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Siete días de ruido sin decibelios en Vigo

Así ha sido la primera semana del estado de alarma en la ciudad

La avenida de Castelao, una de las arterias de la ciudad, lucía ayer prácticamente vacía. // Ricardo Grobas

A Vigo le cuesta horrores reconocerse en el espejo. La emergencia sanitaria declarada el pasado viernes 13 y el estado de alarma en el que se introdujo el país dos días después con el ansiado fin de pinchar las ruedas al coronaviruspinchar han desencajado el rostro de la ciudad. Las multitudes han sido reemplazadas por un silencio ensordecedor que no se asemeja en absoluto al de un domingo por la mañana. Un ruido sin decibelios que se ha apoderado de colegios, tiendas, calles, parques, carreteras, bares, fábricas y un infinito etcétera; que delata sigilosamente el profundo impacto del Covid-19 en la sociedad.

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Los trabajadores, los estudiantes y los devotos del balompié fueron los primeros en percibir la magnitud de la epidemia. La semana pasada, el término "teletrabajo" comenzó a ser trending topic. El sustantivo se coló en nuestro vocabulario sin darnos cuenta: las oficinas se fueron vaciando paulatinamente. Había que evitar la propagación del famoso patógeno entre compañeros de espacio. Con esta misma finalidad, se anunciaba el jueves 12 la suspensión de las clases en Galicia en todos los niveles educativos, efectiva a partir del lunes siguiente. Poco antes, Vigo se enteraba de que se quedaba sin fútbol en Balaídos, al menos, un fin de semana: el choque entre el Celta y el Villarreal, programado para el sábado 14 a las 21.00 horas en el feudo celeste, quedaba aplazado, al igual que el resto de encuentros de esta jornada -la 28.ª- y de la próxima.

Menos de 24 horas después, todavía con los golpes sin encajar, el Gobierno daba a conocer la decisión de instaurar el estado de alarma -el segundo en la historia de la democracia nacional-, recogido en un decreto aprobado el sábado 14 en un Consejo de Ministros extraordinario: desde el domingo, se limita la libre circulación de los ciudadanos en toda España como medida para frenar el veloz avance del coronavirus, que ya se había cobrado la vida de más de 180 ciudadanos. Solo se puede salir a la vía pública en ocho supuestos, entre los que se encuentra la compra de alimentos y productos farmacéuticos y de primera necesidad. El confinamiento dejaba de ser una recomendación para convertirse en una obligación amparada por una norma jurídica.

También el viernes 13, la Xunta de Galicia declaraba el estado de emergencia sanitaria para prevenir y contener la transmisión del patógeno con una serie de medidas similares a las establecidas posteriormente por el Ejecutivo central. , es decir, se prohíbe la apertura de teatros, cines, discotecas o furanchos. ComoA partir del sábado 14, no se pueden levantar las persianas de los centros comerciales, deportivos y de ocio excepciones, las tiendas de alimentación -fruterías, carnicerías, pescaderías, panaderías o supermercados-, las gasolineras, las farmacias y los quioscos; bares, restaurantes y cafeterías sí pueden mantener su actividad, pero solo para servir comida a domicilio y con el requisito de extremar las precauciones y las condiciones de higiene.

Vigo, a la par que el resto del territorio español, comenzaba hace ahora una semana un periodo de confinamiento de duración indefinida -prorrogado hoy 15 días- con el reto de erradicar el coronavirus, que ya se ha llevado a 13 personas en Galicia -una en la urbe olívica-, donde se registran más de 700 infectados. En España, la cifra de fallecidos supera los 1.700.

Sábado 14: los comercios amanecen con las persianas bajadas

Vigo se despierta con una postal atípica: los comercios, los bares y los negocios están cerrados y no abrirán al público durante al menos dos semanas. Es la primera consecuencia derivada del estado de emergencia sanitaria decretado el día anterior por la Xunta de Galicia con el objetivo de detener la difusión del coronavirus, que se cobra la primera víctima en la ciudad olívica: una vecina del Val Miñor de 92 años con varias patologías fallece en el hospital Povisa tras permanecer varios días ingresada.

Sí levantan las persianas los establecimientos de alimentación, que se ven desbordados por una avalancha de clientes durante toda la jornada. A las 8 de la mañana, ya hay gente a las puertas del Mercado del Progreso. La estampa más común: carros a rebosar con acopio para varias semanas.

