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El mobiliario salpica las pistas de baile

Discotecas y salas de fiesta abren esta semana cargados de incertidumbres

Un trabajador del Gatsby redistribuye mobiliario para tratar de garantizar la distancia social. // Alba Villar

Cargados de incertidumbres. Así se enfrentan los empresarios del ocio nocturno a la posibilidad de reabrir sus locales esta semana con dos tercios de su aforo. Tienen dudas sobre cómo poner en práctica algunos de los requisitos o cómo hacerlos cumplir. Especialmente, la distancia social en estos espacios, concebidos para entablar relaciones. Pero la gran incógnita es saber cómo responderá la clientela al nuevo escenario: ¿Acudirá a pesar del miedo al contagio, de la obligación de llevar mascarilla salvo para beber, de respetar la separación interpersonal..? Buena parte de las discotecas y salas de fiesta lo van a intentar. Entre otras medidas, muchas salpicarán sus pistas de baile con mobiliario para propiciar esa distancia.

Samuel Pousada, presidente de la Federación de Asociaciones Provinciales de Empresarios de Salas de Fiestas y Discotecas (Fesdiga), se muestra satisfecho de que la Xunta haya tenido en cuenta las reclamaciones del sector de aumentar el aforo permitido hasta dos tercios del total. "Menos, era inviable", asegura. "Ahora cada local analizará si quiere abrir y cuando", explica y calcula que entre un 70 y un 80% de los negocios de ocio nocturno acabará abriendo. "Otro porcentaje decidirá esperar un poco más", expone.

La noticia de que podrían abrir y en qué condiciones la recibieron el sábado y los preparativos para poder hacerlo "llevan días", explica Pousada. Así que ayer era una jornada ajetreada para los que decidieron hacerlo. "Hay que hablar con el personal, quitarlos del ERTE, formarlos en la nueva situación, adaptar locales con nuevas distribuciones...", detalla. Aclara que los locales deberán pedir el teléfono de los clientes al entrar y guardarlo durante 28 días para contactarlos en caso de que se detectara algún positivo, pero la entrega de esta información es voluntaria.

José Luis Asenjo, vocal de ocio nocturno de la Federación de Hostelería de Pontevedra, abrirá sus cuatro locales -Tokyo y Gatsby en Areal, así como de La Radio y Boom Boom Room en Churruca-. "Estamos con mucha incertidumbre, pero si no abrimos, ¿qué hacemos? No nos van a perdonar más los alquileres ahora que ya podemos abrir", expone. Aplaude la negociación con la que han ampliado el aforo hasta los dos tercios del total. Aún así, resalta que "las restricciones son duras". Cuenta que él era reacio a abrir los dos pequeños y está convencido de que arrancarán con pérdidas. "Solo salvaríamos con mucha rotación", estima. En los otros dos, aspira simplemente a no tenerlas.

Asenjo se afanaba ayer en dotarlos de geles, jabón y más mobiliario. "Hay que poner más zonas de mesas y menos de baile. Reincorporará a los 34 trabajadores en ERTE. "Estoy seguro de que lo vamos a hacer muy bien. No vamos a dejar desmadrar nada porque no queremos retroceder. Incidiremos mucho en el tema de la mascarilla. Debemos ser rígidos y pensar en la salud de todos", señala. Para el Tokyo, que abre el jueves, estrenarán la compra de entradas por aplicación móvil.

La Iguana Club, uno de los locales más emblemáticos de la ciudad, reabrirá el viernes a medianoche. "No tenemos otra opción, continuar cerrados es un poco inviable", cuenta Billy King y añade: "Habrá que intentarlo". Cerraron voluntariamente antes del estado de alarma al ver que la situación "se escapaba de las manos". Llevan cuatro meses sin ingresos, pero con los gastos fijos de alquileres y servicios.

Les gustaría arrancar con un concierto, pero "está complicado". Hay muchas dudas: "No sabemos si tienen que estar en sillas, si no..." Ya están empezando a programar música en directo y tienen citas cerradas desde septiembre hasta junio. También tienen dudas sobre cómo llevar a la práctica la distancia social, con tres metros cuadrados para cada cliente. "Nadie tiene eso claro. Es complicadísmo", resalta. Ellos planean "distribuir pequeñas mesas altas" que lo faciliten.

"Estos locales funcionan por contacto social, no con distanciamiento", lamenta Pablo Iglesias, propietario del Mondo Club y del Rada, que no solo ve complicado este año, sino también el que viene. "No sé si la gente estará dispuesta a volver con mascarilla y separación a un local al que, en teoría, vas para olvidarte de todo", plantea y, entre otras cosas, se pregunta: ¿De pie, cómo controlamos la separación de la gente y que no beba?". Para contribuir a recuperar la normalidad, reabrirán Radar. Pero solo para sentarse, dotándolo de más mobiliario. "Compensar, no va a compensar, lo tenemos clarísimo", señala. En el Mondo no saben cómo hacer. "Hay muchas cosas de la norma que no entendemos", explica. Harán una consulta a la Xunta a través de la asociación Club Cultura.

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