La esperanza en tiempos del coronavirus tiene muchas formas, no solo son cifras, y una de ellas es el ansiado y escaso material de protección, ese escudo imprescindible para vencer esta batalla. El joven vigués Tomás Rodríguez Rey forma parte del multitudinario escuadrón que elabora pantallas -o viseras- faciales en 3D para sanitarios y fuerzas de seguridad. Ayer entregó 30 a una empresa de ambulancias de Vigo y este fin de semana ya ha erigido 28, que se repartirán en el Cunqueiro. Un esfuerzo ímprobo que necesita de un empujón constante de nuevas almas caritativas porque ya se le agotan los componentes.

Amante de la impresión en 3D, Tomás no ha dudado en sumarse al proyecto Coronavirus Makers, una iniciativa a nivel nacional con origen en Madrid que solo en Galicia ha aunado a 1740 voluntarios -más de 400 en Vigo y 17480 en todo el país-. "Usamos plásticos, gomas y láminas de acetato -lo transparente-, que es la tapa blanda habitual" con la que trabajan en las papelerías, explica el vigués de 17 años.

Tras donar ayer 30 viseras a las ambulancias de la ciudad olívica que trasladan a pacientes cuyo pronóstico sea muy probablemente de COVID-19, su próxima entrega será un lote de 24 para las áreas de Neumología, Reanimación y Medicina Interna del Álvaro Cunqueiro. "Tengo contacto directo con en hospital, le pregunto cuántas necesitan", relata. Para aquellos que no mantienen un hilo directo con los centros, la cooperativa Cofano es la encargada de recoger las pantallas y de entregarlas a las farmacias. Desde aquí, el 061 se hace con ellas y se las otorga finalmente a los sanitarios.

"El Meixoeiro, el Cunqueiro, la Guardia Civil y la Policía Nacional ya nos han pedido más", añade Tomás. Pero la realidad es que escasea la materia para elaborar estas dosis de esperanza y reclama más para poder continuar con este pequeña gran gesta doméstica. Las últimas donaciones se las realizaron Copypucho, una copistería -50 láminas de acetato-, e Idawen, una empresa textil de Nigrán

Cada visera -que ya ha recibido el visto bueno del Ministerio de Sanidad- tarda en montarse entre "una hora y media y dos horas", pero este querube gallego suele "meter dos o tres a la vez" para acelerar el proceso -dispone, por si fuera poco, de dos impresoras-.

Estudiante de Mecánica Naval, un ciclo de Formación Profesional -ahora suspendido durante el estado de alarma-, este 'maker' admite que el gusto por la tercera dimensión le viene desde hace "mucho tiempo", una práctica con la que ya ayudaba a modelar material científico antes de la llegada de la pandemia.

En el horizonte, todavía en pruebas, los respiradores 3D, otro nuevo reto para asfixiar al coronavirus y devolver a la vida esa tranquilidad tan anhelada.