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El mes de la vuelta a la "normalidad"

Más de 30 días después del inicio de la desescalada, los negocios de Vigo recuperan paulatinamente la actividad pre-Covid-19

Ya hemos podido tomar el sol y comprobar la temperatura del agua en las playas, comer y cenar en restaurantes, disfrutar de las cañas en las terrazas, comprar ropa tanto en pequeños comercios como en grandes superficies, ir a los museos, ponernos a punto en las peluquerías, realizar prácticas de conducir e incluso organizar las vacaciones de verano. Son los pequeños pasos que nos dirigen paulatinamente hacia la ya famosa nueva normalidady conforman el proceso de desescalada, que cumple ahora un mes.

El 4 de mayo, los negocios comenzaron a ver la luz al final del túnel con la reapertura condicionada: cita previa y medidas de seguridad elevadas a la máxima potencia. Fue una gran noticia después de más de 40 días con las verjas bajadas tras decretarse el estado de emergencia sanitaria y, pocas horas después, el estado de alarma con el objetivo de cortar las alas al Covid-19. La urbe comenzaba a latir, aunque de forma sumamente sigilosa.

Un mes después, el corazón de Vigo ya palpita a un ritmo que se acerca al de la época precoronavirus poco a poco. El tráfico es un termómetro ideal: su intensidad se aproxima a la de hace tres meses, antes de la crisis, con zonas en las que su reducción solo es del 14%.

Enfrascados en los últimos compases de la fase 2, con la que desaparecieron las franjas horarias y regresaron los alumnos a las aulas de Formación Profesional y Bachillerato, los negocios ya ven por el retrovisor las jornadas de adaptación a una situación inédita en la que cobran especial protagonismo las mascarillas, la higiene y el distanciamiento físico: la finalidad es evitar un segundo episodio de pandemia, que dejaría tiritando todavía más al tejido económico olívico.

¿Y en qué situación se encuentran actualmente Vigo? Esta misma semana, comenzaron a entrar los primeros visitantes a los espacios culturales dependientes del Concello: el Marco, la Casa Galega da Cultura, la Casa das Artes o el Verbum recobraron vida tras un largo letargo impuesto por el virus. Se suman, así, a la ola del desarrollo de la desescalada, en la que ya surfean con habilidad los negocios a pie de calle, como las ferreterías o las papelerías -siempre limitando su aforo y ofreciendo gel hidroalcohólico para reducir al máximo las posibilidades de contagio-, así como las autoescuelas, en funcionamiento desde el 25 de mayo.

Tras dedicar las primeras jornadas a blindar las aulas y vehículos contra el virus y a atender las dudas de los alumnos, funcionan casi a pleno rendimiento. "La actividad está prácticamente normalizada desde esta semana. Hemos cogido ritmo más rápido de lo que esperábamos. Ya se hacen exámenes teóricos y, en breve, de destreza y de circulación. Se nota que la gente quiere sacar el carné", apunta el presidente de la Asociación Provincial de Autoescuelas, Alberto Bugallo, quien destaca las pautas de seguridad que se aplican tanto en las clases como en las prácticas. "Pueden ir hasta cuatro personas en el mismo coche, todas con mascarilla, aunque lo habitual es que viajen tres. La capacidad de las aulas se ha reducido, por lo que, en algunos centros, se ha optado por establecer más turnos. Todavía no sabemos si esto conllevará un retraso a la hora de completar el camino para lograr el permiso", cita.

Los concesionarios también intentan recuperar el pulso, aunque, por ahora, les está costando. Las cifras de ventas de turismos y todoterrenos nuevos durante el pasado mes de mayo a nivel nacional no son esperanzadoras: 34.337, un 72,7% de reducción respecto al mismo mes del año pasado, según la información publicada por las asociaciones de fabricantes (Anfac), concesionarios (Faconauto) y vendedores (Ganvam). Los guarismos se ajustan a la radiografía que hacen desde Rodosa, que comercializa Renault y Dacia, de donde salieron 50 unidades cuando lo habitual es que se supere el centenar.

En una situación similar se encuentran los comercios, que luchan para olvidar el cerrojazo con descuentos y con un sello de seguridad para certificar la higiene de los locales. El objetivo: que los clientes recuperen la confianza y se aventuren a realizar compras "por impulso", como define el gerente de Centro Príncipe, Enrique Núñez. Una coyuntura semejante padecen las peluquerías, que, a pesar de haber tenido un éxito sin precedentes en los primeros días de reapertura, ven ahora cómo se reduce la actividad.

Capítulo aparte merece la hostelería. Con terrazas prácticamente llenas y restaurantes ya con un ritmo elevado, el sector espera la llegada de turistas para lograr reponerse del golpe que ha supuesto la irrupción tan feroz del coronavirus.

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