"En un mes en el que casi todo es negro o gris", trabajadores del servicio urgencias sanitarias del 061 se encontraron el miércoles por la mañana con una "alegría". Asistieron con éxito a un parto en un domicilio de la calle Uruguay al que, por si fuera poca la dificultad que añade el uso de los equipos de protección obligados por la pandemia, se unía que el niño venía de nalgas.

Los padres lo sabían y contaban con que llegaría por cesárea, pero el niño tenía mucha prisa por salir y no les dio tiempo ni a salir de casa hacia el hospital. "El mejor sitio donde parir es el hospital, porque es donde están todos los especialistas y los medios", recalca la médica del 061 que los atendió, la doctora Luisa Gorjón. Pero el bebé no les dio esa opción a sus padres. Al poco de romper aguas, las contracciones se sucedían muy rápido.

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Cuando la doctora, la enfermera Elena Pazó y los técnicos en emergencias sanitarias Modesto Pérez y Brais Ramos subieron con sus trajes de protección -"vas igual que a una asistencia de Covid-19, porque no sabes lo que te vas a encontrar"- y el material las escaleras hasta este cuarto sin ascensor y llegaron a la casa, el niño ya estaba asomando los pies. Protegidos con bata, mascarilla, gorro, pantalla y guantes, colocaron a la madre, le hicieron las maniobras que corresponden y "todo fue muy rápido".

El bajo peso del bebé contribuyó a que algo tan complicado como un parto natural de nalgas saliera bien. También ayudó que era el segundo parto de la madre. Pero no solo eso. "La colaboración de los padres, siguiendo nuestras instrucciones, fue fundamental", cuenta la doctora Gorjón y añade: "Estaban nerviosos, pero manteniendo la calma y dejándonos actuar". El padre cooperaba calentando paños e incluso bajando material a la ambulancia.

Y es que el descenso hacia el vehículo tampoco estuvo exento de dificultades. En un edificio con escaleras antiguas, bajaron a la madre y al bebé en una silla especial, manteniendo en todo momento el vínculo piel con piel y la protección térmica que necesita el recién nacido para evitar complicaciones.

En más de veinte años de profesión, era la primera vez que la doctora asistía a un parto. Añadido a las excepcionales circunstancias en las que se desarolló, provocó una inmensa alegría a todo el equipo.

La médica lo ve como un buen ejemplo de que, a pesar de la infección Covid-19, "la vida continua".