Una de ellas es Felisa Domínguez, médico de familia de la Calle Cuba prejubilada por una enfermedad que ahora está estable. "Dentro de mis posibilidades, tengo ganas de colaborar; antes de nada, somos profesionales", señala y añade que en sus 32 años de trayectoria no vivió nada ni parecido. "Ahora hay que arrimar el hombro". También piensa así Gabriela Fernández, médico general que ofrece sus días libres.