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La lucha contra el virus, también desde la cocina

El servicio de Alimentación de Povisa adaptó su protocolo al Covid-19

Personal del servicio de Alimentación Hospitalaria de Povisa, a punto de servir los menús. FDV

Cincuenta tipos de dietas adaptadas a cada paciente y ahora también a las exigencias del Covid-19. El servicio de Alimentación Hospitalaria de Povisa -uno de los pocos en Galicia que cuenta con cocina propia- también tuvo que reforzar sus medidas de seguridad en sus cocinas y en especial en el reparto de los menús a los infectados, quienes aún llevando una dieta basal, al tratarse de personas de avanzada edad requieren de unas especificaciones (fácil masticación, diabéticos, etc.). "Los pacientes con Covid-19 no requieren nada especial en cuanto a la alimentación. El médico va a pautar su dieta y normalmente están llevando una dieta basal salvo que tengan otra patología, como si por ejemplo son diabéticos", explica Ismael Izaguirre, responsable del servicio.

Actualmente, este modelo de reparto entre habitaciones se realiza a través de una combinación de señas que incidan si el carro puede ser empleado o todavía requiere de desinfección. "En las zonas restringidas porque hay contagiados por Covid-19 nosotros no hacemos el reparto sino que lo hace el personal de enfermería y después nos devuelven el carro perfectamente desinfectado y hemos codificado una seña en la cual si no nos marcan el carro como completamente desinfectado no lo vamos a coger. Y después, otro protocolo que teníamos para pacientes aislados a la hora de eliminar todo el material y los restos es el que estamos aplicando con más protección de cara al personal", indice Izaguirre.

El servicio sirve cuatro comidas -desayuno, comida, merienda y cena- a los cerca de 300 pacientes que a diario están ingresados en el complejo de calle Barcelona, así como a 150 profesionales. Ahora, al haber aumentado la carga de trabajo, son más los que optan por emplear esta cocina de línea caliente. "Al cerrar toda la hostelería alrededor, el autoservicio cobró todavía más importancia. Es el único sitio donde les podemos dar atención. Hemos dispuesto unas distancias de seguridad, reducido el aforo un 30%, protegemos toda la alimentación, hemos puesto dispensadores de gel hidroalcohólico, se aumentó la frecuencia de limpiezas? Además se amplió el horario para que la gente pudiera venir más escalonadamente", comenta el responsable del servicio.

Aplausos que vienen y también van en Povisa

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Este medio centenar de códigos de menús son derivaciones por el tipo de patología que presenta el enfermo, ya que en el 40% de los casos, se tratan de menús basales. "Son para pacientes que pueden comer de todo y en nuestro hospital ellos pueden elegir a través de fotos que se les ponen en las pantallas que tienen en la cama. El resto sí que serían dietas, aquellas con limitaciones de sal, azúcar, de fácil masticación... . A las 8 se empiezan a preparar los alimentos y la ventaja que tiene es que está recién hecha y va directamente al plato. Una línea fría tiene otro recorrido: la comida se hace antes, se mantiene a una temperatura y después se regenera, y hay platos que tienen peor calidad por el proceso. Aquí se podría llamar una cocina tradicional y es la ventaja que tiene", explica Ismael Izaguirre.

Las dietas siempre están coordinadas con el servicio de Endocrinología y el propio servicio cuenta con un dietista y todo está coordinado con el resto de servicio. Los menús se planifican dentro de un ciclo de siete días. "Las personas que pueden elegir tienen dos opciones principales y nosotros les ofrecemos unas opciones adicionales que nos demandaban los propios pacientes. Había pacientes que nos demandaban ensaladas, o queso con membrillo, un sandwich? Entonces tienen esas opciones también. Nuestro servicio, que incluye desde la producción hasta el servicio, ya que nosotros le damos la bandeja al paciente, incluye a 50 personas", concluye el responsable de Alimentación Hospitalaria.

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