Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

CRISIS DEL CORONAVIRUS EN GALICIA

"Estamos felices, nos han dado vida"

María Josefa y José Luis, de 71 y 74 años, superan el coronavirus juntos en Povisa

El matrimonio que superó el coronavirus posa junto al equipo sanitario tras recibir el alta. // FdV

"Estamos contentísimos, como dos muñecos, nos mandan para casa y nos vamos a la vez. Nos han curado, nos han dado vida, es una maravilla. No te dejo ni hablar, fíjate qué lengua tengo". Así fue la emotiva reacción de María Josefa Vicente a FARO tras conocer que tanto su marido, José Luis Lago, como ella podían abandonar el hospital Povisa: juntos, le habían hecho jaque mate al coronavirus. Este matrimonio vigués de 71 y 74 años, respectivamente, recibió el alta pasadas las 12 horas de ayer. Después de varias jornadas de lucha contra el dichoso patógeno de moda, reconocían sentirse "tranquilos" y con ganas de regresar a su hogar: "un piso grande en Coia", barrio en el que se crió ella; en la otra punta de la metrópolis, lo hizo él: O Calvario.

Un vigués celebra su 74 cumpleaños en Povisa ingresado por coronavirus

Un vigués celebra su 74 cumpleaños en Povisa ingresado por coronavirus

Un vigués celebra su 74 cumpleaños en Povisa ingresado por coronavirus. // Carla Pesqueira

María Josefa ingresó en la clínica el 26 de marzo; su esposo, 72 horas después. Ambos acudieron a Povisa en el mismo momento. "Estábamos mal los dos, pero consideraron que solo yo necesitaba quedar hospitalizada. Él se volvió para casa, estuvo tres días sin compañía, soliño. Esos mismos días estuve yo sola, desesperada y con un miedo... No me valía por mí misma", reconocía ella antes de concretar que su marido, una vez se empezó a sentir peor, llamó a una ambulancia para que lo trasladase al centro sanitario. "Pasó dos días en otra habitación. Cuando me juntaron con él, fue mi vida. Qué alegría, qué subidón. Desde ahí, empecé a mejorar. Ahora, estoy como una máquina", relataba pletórica de energía.

EN DIRECTO

Coronavirus en Galicia: última hora

Sigue las noticias sobre la incidencia de la pandemia del Covid-19 en la comunidad

Lo peor, confiesa María Josefa, fue la huella que el coronavirus le provocó durante los primeros días: "No podía hablar; bebía agua y era petróleo. Nada me tenía sabor, no tenía ganas de comer ni fuerzas y sufría mucho dolor en la espalda y en las piernas. Fue un martirio". Cree que una hermana la contagió. "Estuvimos juntas después de que ella llegase del supermercado, donde había muchísima gente: era un desorden. Pienso que se infectó ahí y, luego, me lo pasó a mí. Y claro, yo, inevitablemente, se lo pasé a mi marido", argumentaba. Curiosamente, la hermana de María Josefa -de 66 años- y su cuñado -de 71-, hospitalizados en Povisa por coronavirus, también recibieron ayer el alta.

El tacto del equipo sanitario fue clave para ayudar a María Josefa y a José Luis a sobrellevar la estancia. "No tengo palabras para ellos", reconocía la mujer. Y es que los profesionales del centro, además de "mimar" a los dos septuagenarios, no quisieron que el hombre celebrase su cumpleaños sin un detalle: antes de ayer, interrumpieron la calma que reinaba en la habitación accediendo con unos pasteles sobre los que se posaban unas velas.

Poco después, el ambiente festivo inundó la sala. "Los invitamos y no quisieron. Al marcharse ellos, nos pusimos como locos a comer, como los de Supervivientes; empezamos a coger los trozos y le decía a mi marido: vamos a comer, que estos son muy finos. Qué bueno", bromeaba. Su sobrina Ana, doctora en A Coruña, fue otro pilar en el que el matrimonio olívico se apoyó para salir adelante. "Hablábamos con ella y coordinaba todo con el equipo médico. Tenemos una gran relación. Nos echó una mano durante todo este tiempo", presumía.

Superado este bache, María Josefa tiene claro que solo quiere recordar "lo bien" que está y olvidar el episodio aciago que les ha hecho vivir el Covid-19. "Se pasó muy mal, pero prefiero pensar solo en el presente y en lo bien que estamos. Aunque mi marido tenga que seguir unos días con el tratamiento, ya se encuentra mucho mejor", comentaba. Sí se decidió a echar la vista atrás para rememorar cómo conoció a su pareja, con la que cumplirá 50 años de casada a finales de este año. "Fue en Vigo, en un baile. Venía de la mili y era muy guapo", narraba. Ahora, les toca seguir su camino juntos y confinados en su hogar, en el que descansan desde ayer a primera hora de la tarde.

Una llamada cada día

La médica Judith Álvarez se encargó del seguimiento de ambos pacientes. Destacaba tras darles el alta que ambos habían llegado a Povisa "con los síntomas clásicos de la enfermedad: fiebre, tos, cansancio y falta de aire", pero nunca se llegó a temer por su vida a pesar de estar en el grupo de riesgo. Aseguraba que María Josefa podía haberse marchado hace unos días, pero los profesionales sanitarios decidieron plantearle la opción de permanecer. "Lo lógico era que se marchasen a la vez, que lo estuviese acompañando hasta el final", justificaba.

Hasta que no estén totalmente curados, los protagonistas de esta historia recibirán cada día una llamada de Povisa para conocer su estado de salud. José Luis deberá tomar unas pastillas para "inhibir" la replicación del virus y ambos tendrán que controlarse el oxígeno. Sus vidas siguen. Y siempre juntos.

Compartir el artículo

stats