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Ver con las manos en un mundo intocable

Las dificultades de vivir en pandemia no frenan la vitalidad de Xabela

Xabela y su madre Olalla caminan por las inmediaciones de la casa familiar. | // FOTOS: JOSÉ LORES

Estar en casa, durante este confinamiento,/me ha hecho desear que vuelva a soplar el viento/por eso ahora, al salir a pasear,/mi oído presta atención a cada sonido, a cada cantar. Lectora voraz y amante de la escritura, Xabela relata en un poema su anhelo por volver a disfrutar de cada instante tras los meses de encierro y “aburrimiento”. A sus 11 años, exprime la nueva cotidianidad en la que vivimos a pesar de que las normas y restricciones sanitarias dificultan su manera de relacionarse con el entorno. Mascarillas y ventanas abiertas entorpecen las conversaciones y sus manos, que son las que le permiten ver el mundo que la rodea, ya no pueden tocar todo con la misma libertad de antes.

Pero poco importan estos obstáculos cuando en su agenda diaria, además de la asistencia al colegio, figuran clases de piano en el Conservatorio, de inglés y francés en una academia y hasta de costura. Y el fin de semana toca coger la bicicleta con los compañeros de Discamino.

“Lo más complicado es no poder tocar las cosas ni compartir el material”

“Yo voy tranquila. Lo más complicado es no poder tocar todas las cosas ni compartir el material con los compañeros. Y con las ventanas abiertas hace un frío que pela”, protesta entre risas. “Ahora lo que intento es pasar el dorso de la mano, en vez de la palma, o el brazo. La mascarilla no me molesta, en invierno hasta se agradece, pero en algunas clases del colegio tengo que subir el volumen de mi ordenador por el ruido del pasillo y de la calle y me acaba doliendo la cabeza”, reconoce.

Xabela estudia 6º de Primaria en el CEIP Illas Cíes y, por recomendación de la ONCE, su aula se ha dividido en dos, salvo en algunas asignaturas: “Antes me sentaba al final de todo y tenía que ir tocando las mesas por el pasillo hasta llegar a mi sitio. Ahora estoy delante, al lado de la profesora”. Sus libros en braille son el doble de grandes y ,además del portátil, utiliza una máquina Perkins, así que necesita dos mesas.

Xabela, ensayando al piano en su cuarto y escribiendo en braille con su máquina Perkins.

Xabela, ensayando al piano en su cuarto y escribiendo en braille con su máquina Perkins.

En los recreos sigue prefiriendo la tranquilidad. “Los juegos de correr no me gustan porque se te mete alguien por el medio y te vas de narices. El año pasado iba a la biblioteca a leer y este curso me han elegido delegada de clase y aprovecho para organizar actividades. Se me ha ocurrido que haya parejas haciendo guardias para que se respeten las distancias, un club de estudio y un concurso de disfraces de Halloween. Yo quiero ir de Catrina”, adelantaba unos días antes durante la entrevista con FARO.

No le gusta demasiado usar el bastón porque “la gente no se fija y tropieza con él” y en la calle siempre va del brazo de sus padres, pero ellos quieren que sea independiente y la preparan para el futuro. Ésa es su lucha diaria desde que Xabela perdió la visión cuando tenía 7 años.

“Creo que este virus no nos va a hacer mejores. Los niños están desarrollando su personalidad y las restricciones y lo de no compartir hacen que vayan más a lo suyo y sean menos empáticos. Y el día a día en la calle es muy difícil, terrazas que ocupan casi toda la acera, coches aparcados encima... Si ella va sola se los come. El año que viene tiene que empezar en el instituto, lo que supone un nuevo edificio y con más gente”, comenta su madre, Olalla Freiría.

Ver con las manos en un mundo intocable

Desde hace tres años cuentan con la ayuda de la profesora de la ONCE Isabel Saavedra, que acude dos veces por semana al colegio. “Es muy buena profesional y estamos muy contentos con ella. Hace de enlace y asesora a los otros profesores. Lo importante es que haya voluntad, porque se puede aprender”, destaca.

En 2017, lanzó una campaña en Change.org para que Xabela pudiese caminar de forma segura desde su casa en Manuel de Castro hasta el colegio y tuvo tanta repercusión que el alcalde se reunió con ella. Pero las reformas emprendidas no han sido todo lo eficaces que deberían. “Se mejoró, pero en Martín Echegaray hay pasos de cebra mal señalizados. Y también en la zona de Florida las marcas en el suelo están mal y hay semáforos que no se pueden activar con el mando para poder cruzar la calle. Yo me preocupo por mi hija, pero esto afecta a todas las personas invidentes o que tengan que usar una silla de ruedas”, reivindica.

Ninguna dificultad, sin embargo, puede con la vitalidad de Xabela. La mascarilla oculta su sonrisa perenne, pero la siguen revelando sus grandes ojos claros cuando habla de su afición por la escritura o sobre su grupo más íntimo de amistades: varias niñas de la ONCE y la hermana de una de ellas a las que durante el confinamiento se les unió un niño de Cantabria gracias a las videollamadas. O también cuando muestra la mochila y la riñonera confeccionadas a máquina junto a su tía Bea en clases de costura.

Fanática de la saga Harry Potter –”Vi todas las películas y leí todo los libros”–, devora novelas policiacas y de intriga como la trilogía de Baztán. Y es que Xabela quiere estudiar Criminología y Psicología y se va preparando con los programas televisivos que reconstruyen los casos más llamativos.

A la entrada de la casa familiar, están colgadas las medallas conseguidas en varias pruebas deportivas. Una pequeña muestra del tesón de Xabela, que a pesar de las dificultades añadidas que supone para ella crecer en medio de una pandemia, sigue dando lecciones de vida.

Una nueva experiencia

Por Xabela Martín Freiría



Estar en casa, durante este confinamiento,

me ha hecho desear que vuelva a soplar el viento

por eso ahora, al salir a pasear,

mi oído presta atención a cada sonido, a cada cantar.


El corazón de las personas está desafinado

como si dentro hubiera las cuerdas de un piano

y aunque esto de superar no sea fácil

nuestras armas más fuertes son el papel y el lápiz


En la arena de la playa pienso

y con los sonidos de la montaña sueño

pero aunque en esos sitios ahora mismo yo no esté

una vez allí estuve y otras muchas veces más, allí estaré


Muchas cosas nos hemos perdido, es verdad

pero muchas otras aún están por llegar

y la lección de este confinamiento es:

que hay que disfrutar de cada día, de cada momento


Y el vacío del corazón solo se puede llenar con un par de cosas

que son las que impiden nuestra derrota

alegría, amor, simpatía… ¡entre muchas otras!

que son las que nos hacen ser buenas personas

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