Este jueves será 30 de abril. Una fecha que está grabada a fuego para los familiares y amigos de Déborah Fernández-Cervera. Porque ese mismo día de hace 18 años, en 2002, esta joven viguesa, alegre y creativa, desaparecía sin dejar rastro tras salir a correr por Samil. Diez días después su cadáver desnudo aparecería lejos de su casa, a más de 40 kilómetros, entre unos matorrales en una cuneta de una carretera de O Rosal. El aniversario de este 2020 llega envuelto en un contexto muy distinto al de los últimos años. La infatigable lucha de los más cercanos a la joven fue clave para que un nuevo equipo policial retomase una investigación plagada de interrogantes, pero en la que casi desde el inicio destacó un mismo sospechoso. El verdadero paso de gigante llegó hace seis meses, cuando el Juzgado de Instrucción 2 de Tui reabrió una causa en la que desde 2010, durante una década, no se había avanzado nada. Desde entonces 15 testigos, del entorno de la fallecida y de quien siempre ha estado en el punto de mira policial, declararon ante jueza y fiscal. Las últimas comparecencias fueron el 20 de febrero. Las siguientes semanas no hubo ninguna más. Y a mediados de marzo llegó el coronavirus, que mantiene parada la actividad judicial. Conscientes de la actual situación sanitaria, la familia de Déborah reivindica que las pesquisas no deriven hacia un punto muerto, que no flaqueen. Ellos, avisan, no lo harán: "Hemos luchado lo imposible por llegar hasta aquí y lo seguiremos haciendo, nunca nos daremos por vencidos".
Estas palabras las pronuncia Rosa, una de las hermanas de Déborah. Pero resumen también el sentir de sus otros hermanos, Jose y María. Y de sus padres, Rosa y José Carlos. Precisamente el progenitor fue el primer y por ahora único miembro de la familia que ha tenido la oportunidad de declarar como testigo en sede judicial para describir como fueron las horas previas y posteriores a la desaparición de su hija. Tuvieron que pasar casi 18 años, ya que su comparecencia se produjo este 2020, hace dos meses. José Carlos Fernández-Cervera destacaba aquella mañana que, aunque no son concluyentes, el caso cuenta con "muchos indicios".
Lo que urge la familia es que se tire de todos ellos, que se contrasten las actuales declaraciones con las que se prestaron en su día... Consideran que de lo practicado hasta ahora hay cuestiones lo suficientemente esclarecedoras como para que la causa judicial "siga hacia adelante", sin flaquear. En los últimos meses, a través de escritos remitidos al juzgado y a la unidad central de la Policía Nacional en Madrid, los familiares de Déborah y los abogados que los representan han puesto el acento en los "lamentables" y "negligentes" errores policiales que hubo en este caso a lo largo de los años. Quejas que se extienden al último equipo que reactivó las pesquisas en 2019.
La clave ahora es de qué manera avanzará la instrucción. Por ahora, junto al padre de Déborah, una de sus mejores amigas y otras personas de su entorno, pasaron también por el tribunal tudense amigos del exnovio, los padres de éste y compañeros del Club de Campo al que el joven fue a jugar un partido de fútbol el día de la desaparición. Las pesquisas son fundamentales ya que cada vez falta menos para 2022, cuando, al cumplirse los 20 años, la causa prescribiría.
Homenaje
A la espera de los próximos pasos, Rosa confiesa que aunque el camino para saber la verdad está siendo "arduo" y "difícil", no desfallecen. "No nos rendiremos", afirma. De cara al aniversario de este jueves, debido a la actual situación por el Covid-19 cada allegado llevará "el duelo" en su propia casa. Hace un año la familia logró reunir a centenares de vigueses en la Porta do Sol en un emotivo homenaje que contó con la presencia de una decena de artistas. En esta ocasión será distinto, pero no menos especial. En sus redes sociales, en la página Justicia para Déborah, colgarán un vídeo recordatorio de aquel multitudinario acto. Su lucha, 18 años después, sigue muy viva.
