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El desplome de tráfico hunde los niveles de ruido, polución y siniestralidad

La A-55 registra dos accidentes la segunda mitad de marzo; en 2019 fueron 5

La Avenida de Madrid de Vigo, vacía por el coronavirus RICARDO GROBAS

La crisis del Covid-19 deja estampas que hasta hace un mes resultaba difícil imaginar, como Avenida de Madrid, Gran Vía o la autovía A-55 sin apenas coches en plena hora punta de un miércoles laboral. También bandas sonoras que chirrían en una ciudad dotada de un robusto músculo industrial, con fuertes vínculos económicos con Portugal y el resto de Galicia y que ejerce además como cabecera de un área metropolitana que ronda el medio millón de vecinos. Gran parte de esas instantáneas -visuales o sonoras- se explican por una misma causa: el desplome del tráfico. El estado de alarma decretado por el Gobierno para combatir el virus, con el confinamiento y la suspensión de toda actividad económica que no resulte esencial, ha vaciado las carreteras, avenidas, autovías y autopistas de Galicia.

El flujo de vehículos particulares se ha desplomado, los taxis se han reorganizado para reducir la flota que presta servicio de forma simultánea en las calles y el tránsito de camiones se "desinfló", primero con la paralización de gran parte de las empresas del municipio hace más de medio mes y luego, aún más, con el frenazo de la construcción hace una semana.

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Según los datos que manejaba el Concello a mediados de marzo, cuando aún estaban en marcha grandes obras en Vigo, como las reformas de Porta do Sol y Gran Vía, la Ciudad de la Justicia o la construcción de Vialia, el flujo de vehículos había caído ya un 45% si se comparaba con principios de mes. Hoy probablemente el descenso sea incluso más pronunciado. Hace solo unos días Audasa desvelaba que había alcanzado su "mínimo histórico" en la AP-9, con una medida de 4.938 vehículos diarios, lo que supone un desplome de casi el 78% en comparación con el mismo período de 2019.

¿En qué se traducen esos descensos de tráfico? Los diferentes sensores repartidos por el municipio, los registros oficiales y las impresiones de los propios vecinos permiten hacerse una idea. Uno de los que arrojan datos más contundentes es el que analiza la calidad del aire. Entre principios y finales de mes, el sensor que Meteogalicia tiene instalado en la carretera Emilia Pardo Bazán, la antigua provincial, ha constatado un descenso considerable en los niveles de microgramos por metro cúbico (µg/m3) de óxidos de nitrógeno. La media de NO durante la semana del 9 al 15 era de 11,9. La siguiente bajó a 7,1 y la última del mes fue de 4,9. En el caso del NO2 las medias son, respectivamente, de 17,4, 8,5 y 4,4, lo que constata un descenso que ronda el 75%. En Coia se bajó también de 9,2 a principios de marzo a 2,5 la semana pasada.

En Coia se constata además un descenso considerable de otro tipo de polución: la acústica. Durante la segunda mitad de marzo, con el estado de alarma activado, el sensor de Meteogalicia anotó una media de 58,4 decibelios por jornada. El dato por las noches caía a 50,2. Durante la segunda quincena de febrero las medias fueron, respectivamente, del 62,9 y 55,2; y durante el mismo mes del año pasado, 62,3 y 53,2. Dos de los barrios que más han notado el cambio son Teis y Cabral por su proximidad a la AP-9. Desde ambas asociaciones vecinales se reconoce el descenso de ruido en las últimas semanas.

Cae también la siniestralidad. La A-55 registró en 2019 durante la segunda mitad de marzo cinco accidentes con una decena de heridos leves. Durante el mismo período de 2020 el saldo fue de dos siniestros que no dejaron ningún lesionado.

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