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Antonio Novo, inolvidable

Fernando Franco Mira Vigo

Pero ¿qué pasa estos últimos días que se nos están yendo para siempre conocidos vigueses, sean de nacencia o adopción, a los que por su trayectoria hemos hecho sus memorias? Fueron casi seguidos antes Alonso Macías, Rodrigo Arbones, Varela Grandal, Julio Alonso Barbeito… y ahora me entero por el maestro y escritor Xosé Lois Ripalda, que falleció con 86 años a finales de septiembre, un poco antes que ellos, un conocido médico también en nuestra serie de Memorias por los miles de pacientes que atendió en más de 50 años de trabajo: Antonio Novo Porto. De la quinta de 1934, hijo y nieto de emigrantes a Cuba. De pequeño, su amistad con el escritor García Barros le permitió leer –aunque fuera a luz de la lareira en su aldea natal de Rubín (A Estrada)– una buena parte de la literatura gallega, de difícil acceso en los años de posguerra. Eso le marcaría para siempre en sus afanes literarios, aunque su vocación fue la Medicina. Primero, como médico rural en Salamanca y desde 1964 en Vigo. Padre de cinco hijos, hombre de fe, su último libro, Amor en el Camino de las Estrellas. Tras jubilarse en la Seguridad Social siguió trabajando hasta casi su muerte en su consulta privada y practicó por fin una pasión infantil: el canto y la música. Su vida halla la grandeza no en las grandes gestas sino en esa cotidianidad responsable que refuerza los cimientos de la sociedad.

Ripalda, llega al libro 25

Fue precisamente el escritor y maestro Xosé Lois Ripalda quien hace cuatro años me recomendó hacer las memorias de Antonio Novo, porque le parecía un médico excepcional por la longitud de su trabajo. Ripalda también lo es pero no solo por esa estela como maestro vocacional que dejó por los pueblos de Asturias y Galicia sino por su porfiada labor como escritor de sello inequívocamente gallego. Unos 25 libros ha escrito ya, que yo le conozco desde el primero. El penúltimo fue Historia de meu arrabalde, historias que se desarrollan en la ciudad vieja de Vigo y sus calles. Ahora salió el último, Memorias dun socio, referido al Celta, en el que se inscribió hace ya unos 70 años. En sus libros late con fuerza la preocupación por la cultura tradicional gallega.

Entre Paul Varela y Magaz

Tengo dos asignaturas culinarias pendientes esta semana. Una tiene que ver con Paul Varela, que en su Mar Salada ofrece ante la crisis dos menús de lunes a viernes a precios inusitados, y quiero aprovechar el segundo, de fabada y lubina a la plancha. La otra es por culpa de José Magaz, a quien quiero invitar, ya que estoy de dieta, en su propio local, el asador Soriano, a ese sobrio menú que ofrece estos días, hasta el 8 de noviembre: judiones de La Granja, morcilla de Burgos y cogollos con lomos de bonito para hacer boca, seguido de cordero lechal en horno de leña y filloas. ¡Se me hace la boca agua!

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