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Cinco meses para volver a capitanear su pesquero en Namibia

El vigués Francisco Miguélez no ha podido regresar a su barco desde el inicio de la crisis

Francisco Miguélez, en el aeropuerto de Sao Paulo. // FdV

A mediados de febrero el vigués Francisco Miguélez, que vive a caballo entre la ciudad olívica y Brasil, de donde es su esposa, regresaba al país sudamericano desde Namibia, donde capitanea un barco pesquero. Por aquel entonces no era consciente de lo que estaba por venir, y tanto él como el resto de la tripulación debían regresar al país africano en marzo para relevar a los otros trabajadores del barco. Cinco meses después, todavía no lo han conseguido. Y es que en marzo, a causa de la pandemia, el aeropuerto de Namibia, como la mayoría de aeródromos del mundo, echaron el cierre. "Aún así, las compañías seguían vendiendo billetes pese a que sabían que los vuelos no saldrían. Yo compraba vuelos y al final no podía volar", recuerda. La única vía que encontró para salir de Brasil y llegar a Namibia, uno de los países más castigados de la pandemia, era muy rocambolesca: volar desde Sao Paulo hasta Lisboa, trasladarse a la ciudad olívica, a partir de ahí coger un vuelo a Fráncfort y, desde Alemania, otro hacia África. El primer paso de este largo viaje acabó convirtiéndose en una odisea. Y es que Francisco Miguélez, como otras decenas de pasajeros, no pudieron coger el vuelo ofertado por la aerolínea TAP entre Brasil y Portugal. Pese a llevar los resultados de una PCR realizada recientemente que demostraba que no estaba contagiado por coronavirus, la empresa defendía que el gobierno portugués solo autorizaba a entrar en el país a personas extranjeras tras someterse al test rápido que detecta la presencia de anticuerpos relacionados con el Covid-19.

"Es inexplicable que no les valiese una PCR, que es la que determina si estás o no contagiado", lamenta el capitán del pesquero. La mayoría de pasajeros, por tanto, se quedaron en tierra. Algunos de ellos decidieron irse a un hotel para pasar la noche. Otros se quedaron. Entre los que permanecieron en la terminal estaba Francisco Miguélez y, con la mediación del consulado español en Sao Paulo, consiguieron subirse a otro avión unas horas más tarde hacia Lisboa. Ahora ya está en Vigo con su familia, a la espera de que el 17 de julio suba a un vuelo con destino a Fráncfort, donde hará escala hasta llegar a África y poder volver a su barco. "Espero que sea el final de esta odisea", apunta.

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