Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un salvavidas para recuperar el timón y navegar solo

DOA Saúde Mental desarrolla en Vigo el único programa gallego de atención precoz en psicosis para jóvenes de toda Galicia

perro Ézaro. // Marta G. Brea

No es raro que las expectativas que los padres tienen sobre el futuro de sus hijos disten luego de la realidad. Pero las de ellos se truncaron de forma abrupta. Pasaron de blanco a negro cuando sus hijos adolescentes sufrieron el primer brote psicótico. Como fue el caso de Isabel García. No se dieron cuenta de lo que le pasaba a su hijo, Xavier, hasta que sufrió un episodio agudo y una noche, tras acudir a su lado alertados por los golpes y gritos, les pidió le quitaran "los puñales". Tras descubrir el diagnóstico en el hospital, tuvieron una consulta ambulatoria a los 10 días y la siguiente, a los 6 meses. Sin recursos más que para crónicos, un abismo de dudas e incertidumbres se abrió frente a sus pies. "¿Cómo abordas esto? ¿Con quién puedes hablar?" Como otra veintena de familias, la luz la encontraron en el programa experimental de atención precoz en psicosis para jóvenes entre 16 y 25 años que DOA Saúde Mental puso en marcha hace tres años, con la colaboración del Sergas. Es el único en Galicia.

La psicosis es una enfermedad mental en la que se pierde el contacto con la realidad. Los pacientes se suelen aislar debido a alucinaciones o ideas delirantes, entre las que es habitual que se sientan vigilados. Con esta intervención precoz con planes individualizados, DOA trata de capacitarlos para que este parón en sus vidas sea lo más breve posible, trabajando en todos los aspectos importantes de la vida -la doméstica, el ocio, los estudios... - y no solo el terapéutico. "Le ayudamos a construir los cimientos de su próxima casa", resume el psicólogo David del Castillo, coordinador del programa. Les ayudan a recuperar el timón de sus vidas y navegar solos.

Precisamente, el hijo de Leopoldo Robla, el presidente de la asociación, "perdió su proyecto de vida" por su primer brote psicótico, en plena selectividad. Por aquel entonces, no existía un programa como este, solo centros de rehabilitación en los que convivía con personas 20 años mayores. "Las cosas cambiaron para él y para el resto de la familia", señala y se congratula de poder ofrecer ahora un espacio a las familias para decirles "puede pasar y no estáis solos".

Disponen de 10 plazas, pero tienen 11 usuarios, con los que traban desde un punto de vista multidisciplinar el psicólogo del Castillo y la educadora social Sara Alba. Colaboran con la psicóloga especialista en terapia de animales Iris Vidal y con la investigadora del Instituto de Investigación Galicia Sur, Tania Rivera.

Se trata de un trabajo que no sustituye a la medicación, sino que es complementario. Y que empieza por explicarles qué les sucede. Para Xavier, el segundo paciente con el que empezó el programa, es un punto fundamental. "Fue un año entero en el que no sabía lo que me pasaba. Notaba que la gente me vigilaba y seguía todos mis movimientos", cuenta este chico de 20 años y añade: "Ahora me encanta comprenderlo". En el instituto, que ya ha retomado, ha escogido Psicología como optativa. Le gustaría estudiar este grado:. "Para cambiar las cosas para mí y para el resto". Está convencido de que, en su caso, el desencadenante fue el consumo de cannabis. "No toméis drogas, es muy peligroso", subraya y cree que si alguien le hubiera hablado de todo esto, lo podría haber prevenido.

El acoso coso escolar es otra de las chispa que pueden prender la mecha de la psicosis. También el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDH), que no solo afecta a niños. Es el caso de Brian, de 19 años, que lleva tres meses en el programa. "Notaba cosas de la gente que no eran buenas. Era un chaval enérgico, pero me podía la situación", recuerda y señala que, ahora lo ve desde la racionalidad del conocimiento y piensa: "Qué mal debía estar". Cuenta que le ayuda mucho las charlas entre ellos, que han pasado por lo mismo: "Hablar de lo que nos pasa, saber que también puedo ayudar a otros".

Ramona, madre de Juan Bartolomé cuenta que llegaron a DOA después de dar "vueltas y vueltas" durante años. Sufría déficit de atención desde los 10 años y, a los 17, empezaron a notarle "muy nervioso". Él recuerda que, por la ansiedad, mordía el cuello de las camisetas y llegaba a romperlas. "Oía voces, veía una forma sin cara... Cuando llegué tenía mucho miedo a las personas y aquí mejoré muchísimo". Sus planes son presentarse a una oposición. Para su madre, encontrar este apoyo fue una "maravilla".

Soraya, de 16 años, es la incorporación más reciente, con dos semanas en el centro. En su historial hay abusos y una agresividad en aumento, además de TDH y consumo de cannabis. Ha pasado por muchas clínicas y solo en el programa de DOA ha encontrado una "felicidad y tranquilidad" que le reconforta.

Alatriste -que escoge este nombre ficticio por su pasión por la historia- es un ejemplo de que, para el éxito en la intervención también es importante el momento en el que llegan. Tras una primera aproximación infructuosa, "una mala experiencia" ingresado le hizo ver que "por el camino que iba, terminaría mal".

Buscan consolidarlo

Como a la mayoría, lo que más le gusta son las múltiples actividades de ocio que realizan: tienen un estudio de rap, están preparando un videojuego que pueda servir de terapia, hacen salidas ala playa, a casas rurales... Durante el confinamiento no interrumpieron en ningún momento la actividad gracias a las nuevas tecnologías y esa continuidad les ayudó mucho.

Les dan el alta cuando están seguros de que ya no necesitan su apoyo, pero hacen seguimiento y tienen las puertas abiertas para lo que necesiten. La asociación quiere consolidar el programa y ampliarlo con otros profesionales. Defienden que la prevención es un ahorro en atenciones a agudos. Quieren poder ayudar a más de estos "valientes" a superar los obstáculos que les ha puesto la vida.

Compartir el artículo

stats