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El baúl de los objetos perdidos

La oficina municipal almacena cientos de útiles: llaves, gafas, ropa, móviles, juegos de mesa, canicas e incluso la rueda de un vehículo

La oficina de objetos perdidos de Vigo. Marta G. Brea

Luce un aspecto similar al de un bazar oriental. Sobre el mostrador de la entrada, y protegidos por un cristal, se extienden bolsos de todo tipo, gafas, carteras, audífonos, documentos personales y llaves, muchísimas llaves. Se trata de la oficina de objetos perdidos, un servicio dependiente de la Policía Local que, para alivio de los vigueses, opera en la ciudad desde hace décadas.

Bajo las gradas del estadio de Balaídos, justo al lado de la guarida de los bomberos, almacena un sinfín de útiles que los ciudadanos han extraviado o que han sido sustraídos y localizados posteriormente. Y es que, aparte del mostrado principal, el local esconde un habitáculo en la parte trasera con estanterías y pasillos repletos de cajas colmadas de teléfonos móviles, bastones, muletas, mecheros, pulseras, ordenadores portátiles, juguetes, abrigos, mochilas, monopatines o abanicos. Pero el inventario no se queda ahí. Y es que, recorriendo los estrechos huecos que dejan los objetos acumulados, se pueden ver montones de bicicletas, una bolsa de canicas, un televisor, una máquina de escribir, una silla de ruedas, tabletas, una raqueta de bádminton y una cantidad muy elevada de paraguas.

Paraguas en la oficina de objetos perdidos de Vigo Marta G. Brea

Entre la lista de elementos más llamativos, se encuentran perfumes, una rueda de un coche, cascos de moto, juegos de mesa, un maletín de póker, un par de datáfonos –aparatos para efectuar el pago con tarjeta en las tiendas–, una pala de obra, un carrito de bebé, otro de la compra, maletas, cuchillos, matrículas de vehículos, una medalla e incluso un elemento de decoración navideña idéntico al que ya cuelga en algunas calles de la urbe: circular, transparente y con dibujos que representan a los copos de nieve.

El agente Miguel Ángel es uno de los encargados de atender al público en la oficina de objetos perdidos, que abre de 8.00 a 14.00 horas a partir de mañana –fuera de este horario, los útiles se pueden dejar en la sede de la Policía Local, junto al Concello–. Lo hace desde hace aproximadamente un año y se turna con otro compañero. Además de comprobar si han llegado las pertenencias que la gente reclama y recoger las que entregan los ciudadanos, hacen una labor de rastreo para dar con los propietarios. “Cuando nos traen útiles con algún tipo de identificación, llamamos a la persona afectada o intentamos localizarla poniéndonos en contacto con el centro de salud, por ejemplo, si tenemos la tarjeta sanitaria. Cuando encuentran lo que buscan, salen de la oficina muy agradecidos y contentos”, relata. En una libreta, apuntan los nombres y apellidos que revelan los documentos que vienen identificados para dar respuesta cuanto antes al titular que los reclama. Si los objetos pasan años almacenados sin que nadie los eche en falta, se donan a asociaciones –se hace “de forma puntual”, detalla el Concello– o se expurgan para hacer hueco a los que van llegando.

Móviles perdidos en la oficina de objetos perdidos de Vigo

La parte trasera de los taxis –también los autobuses, pero en menor medida– es uno de los lugares donde se hallan más objetos perdidos. Lo confirma Miguel Ángel y también Benjamín Martín, taxista que comenzaba la jornada el pasado martes yendo a la oficina de Balaídos a dejar el anorak de una niña. Se lo encontró en su coche. Aseguraba que no era la primera vez que dejaba ropa en esta dependencia, aunque lo que destacan son las llaves y los móviles. Precisamente, Iñaki Valcárcel apareció en la sucursal municipal pasadas las 10.00 horas en busca de las llaves de su coche, “las últimas” que le quedaban. Y allí estaban. Un taxista las recuperó en su vehículo. “Estoy muy contento, el servicio que ofrecen es espectacular. Llamé antes de venir para saber si las tenían y vine a recogerlas”, citaba.

Misma suerte tuvo Carla Gayo, que se personó en la oficina para recuperar un bolso: “Por suerte, solo perdí 2 euros. Tenía dentro las llaves, la tarjeta sanitaria y el DNI”. Del otro lado, Enrique López. “Pregunté por mi móvil, pero no está. Tengo todas las fotos desde hace seis años y composiciones musicales, además de notas sobre una novela que estoy escribiendo”, lamentaba.

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