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Voces corales a través de la mascarilla

La agrupación Casablanca retoma sus ensayos en grupos reducidos, con sesiones más cortas, partituras en el móvil y medición de temperatura

Contraltos y mezzosopranos de la Coral Casablanca en su primer ensayo tras más de cien días de parón. J. LORES

Como ponerse una mano delante de la boca. Como usar una sordina, esa pieza que se usa para disminuir la intensidad del sonido. O Como cuando pisas el pedal del medio en el piano para ensayar por las noches sin molestar a los vecinos. Así describe el director de la Coral Casablanca, Óscar Villar, cómo es cantar con una mascarilla. Los integrantes de la agrupación empezaron a probarlo ayer, al retomar los ensayos tras más de cien días sin trabajar la voz conjuntamente.

En la agrupación son conscientes de que se trata de una práctica con mayores riesgos de transmisión que otras por la emisión de aerosoles al cantar. En el estado de Washington, un solo cantante infectado contagió al 87% de su coro tras una sola sesión de dos horas y media. "No hay que irse a Estados Unidos, pasó en A Coruña o en Madrid, con el coro de la Zarzuela", señala Villar. Por ello, el director y el patronato de la Fundación Coral Casablanca decidieron proteger a los 500 integrantes de sus cuatro coros y suspender los ensayos una semana antes del decreto del estado de alarma. Lo que pensaron que duraría 14 días se ha prolongado ya casi cuatro meses.

En sus 64 años de historia, la Coral Casablanca nunca había hecho un parón tan grande en sus ensayos. "Y cada día que pasa es una pérdida nueva, como un equipo de fútbol sin entrenar, lo mismo", sostiene Villar. De ahí que decidieran recuperar la actividad grupal, pero con todas las precauciones posibles. "Lo tenemos que intentar, no podemos hacer otra cosa", defiende Villar.

La mascarilla, obligatoria en ensayos y actuaciones según lo publicado en el Diario Oficial de Galicia, es solo una de ellas. Este elemento supone una importante limitación. "Una de las cuestiones más importantes a la hora de cantar es la máscara", cuenta Óscar Villar. Se denomina así a los resonadores que están en la zona de la nariz, la boca, los pómulos y el mentón. "Al tener esa parte tapada, no sé muy bien cómo están colocando las vocales, las consonantes y tener una tela delante de la boca, eclipsa el sonido", explica y añade: "No es una tarea fácil". Además, el gesto al cantar es fundamental para transmitir", defiende.

Las sesiones son en grupos reducidos, de alrededor de quince personas. Entre otras cosas, según el acuerdo del Consello da Xunta, los integrantes deberán estar separados metro y medio -y a tres metros del público, si lo hubiera-, por lo que sería muy complicado reunirlos a alrededor de 120 integrantes. Por el momento, cada cuerda practicará por su lado. "Los ensayos servirán para ir trabajando las voces individualmente", cuenta Villar..

La distancia interpersonal también es un hándicap. "El empaste de voces necesita proximidad al que canta o toca lo mismo. En un coro, cuanto más separado, más difícil", detalla. "Va a ser más el empeño y el amor propio, que la calidad del ensayo", opina antes del primero de la era poscovid.

Se estrenaron ayer barítonos y bajos y, una hora después, las contraltos y mezzosopranos. Unos salieron por la puerta principal del Real Club Náutico y las otras, entraron por el acceso de As Avenidas. Así evitaron el contacto. Antes, las sesiones duraban casi dos horas. Ahora se han reducido a 50 minutos. "Puede ser peligroso estar más, con la mascarilla no respiras igual", sostiene el director.

A la entrada, tuvieron que desinfectar el calzado en las alfombrillas provistas para tal fin y se les tomó la temperatura a todos. Se dispusieron geles hidroalcohólicos y se mantuvo el local ventilado, incluso, con una nueva ventana. Las partituras nuevas ya no se entregan en papel. Cada componente las debe leer a través de su teléfono móvil.

La Fundación ha pedido a las personas que estén en mayor riesgo por edad o por patologías que no acudan al ensayo. Pero Villar no solo observa miedo al contagio entre los veteranos. "También lo tienen los jóvenes". Por ello, estos ensayos no son, ni mucho menos, obligatorios.

Será más conservadora con el coro Gepetto, de los mayores de 65 años, y con el de Los sonidos de la memoria, de pacientes de alzhéimer. "Son de altísimo riesgo", subraya. Aún no saben cuándo regresará a la actividad. Con los niños y los jóvenes esperan volver a trabajar en el mes de septiembre, cuando regresen a las aulas.

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