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Las guarderías piden a la Xunta que agilice las ayudas para poder sobrevivir

Las escuelas infantiles privadas aguantan con ERTE y créditos ICO, pero dudan de si resistirán hasta septiembre

Foto de archivo de una educadora contando un cuento a alumnos de una escuela infantil. // Alba Villar // Alba Villar

En las escuelas infantiles privadas de la ciudad están angustiados. Mientras dure el cierre obligado de sus instalaciones y, por tanto, la ausencia de ingresos, la inmensa mayoría de los centros de la ciudad se han visto obligados a echar mano de ERTE (Expedientes de Regulación Temporal de Empleo) y de créditos del Instituto de Crédito Oficial (ICO) para poder afrontar los ineludibles gastos fijos, que varían entre los 2.500 y 10.000 euros al mes. Pero alertan de que esto no será suficiente para llegar hasta septiembre, mes al que la Administración ha demorado su apertura. Una decisión que ya tienen asumida como inapelable, pero que no comprenden: "No entendemos que pueda haber campamentos para niños de 3 a 8 años en centros de ocio y que nosotros no podamos abrir". Para "sobrevivir" hasta que les permitan retomar la actividad, reclaman a la Xunta que agilice el cobro de las ayudas aprobadas la semana pasada. Lanzan un grito de auxilio: "Necesitamos que se paguen rápido, es la única forma de que podamos seguir".

Fernando Rolland, vicepresidente de la Asociación Galega de Escolas Infantís (Agadei) y director del centro vigués Lúa, cuenta que hay guarderías en Galicia que "ya están pensando en echar el cierre porque las ayudas no llegan y están con el agua al cuello". Explica que la situación de las 22 guarderías asociadas en el municipio -casi todas las privadas que hay- no es "tan límite". "La mayoría hemos pedido un crédito ICO y es con lo que estamos subsistiendo ahora mismo", detalla y recuerda que llevan tres meses cerrados sin generar ingresos, pero manteniendo gastos fijos como alquileres e hipotecas.

También han recurrido a ERTE por fuerza mayor, que les libera del pago de las cuotas de la Seguridad Social de los empleados. Pero Rolland alerta de que, si las condiciones cambian a partir del 30 de junio y tienen que asumir parte de estos costes, será "imposible" que sobrevivan. Las ayudas publicadas por el Gobierno autonómico el viernes pasado contemplan la posibilidad de cubrir este aspecto. "La Xunta tiene dos meses para concederlas, pero si tenemos que esperar eso más el tiempo de cobro, tendríamos muy complicado seguir adelante", destaca.

Las escuelas infantiles eran partidarias de retomar su actividad con la "nueva normalidad" y no entienden por qué son de los pocos ámbitos que no pueden hacerlo hasta septiembre. "La Xunta se escuda en la seguridad y la salud. Es lo primero, no vamos a decir lo contrario. Lo que no entendemos es por qué unos sí y otros no. Está abierto prácticamente todo", defiende Rolland . Agadei reclamaba poder reabrir los centros ya en julio o agosto "para que, después de cuatro meses, sirviera algo de contacto, poco a poco, para los niños" y para poder ayudar a las familias que "están haciendo juegos malabares para poder conciliar". "Además, la situación ahora mismo no parece que sea tan complicada como dicen que podría serlo en septiembre", añade. Fernando subraya que los menores han sido "los grandes olvidados de esta crisis desde el principio". "Han estado 45 días sin poder salir de casa y se abrió el ocio adulto, pero los niños no han podido ir a un parque", opina.

En cuanto al protocolo que deberán cumplir para iniciar las clases en septiembre y que recibieron el martes, las escuelas infantiles privadas lo ven "fácilmente viable". "Desde hace mucho tiempo, tenemos unas medidas higiénicas por encima de la mayoría de los sectores. Por ejemplo, nosotros incorporamos el gel hidroalcohólico ya con la gripe A. También establece que hay que higienizar el cambiador cada vez que cambias a un niño, cosa que ya hacíamos. O con los juguetes. Cuando los bebés cogen un juguete y lo chupan, nosotros, normalmente, lo apartamos y usamos un spray para higienizarlo. Son medidas que nosotros ya teníamos implantadas", detalla. Otras, les duelen más. Como la prohibición de que los padres accedan al centro: "Lo vamos a echar de menos los padres, los niños y nosotros también, porque es un contacto que te ayuda a generar esa confianza que queremos tener siempre con las familias. Vamos a deshumanizar un poquito las escuelas", lamenta.

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