La tarde del 17 de diciembre de 2001 el vigués Daniel Veloso salió de su casa en Barreiro (Cabral) y se sentó en un parque próximo. El joven, que aquel día sufrió varios ataques epilépticos, habría echado después a andar hasta el campus universitario, una larga caminata de unos 9 kilómetros. "Él solía caminar muchísimo", recuerda su madre. Se sabe que ya allí pidió fuego a un guarda jurado y que a medianoche un conocido lo vio caminando por las cercanías. "¿Qué haces Daniel? ¿A dónde vas?", le preguntó esta persona. "A ver a un amigo", le contestó el chico. Y ahí se perdió su pista. Hasta ahora. A la espera de que lo confirme el ADN, todo apunta que los restos óseos hallados en un paraje boscoso de la carretera de A Garrida, en Valladares, son los de este joven desaparecido hace 19 años. Y aunque se dijo que lo habían visto por Redondela o A Coruña, lo cierto es que todas fueron falsas alarmas. En realidad, la pista de Daniel estaba muy cerca. Porque sus restos óseos aparecieron a apenas tres kilómetros del lugar en el que aquel conocido le preguntó a donde iba.

Fue este pasado viernes cuando Rosa, una vecina que salió con su sobrina a buscar castañas, encontró un cráneo en un paraje de monte hoy muy poco transitado y ubicado junto a un regato, que los de allí conocen como A Regada o A Regadiña. Un amplio precinto policial evidenciaba aún ayer el lugar donde la Policía Nacional, que tuvo que excavar ligeramente en el perímetro, halló los demás restos de la víctima. Durante años por ese punto no pasó nadie porque todo estaba inundado de alta maleza, pero, recientemente ya en plena pandemia del Covid, se hizo una exhaustiva limpieza ya que allí hay depósitos de agua. Y eso fue clave: de seguir los matorrales como estaban hasta hace poco, la localización del cadáver habría sido "imposible", dicen varios vecinos.

El hallazgo ha permitido empezar a dar respuestas a una desaparición ocurrida hace casi dos décadas. Pero quedan aún muchos interrogantes. La Policía Nacional quiere saber de que forma llegó hasta Valladares Daniel. La madre del joven, Marina Villar, está convencida de que aquel día, por las crisis epilépticas, anduvo "desorientado". Ayer agentes de la comisaría se trasladaron hasta las casas más próximas a donde aparecieron los restos, como las del vial de A Garrida, para preguntar por la propiedad de los terrenos o por los accesos que había hace años -en referencia a la época de la desaparición- para acceder desde la carretera al monte.Causas de la muerte

Pero sin duda la clave es conocer las causas de la muerte. La madre de Daniel está "convencida" de que alguien le hizo algo. Que fue un fallecimiento violento. Si se cayese por uno de los ataques de su enfermedad, "alguien lo habría encontrado", argumenta. O incluso él habría tenido fuerzas "para levantarse e ir a pedir ayuda". "Tuvieron que esconderlo; en aquella época nos cansamos de buscar y buscar, no hubo un rincón que no rastreáramos", dice.

Aunque con cautela a la espera del informe forense, la Policía Nacional no tiene entre sus hipótesis que en la muerte del joven interviniesen terceras personas. Creen, entre otras tesis, que pudo haber sido un accidente fortuito. En todo caso, casi todas las esperanzas para saber la verdad están ahora en la Unidad de Antropología Forense de Verín dirigida por el prestigioso experto Fernando Serrulla. En que el análisis que se haga allí de los huesos permita aclarar qué le ocurrió a Daniel aquella noche de septiembre de 2001.

Hacía "tranquilamente" 20 años que Rosa no daba un paseo por un paraje de monte próximo a su casa que linda con un regato. Mucho tiempo atrás los vecinos cultivaban allí fincas y tenían viñas, pero hoy en bastantes de esos terrenos solo hay matorrales. El sitio por el que fue a caminar esta mujer está limpio desde fechas recientes. "Antes aquí las silvas eran tan altas como nosotros, no se podía ni pasar; pero hace poco, ya con la pandemia, vinieron a limpiar", cuenta. En el lugar ahora hay un gran claro. "Tengo 35 años y la última vez que había pasado por aquí fue con mi abuelo, siendo adolescente", afirma. Pero, tras la limpieza de matorrales, este pasado viernes por la mañana fue allí con su sobrina en busca de castañas. Y fue en ese paseo cuando hallaron un cráneo. Al principio creyeron que pertenecía a un animal y no le dieron importancia. Pero hablándolo en casa, y ante las dudas, regresaron por la tarde. Y ya tuvieron el convencimiento que era humano. Y dieron la alerta: "Gracias a que limpiaron la maleza; si no lo llegan a hacer, no se habrían encontrado los restos".

La Policía Nacional, junto a jueza de guardia y forense, se trasladaron aquel día al punto. Y poco a poco encontraron más restos óseos. Y con ellos un trozo de un vaquero y una pulsera con las iniciales D.V.V. Esa fue la pista clave que dirigió el caso hacia el desaparecido Daniel Veloso Villar.