Un profesor que provocaba sentimientos de profundo "respeto" y "adoración" y que a la vez desplegaba una "férrea disciplina" entre sus alumnos que trascendía lo meramente deportivo hasta llegar a inmiscuirse en sus vidas personales. Y sin que nadie, ni los jóvenes ni sus padres, cuestionase "nada". Éste fue el retrato que ayer se perfiló en el juicio del director del club de taekwondo acrobático de Vigo que ha acabado en el banquillo de la Audiencia acusado de abusar sexualmente de una de las jóvenes a las que entrenaba, una adolescente de 15 años. La tercera y última sesión de la vista fue una jornada clave en la que los dos psicólogos citados como peritos coincidieron en otorgar credibilidad y verosimilitud a lo denunciado por la menor. Y en la que la fiscal y la abogada de la acusación particular emitieron sus alegatos finales manteniendo su petición de condena para el docente. El Ministerio Público demanda cinco años de cárcel, ocho años de inhabilitación para ejercer cualquier profesión relacionada con la docencia y que abone 6.000 euros de indemnización a la víctima. La defensa solicita la libre absolución.

Ayer, antes de los informes finales y de que el juicio quedase visto para sentencia, fue el turno de la prueba pericial. El psicólogo judicial del Imelga que se entrevistó con la adolescente destacó el relato "abierto, espontáneo y franco" que realizó la adolescente de los presuntos abusos sufridos durante unas "clases especiales" en el domicilio del profesor, negando cualquier atisbo de "fabulación" o "manipulación" en los hechos denunciados. La joven tampoco se movió, añadió, por un hipotético "rencor" hacia el docente. "Todo lo contrario, tenía con él una relación estrecha, de confianza", valoró el experto, que ahondó en que lo sucedido dejó una "huella psíquica" en la chica y unas secuelas -pesadillas, desgana, nerviosismo...- compatibles con el "trauma" y las vivencias narradas.

Dada la sintomatología, la joven tuvo que ir a terapia con una psicóloga del Centro de Información Municipal de la Mujer del concello vigués. Esta profesional también rechazó que la joven hubiese "malinterpretado" lo ocurrido en la casa del docente -él acusado se declara inocente alegando que eran "trabajos corporales" para que mejorase su expresividad- y destacó la "rabia" y el "dolor" de la víctima al contar lo sucedido. Fue algo que la cogió por "sorpresa". "Él era como un padre para ella, una persona a la que quería, respetaba y admiraba", resumió la psicóloga. Una "adoración" hacia al docente de la que también hacían gala el resto de alumnos del club vigués: "El profesor era un dios en esa comunidad, lo que él decía se hacía sin cuestionar nada; el club era como una familia".

La estrecha relación que se vivía en el club y la autoridad que ejercía el acusado fueron destacadas por la Fiscalía en su informe final, para ejemplificar la "situación de superioridad" que tenía con respecto a la alumna de la que presuntamente abusó. "Los niños entrenaban cuatro días a la semana y hasta seis días en temporada alta; él [el profesor] tomaba las decisiones", dijo, para añadir que el proceder del docente no se limitaba a lo deportivo. Porque, señaló, llegaba al punto de "eliminar" a alumnos de Instagram o de decirles "quien podía ser su novio o no". Y a los padres "les parecía bien".

La fiscal subrayó que quien dice la verdad es la joven, que presenta una "huella psicológica" compatible con los abusos sufridos en la casa del profesor, que se preocupó de "bajar las persianas" y de que estuviesen "solos". Ordenar a una joven de esa edad sacarse el sujetador, hacerle preguntas de explícito contenido sexual y realizarle tocamiento en partes íntimas son actos sexuales, afirmó, que castiga el Código Penal. Y "no hay derecho" a hacerle eso a una niña de 15 años, concluyó, "así quieras que salte más alto o tenga una expresividad bárbara".

Tocamientos "inconsentidos"

La abogada de la acusación particular suscribió lo expuesto por el Ministerio Público. Ahondó en esa relación de "respeto y autoridad" que el docente desplegaba no solo entre los alumnos, sino también con los padres. E indicó que la adolescente no ganaba nada inventando los abusos. Al contrario, lo "perdió" todo. Tras afirmar que la menor llevaba años practicando taekwondo y sometiéndose a masajes "sin notar nada raro", la letrada concluyó que lo que sufrió en la casa del entrenador fueron, sin duda, "tocamientos" sexuales "inconsentidos".