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La caña y el sedal reconquistan el litoral

La pesca marítima recreativa se reactiva con medidas para atajar los contagios: distancia física e higiene

Decenas de pescadores eligieron ayer el espigón del Náutico para practicar una de las aficiones más aplaudidas en la urbe olívica. // J. Lores

Subido a un muro del espigón del Náutico, Fernando Ferreiro intentaba desde las 9.30 horas de ayer atrapar algún pez, misión que, tras más de 90 minutos, no había logrado. "Por el momento, no he cogido nada, pero es divertido", defendía. Cuida esta afición desde hace unos 10 años y nunca había pensado que le haría sentirse tan privilegiado: "Me permite salir de la rutina y dejar de estar encerrado en casa". La libertad de poder respirar el mar a pocos metros del agua sin atender a franjas horarias es un "alivio" que ya sintió el pasado lunes: chocos y pulpo, su recompensa. En ambas ocasiones, máxima precaución para atender a las medidas dictadas por las autoridades sanitarias: distancias de seguridad e higiene.

Así se presenta la nueva normalidad de la era coronavirus para los amantes de la caña y el sedal, que comenzaron a principios de este mes a desempolvar los utensilios tras la autorización dictada por la Xunta el pasado día 5, permiso confirmado por el Gobierno central el 16 de mayo en el Boletín Oficial del Estado (BOE), que se encargó de despejar las dudas vinculadas con esta práctica tan aplaudida en la ciudad olívica. Las condiciones son concretas: portar mascarilla cuando no sea posible guardar la separación con otras personas, no compartir utensilios ni utillaje de comida o bebida, y limpiar y desinfectar el vestuario después de usarlo, así como los artilugios empleados.

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Marcaban las 11 horas los relojes cuando Daniel Puza se disponía a cambiar de zona para capturar animales marinos. Dejaba atrás el entorno del monumento a Julio Verne con el objetivo de desplazarse hacia el espigón del Náutico en busca de suerte. "Se ven peces, pero no pillé nada hasta ahora. Llevo desde las 7 de la mañana", explicaba mientras sujetaba la caña en una mano y la mochila en otra. El tiempo "tan tranquilo", la luna y la marea no acompañaban. La salida de ayer fue la segunda de la era Covid-19: la anterior, hace dos fines de semana. Aunque practica la pesca desde los 12 años, reconoce que la tenía "un poco olvidada" antes de la irrupción del patógeno. "Curiosamente, la retomo ahora. Y tengo pensado volver más días a esta zona e ir a otras: A Guía, O Berbés o la ETEA", comentaba antes de recordar las quedadas de antaño con sus "colegas" para ir a pescar al río.

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La caña y el sedal reconquistan el litoral de Vigo

Ya en el espigón, y equipado con una caña, una bolsa de plástico y un cubo, se encontraba pasadas las 11 horas Luis Jesús Alonso, que retomaba la pesca después de dos semanas. La incertidumbre lo privó de regresar antes: "Primero, la Xunta dijo que se podía; luego, que no. Y, ahora, el Gobierno dice que sí". Se traslada desde Mos para disfrutar de un pasatiempos que le regala tranquilidad desde hace cinco años y en el que dio los primeros pasos cuando era pequeño, motivado por sus padres. "Estoy todo el día aquí, solo paro cuando voy a comer: me acerco a un restaurante próximo. Ya echaba de menos la pesca y estar con los compañeros", relataba antes de confesar que esperaba sacar del agua caballas a partir de las 14 h. Esa era su meta.

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