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"El twerk no es un baile machista"

La profesora de la clase cancelada en Navia, Ester Ogando, defiende este tipo de danza:"Los homosexuales lo bailaban como forma de liberación"

Ogando, ayer, realizando una posición básica del 'twerk' como la que se mostraba en el cartel. // Iñaki Osorio

Ester Ogando, de 25 años, es una de las personas más afectadas por la cancelación de la clase de twerk que iba a ser impartida en el local de la asociación de vecinos Novo Vigo, en Naviatwerk. Es la profesora y la imagen del cartel en el que se anunciaba la actividad. La presidenta de la Diputación, Carmela Silva, consideró "machista" el póster e "inadmisible" que se "promuevan estas acciones, sexistas y que cosifican a las mujeres". Cinco días después, Ogando atiende a FARO para mostrar su opinión y contar cómo ha superado este bache inesperado que, por ahora, la deja sin más de la mitad de sus ingresos y en una situación de incertidumbre.

La profesora rechaza de pleno que el twerk sea machista. Y es que, como anota, es un baile que viene de África, del mapouka, una danza tradicional de celebración "que bailaban hombres, mujeres, niños, niñas, abuelos y abuelas". "Con la colonización, pasó a Nueva Orleans. Hombres negros homosexuales empezaron a bailarlo como una forma de protesta y liberación. Es un baile superliberador y superempoderante, ya seas hombre o mujer. Hay mucho desconocimiento. No tiene nada que ver con el patriarcado ni con la cosificación", apunta. Por ello, invita a los que critican esta modalidad a "informarse antes" y "asistir a una sesión". "Doy clases durante todo el año en Vigo y en Porriño, tanto a adultas como a menores, también a chicos, y nunca he tenido ningún problema", apostilla.

Reconoce que su única esperanza es que las instituciones "reflexionen" y contacten con la asociación para que se pueda celebrar la sesión, a la que ya estaban apuntadas diez chicas, y que sería la primera de muchas: "Si funcionase, habría clases regulares, y tenía pinta de que así sería, hay mucha gente interesada". En su defensa, destaca que el Concello apoya eventos como O Marisquiño o el Vikul, "en los que se incluye esta modalidad de baile". "Es contradictorio. Se está jugando con mi puesto de trabajo y con el de más docentes de toda Galicia. Me he planteado preguntar en otras asociaciones, pero cuentan con subvención pública, por lo que me pasaría lo mismo. Si no se soluciona esto, tendré que buscar escuelas o una sala privada y alquilarla para estar tranquila y no sentirme perseguida por las instituciones. Estoy un poco a la espera", lamenta.

Ogando, que da clases de twerk desde hace unos cuatro años, recuerda cómo fue el día en el que se enteró de la cancelación: "La asociación contactó conmigo por la mañana comentándome que, desde la Diputación de Pontevedra, le habían llamado la atención por el cartel. En un principio, el problema era la imagen del póster, que creé yo y en la que salgo haciendo una posición básica del twerk; querían que la modificásemos. La asociación me dijo que hiciera otro con una foto diferente. Quedé en ello. A mediodía, me vuelven a llamar porque habían recibido avisos de la Xunta y del Concello para retirar la actividad. En ese momento, me vi entre la espada y la pared. Como no puedo cargar contra esta gente judicialmente, ya que son instituciones y tienen mucho poder, lo único que se me ocurrió fue usar mis redes sociales para que rectificasen y poder volver a desarrollar mi trabajo. He tenido mogollón de apoyo".

Ogando manifiesta que el twerk también recibe críticas porque "todavía no está normalizado". "Sí lo están la bachata, la salsa u otros bailes de pareja con carga de contenido sexual, lo cual es maravilloso. En este caso, se ha usado como arma política en favor del feminismo", sostiene.

"Sitúa la diversidad en el centro; me salvó la vida"

Jack Gómez, de 24 años, practica twerk desde hace ocho años. Rechaza que sea descrito como machista un baile que "nace de la necesidad de autoexpresión y rebelión de los cuerpos más vulnerados": "Es una respuesta a la discriminación que muchas personas vivían por ser negras, trans, homosexuales... Puede dotarnos de seguridad y autoestima, y no hay nada más revolucionario que eso en una sociedad que nos quiere dóciles, inseguros, frágiles". Así, destaca que el twerk "puede hacer tambalear las estructuras porque cuestiona el relato de los cuerpos perfectos y sitúa en el centro la diversidad". "Me salvó la vida, ya que siempre he vivido en un ambiente gordófobo y homófobo; encontrarlo me hizo quererme como soy", zanja.

Paula Pereira, de 26 años, alumna de Ester Ogando, practica twerk desde el año pasado, opina lo mismo. "No creo que sea machista, es un estilo de danza que practican tanto hombres como mujeres. Yo bailo con total libertad, nadie me obliga. Bailo por y para mí, tanto por sus beneficios para la salud como para disfrutar yo, no para el disfrute de otros. La sexualización, cosificación y sexismo se realizan por parte de terceras personas, no por quien realiza, en este caso, este estilo de baile. Quien tiene mirada cosificadora siempre la tendrá", señala, a la vez que destaca las ventajas de esta actividad. "Me aporta bienestar mental y físico; trabajo muchas horas de pie porque soy enfermera de quirófano y necesito hacer deporte", relata.

Tamara Cordovés, de 30 años, es otra alumna de Ester Ogando. Empezó a recibir clases en enero de este año: "Paso muchas horas al día sentada trabajando y estudiando; mi fisioterapeuta me recomendó hacer algo de ejercicio para corregir la postura y evitar mis tremendos dolores de espalda y mejorar la circulación. Ahora, estoy en la gloria: tengo menos dolores y me encuentro más animada y con más energía". Al igual que Gómez y Pereira, afirma que el twerk no es machista. "Es reivindicativo y rompe con todos los estereotipos de género para, simplemente, ser libres a través del baile; una de sus máximas referentes es Big Freedia, mujer trans negra, símbolo del feminismo interseccional transinclusivo", argumenta.

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