El nuevo coronavirus y sus consecuencias tanto en el hospital como en los hogares ha quitado el sueño a muchos sanitarios durante estos meses. En una de esas noches de insomnio, al jefe de Salud Mental del Chuvi, José Manuel Olivares, se le encendió la bombilla. Una de las líneas de trabajo del Grupo de Neurociencia que lidera en el Instituto de Investigación Sanitaria Galicia Sur es indagar en la relación entre las infecciones, el sistema inmune y los trastornos psiquiátricos. A las 4 de la madrugada del 28 de marzo, el día de la Reconquista, recordó unos estudios de finales de los años 70 que atribuían respuesta antiviral al litio, un tratamiento que en su servicio usan habitualmente en trastornos bipolares, depresiones persistentes o síntomas de la esquizofrenia como la hostilidad o la agresividad. A primera hora de la mañana estaba ya en contacto con el neurocientífico Carlos Spuch para desarrollar la idea. Ya han obtenido unos resultados "excelentes" con diez pacientes muy graves que presentaron "una mejoría inmediata" y una recuperación del cien por cien. Ahora están a la espera de la autorización de la Agencia Española del Medicamento para realizar un ensayo clínico más amplio y definitivo.

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Como no se puede usar un fármaco con una indicación diferente a la aprobada mientras no esté autorizado el estudio en pacientes, lo primero que hicieron fue cruzar los datos de los cuatrocientos y pico pacientes psiquiátricos tratados con litio en el área sanitaria viguesa y comprobar si se habían infectado con el SARS-CoV-2. No encontraron ningún caso. Pero con la escasa circulación del virus entre la población viguesa, necesitaban dar un paso más para tener información más concluyente.

Encontraron la oportunidad en los pacientes con Covid-19 para los que Medicina Interna solicitaba interconsulta de Salud Mental. Algunos ya tenían de antes patologías psiquiátricas y otros desarrollaron afecciones como agresividad o estados maníacos con la infección. Solo en aquellos casos en los que el litio era la prescripción adecuada para estos problemas psiquiátricos se escogieron para su seguimiento.

Fueron 10 personas con cuadros muy graves, que recibían el tratamiento habitual -hidroxicloroquina y kaletra- y litio. "Observamos como, tras la primera administración de litio, se redujeron significativamente los parámetros inflamatorios y se potenció la actividad del sistema inmune aumentando el nivel de linfocitos". Presentaron "una mejoría muy rápida" y los diez se curaron completamente. Los resultados de esta investigación están siendo revisados por la revista Frontiers in Pharmacology.

El doctor Olivares destaca que aún hay que confirmar su eficacia con un ensayo clínico más amplio y advierte de que la administración del carbonato de litio debe hacerse siempre bajo prescripción y la estricta vigilancia médica, ya que la dosis debe ser muy precisa. "La que vale para uno puede ser tóxica para otro", alerta.

La tramitación con la Agencia Española del Medicamento para la realización de este estudio ya está muy avanzada. Prevén llevarlo a cabo con 45 pacientes. El problema es que, con la larga burocracia, la autorización les llegará con escasos pacientes en el hospital. Esperan estar preparados para realizarlo con la segunda oleada, si es que esta se produce. Si no, los planes son aliarse con otros centros para alcanzar esta cifra.

También han solicitado financiación al Instituto de Salud Carlos III y al Fondo Supera, financiado por la CRUE, el CSIC y el Banco Santander.

El litio es un tratamiento que se emplea desde hace 70 años en Psiquiatría. Ha demostrado la capacidad de inhibir la replicación de varios tipos de virus. Primero se demostró con el herpes simple o el VIH y, más recientemente, con el SARS-CoV-1, lo que aumenta las esperanzas en este prometedor tratamiento. El doctor Olivares destaca que se ha comprobado que puede ser antivírico, que aumenta la respuesta inmune y tiene acción antiinflamatoria, tres claves contra el nuevo coronavirus.

En el equipo también trabajan la psiquiatra Marta López-García, la investigadora postdoctoral Tania Rivera Baltanás y la investigadora predoctoral Daniela Rodrigues Amorím.