Hace ya más de un mes –concretamente el pasado 10 de septiembre– que los colegios de Infantil y Primaria de la ciudad abrieron sus puertas para el nuevo curso escolar. Y hablamos de nuevo no solo por su inicio, si no por las variaciones educativas y estructurales impuestas por el Covid-19. Una de ellas está generando un especial malestar en la comunidad escolar: los comedores. Este recurso se ha convertido en los últimos años en el salvavidas que permite a miles de familias conciliar su vida personal con la laboral. Pero actualmente del servicio solo disfrutan muy pocos padres con alumnos en colegios públicos en Vigo y su área.
A día de ayer, solo siete de los 25 comedores que gestiona Foanpas (Federación olívica de asociaciones de nais e pais) de forma voluntaria y altruista a través de los propios padres están en funcionamiento. Los restantes tienen en previsión una apertura escalonado hasta mediados de noviembre, pero esto supondrá que algunas familias todavía deberán esperar más de un mes para beneficiarse de este recurso.
¿Y hasta entonces? El malestar de las familias empieza a ser ya insostenible, y este se volvió ya manifiesto por parte del anpa del CEIP Otero Pedrayo. “Nuestros hijos llevan desde que empezaron las clases sin comedor, lo que implica que las familias estamos sufriendo las consecuencias, pedir reducción de jornada laboral, dejar antes nuestros trabajos, pagar a terceros para que los recojan a la hora de comer, etc.”, lamentan desde el colectivo. Su presidenta, Iria Prado reconoce que muchas de ellas están ya “desquiciadas”. “Tanto el comedor como el aula matinal son servicios que se ofrecen y publican desde el CEIP para que las familias hagamos la matrícula y podamos conciliar la vida laboral y familiar; fueron muchos los que se dieron de baja por falta de estos servicios”, lamenta.
El CEIP Otero Pedrayo es uno de estos 18 colegios que siguen con sus comedores cerrados (los gestionados por la Xunta, ya sean de forma directa o indirecta, sí están en funcionamiento). Denuncian mostrarse “decepcionados, desconcertados y en desacuerdo” con la manera en la que se está gestionando el inicio de su comedor desde la Xunta. “Desde que empezamos todo han sido trabas, problemas por parte de la administración. Nos han enviado varios protocolos, que nosotros al fin y al cabo somos voluntarios, nos los hemos tenido que estudiar, adaptarlos a nuestro colegio, hacemos un estudio del comedor, dibujos de las mesas... Luego te mandan otro protocolo nuevo, otra vez a leerlo y así desde entonces”, lamenta Prado.
Una de las últimas exigencias, según relata el ampa del colegio Otero Pedrayo, es el requerimiento de que los monitores de comedor realizan un PCR antes de incorporarse a su puesto de trabajo. “Nos parece bien que se requiera, pero debe asumirlo la Consellería de Sanidade, no nosotros como anpa”, claman.
La propia Federación ha querido también mostrar su apoyo al CEIP vigués. “Ahora nos encontramos que no hay dinero para geles, ni para las anpas ni para los centros. Pedimos que se trabaje en serio, sin trabas, con información e instrucciones claras”, demanda. A pesar de esta realidad, desde Foanpas quieren también dar un mensaje de tranquilidad a los padres en un momento que saben complicado. “Queremos hacerlo bien para que las familias que tienen incertidumbres estén tranquilas. La administración competente desde un principio debía haber aportado soluciones concretas y con seguridad sanitaria, y no lo ha hecho. No ha implantado protocolos con técnicos sanitarios en cada uno de los colegios, y no lo ha hecho”, explica su presidente, Miguel Álvarez.
Casi dos meses sin servicio en el CEIP Otero Pedrayo
Iria Prado (izda.) y Rebeca Pérez (dcha.) son la presidenta y vocal del Anpa del colegio de Beade. Su centro lleva casi dos meses sin disponer de comedor escolar y la situación de muchas familias empieza a ser “desesperante”. “Los protocolos nos llegan pero hay que estudiarlos, adaptarlos, luego que se aprueben por Inspección y ahora nos piden una PCR de los monitores. Las familias están ya desquiciadas; muchas dependen de este servicio y están dejando de ir a trabajar porque no tienen qué hacer con sus hijos”, lamentan. Previsiblemente, su comedor se abrirá en noviembre.
