La automoción gallega disfruta de su particular agosto adelantado para afrontar el pico de ventas derivado de las nuevas ayudas de los diferentes gobiernos a la compra de coches y del cambio de movilidad que, por ahora, ha supuesto el Covid-19: cada vez más se apuesta por el transporte privado frente al público por miedo al contagio. Esta combinación de factores ha permitido a la práctica totalidad de los fabricantes de componentes y auxiliares de la comunidad, con excepciones que nada tienen que ver como el Coronavirus, como en el caso de la planta de Zamáns de BorgWarner, suspender los ERTE en vigor y trabajar a pleno pulmón para abastecer al mercado. Esta situación se antojaba impensable hace apenas unos meses, con el sector cerrado a cal y canto por el confinamiento y la inactividad de la red comercial. La duda que subyace es cuánto tiempo durará esta eclosión de las ventas y qué ocurrirá después.