Dieciocho años tuvo que esperar Rosa Neira, madre de la fallecida Déborah Fernández-Cervera, para que se le tomase declaración en sede judicial por estos hechos. Sin embargo, a criterio de los abogados que representan a la familia de la joven viguesa no comparten el cariz que tomaron las declaraciones por parte de la Fiscalía.

Así, sostienen, que el ministerio público no le había preguntado a la progenitora sobre lo ocurrido o las vivencias familiares después de la desaparición de la joven, a la que se le perdió la pista en abril de 2002 cuando fue a correr por Samil. Su cuerpo apareció a los diez días en una cuneta de O Rosal cubierto por ramas y hojas y rodeado de pistas falsas.

Los letrados ya se encuentran inmersos en la solicitud de nuevas periciales así como el requerimiento de otras testificales.