Se ha ido un amigo. Un hombre preocupado por la cultura y el patrimonio arqueológico de la península del Morrazo. El que recogía informaciones, pateaba los montes para catalogar los restos prehistóricos y el que se mostraba incansable a la hora de convencer a los arqueólogos para que fuéramos a valorarlos. Recuerdo cuando ingresó en el Grupo de Arqueología Alfredo Garcia Alen, cuando publicamos juntos un pequeño libro sobre la Prehistoria de Cangas en 1985 y cuando ayudaba con entusiasmo en las excavaciones arqueológicas que hacíamos, por la década de los años ochenta del siglo pasado, en el Morrazo. Estoy hablando de Antonio Nores Soliño, un compañero inolvidable de todas aquellas vivencias de juventud que siempre estaba interesado en la prehistoria y en la protección del patrimonio arqueológico de Cangas. Luchó y trabajó en darlo a conocer al público organizando y montando exposiciones y conferencias, pues pensaba que era la forma de protegerlo y conservarlo. Sirvan estas líneas para agradecerte tus desvelos, todos los compañeros del Grupo, y los que te conocimos y tratamos nunca te olvidaremos.