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Vicente Suárez: "Las secuelas pueden ser muchas tras un confinamiento, hay que protegerse"

"Tiene que haber una despedida, aunque sea simbólica, para evitar un duelo patológico"

Vicente Suárez, doctor en Psicología, en su despacho. FARO

Desde sus amplios conocimientos como doctor en Psicología y profesor en la escuela de Povisa, el vigués Vicente Suárez analiza los efectos del confinamiento en las personas y ve el lado positivo de una situación que se prolongará hasta, al menos, finales de abril.

-Llevamos ya tres semanas de confinamiento. ¿Cómo puede afectar esto a las personas, especialmente a las más vulnerables?

-La situación que estamos viviendo es imprevista y hay mucha información pero poco conocimiento. No tenemos claro qué va a ocurrir, y eso genera en la gente mucha incertidumbre. Es necesario gestionar esa incertidumbre a nivel de emociones, de conducta, de toma de decisiones... Y sobre todo a nivel de sociabilidad y comunicación con las personas que nos rodean. Hay estudios precedentes de otras epidemias que demuestran que situaciones como esta siempre dejan secuelas.

-Se ha ampliado el confinamiento al menos dos semanas más. ¿Qué consejos daría para que esas secuelas fuesen las mínimas posibles?

-Ampliar el confinamiento también significa seguir aprendiendo. Se pueden retomar, por ejemplo, los juegos que se hacían de pequeño, contar historias familiares, volverlas a contar... A medida que se alargue el tiempo de confinamiento, las familias que se comunicaban bien se sentirán todavía más cómodas. Las que tenían dificultades de comunicación, es imprescindible que pidan ayuda. Habrá que aprender a reincorporarnos a la normalidad de forma paulatina. Para las personas con cierta fobia social, será más difícil. Las secuelas pueden ser muchas, pero hay que pensar en cómo prevenir y cómo protegerse. Este es un momento muy bueno para utilizar la introspección y la inteligencia emocional. Una pandemia como esta nos hace recordar que todas las personas somos iguales, que lo que ocurre a alguien que vive en China o Vietnam tiene repercusión y nos afecta a todos.

-Durante el encierro, la ansiedad llegará en un momento u otro. ¿Qué hay que hacer en esas situaciones?

-La ansiedad es una emoción entre comillas saludable, en el sentido de que nos permite reaccionar. Lo que ocurre es que ante amenazas exageradas, ya sean reales o imaginarias, el sistema nervioso reacciona de forma inadecuada y esa reacción nos hace daño. Si estamos cerca de una persona mayor o un niño, lo que más tranquiliza es la protección, la compañía, el afecto, tener una palabra de consuelo y escuchar a la persona que sufre ansiedad. Porque alguien con ansiedad necesita exteriorizar y compartir sus miedos y su angustia.

-¿Cómo le pueden explicar unos padres a sus hijos pequeños que no pueden salir de casa ni para ir al colegio?

-Hay muchas recetas para explicar la situación. Por ejemplo, dibujando en la mano del niño un coronavirus y aprender que lavándose va desapareciendo. Los niños tienen mucha energía y se sienten a gusto de estar en casa porque pueden disfrutar de sus padres. Ellos saben que dependen de los mayores, y cuando perciben ansiedad en ellos, también les afecta. También necesitan saber que sus abuelos están bien, es importante que hablen con ellos o los vean por videoconferencia para saber que están bien.

-Los mayores están siendo los grandes afectados de esta pandemia...

-Los mayores que están lúcidos tienen en su haber muchos recuerdos y experiencias de situaciones complejas, ya han estado en muchas batallas. Son personas que lo viven con más angustia que los jóvenes. Muchas veces posiblemente no lo verbalicen para proteger a los que estén a su alrededor. Los mayores requieren mucha seguridad de que van a ser atendidos. Las noticias que salen a diario en la prensa sobre ancianos que mueren en soledad generan mucha angustia en ellos, y por eso tenemos que protegerlos.

-Están muriendo solos, tanto en residencias como en los hospitales. Para las familias también está siendo duro...

-Cuando no hay posibilidad de despedirse, se genera un duelo patológico. Lo que se sugiere a nivel psicológico es que los familiares hagan una especie de rito. Se pueden reunir entre ellos por videoconferencia y recitar un poema, alguna oración... Tiene que haber una despedida, aunque sea simbólica, para evitar ese duelo patológico. El objetivo es pedirles perdón por no haber podido estar con ellos, aunque obviamente no tienen culpa de ello.

-¿Qué me dice de las personas con adicciones?

-Esta situación les altera absolutamente todo. Los que le rodean deben estar muy pendientes y mantener el contacto con los servicios sociales y su médico de cabecera.

-Cuando la pandemia mitigue y se recupere una cierta normalidad, ¿prevé un gran aumento de las consultas psicológicas?

-Me imagino que sí. Vamos a aprender cosas, cómo reaccionamos, cómo manejamos la incertidumbre... Pero claro que habrá personas que tengan secuelas. Hay estudios que hablan de que un 15% de la población sufre trastornos de conducta, ansiedad... Todos somos vulnerables.

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