moncho Iglesias Veiga, es cierto que se van los buenos, las buenas personas como tú, y nos dejan un poco más indefensos. De nuestro recuerdo no te p odrá arrancar nadie, descansa en paz.

*IEV