A primera hora de la mañana, se conoce la suspensión de todas las actividades cuaresmales y los desfiles procesionales de la Semana Santa, prevista del 5 al 12 de abril. Se trata del segundo evento multitudinario que se cancela en la urbe: el viernes, la organización de la Festa da Reconquista anunciaba el aplazamiento de la cita de época , que se iba a celebrar del 27 al 29 de marzo. Los vigueses tampoco pueden disfrutar del partido entre el Celta y el Villarreal, que se tendría que jugar este sábado 14 a las 21 horas en el estadio de Balaídos.

Para reconocer la labor de los profesionales sanitarios, los vecinos se suman a una iniciativa convocada en redes: aplauden a las 22 horas desde sus balcones.

Domingo 15: comienza el periodo de confinamiento

Primer día de confinamiento tras decretarse el estado de alarma. El Gobierno central solo permite salir a la calle de forma individual y por temas de trabajo, salud o comida, salvo excepciones concretas. Las calles, los parques, las plazas y las carreteras están prácticamente vacías. No es un domingo cualquiera, aunque sí lo parezca a primera hora. La Policía Local, que tuvo que actuar de madrugada para interrumpir fiestas en dos pisos de la ciudad, patrulla la urbe recordando por megafonía que solo podemos abandonar el hogar si es "estrictamente necesario".

El Ministerio de Sanidad deriva a la Consellería de Sanidade el mando de los centros privados, por lo que Vigo dispone, así, de 2.259 camas en total para reforzar la atención a los pacientes que están afectados por el virus.

Para extremar las precauciones, el Concello decide prohibir el acceso al paseo de Samil, a los arenales, a Castrelos y al interior de la muralla de O Castro. Varios hoteles de la metrópolis ya cierran y otros se preparan a la espera de que abandonen las habitaciones los últimos huéspedes.

Con una cacerolada desde sus hogares, cientos de vecinos de la ciudad reclaman el cierre de la planta de PSA por la crisis sanitaria derivada del coronavirus. Horas antes, la dirección de la fábrica de automoción celebra una reunión de carácter extraordinario en la que se decide reforzar la seguridad y que la factoría se mantenga operativa para atenuar el golpe industrial. Las instalaciones reúnen a más de 3.000 empleados por cada turno.

Lunes 16: la Brilat llena a la urbe para reforzar la seguridad

Para garantizar el cumplimiento del decreto que establece el estado de alarma y preservar la seguridad de los ciudadanos, el Ejército de tierra despliega su arsenal en Vigo. Una treintena de soldados de la Brilat llegan a la urbe olívica para colaborar con la Policía Local y Nacional a la espera de refuerzos -hasta alcanzar el centenar de militares-. Efectuarán su labor en puntos neurálgicos, como Praza de América, Praza de España, el Puerto, las dos estaciones de tren y el aeropuerto.

El Covid-19 obliga a PSA a anunciar el cierre de su fábrica hasta el día 27 de marzo -o entre cuatro y seis semanas si el panorama se complica- para proteger al personal y tras advertir una ralentización de los pedidos. La dirección mandará a casa, de forma escalonada, a más de 22.200 trabajadores directos del sector.

Los profesionales de los centros de salud empiezan a restringir el acceso a los usuarios de las instalaciones: en algunos, se criban los casos en la zona administrativa; en otros, los sanitarios reciben a la gente en la calle para decidir quién entra y quién debe esperar. Solo se atiende en persona a los pacientes que presentan urgencias o patologías que no son demorables. El resto se reprograma o se gestiona por teléfono.

Después de más de tres años, se desmonta la acampada de Praza do Rei: las personas sin hogar son realojadas en hostales y pensiones. Además, los operarios de limpieza desinfectan las calles.

Las elecciones autonómicas, fijadas para el 5 de abril, se aplazan sin concretarse nueva fecha.

Martes 17: pruebas del Covid-19 sin bajarse del coche

El Meixoeiro estrena una modaliad para efectuar los test del coronavirus a pacientes. Sin levantarse del asiento de sus vehículos, un sanitario se encarga de recoger los fluidos a personas que sospechan estar infectadas y presentan síntomas leves: en la antigua puerta de urgencias, un profesional ataviado con el equipo de protección individual se acerca a la ventanilla y les toma la muestras. El primer día, se realizaron un total de 45 pruebas.

Con el objetivo de evitar un posible colapso de camas, la Xunta confirma que convertirá centros públicos en hospitales de campaña si los casos de coronavirus se disparan en Vigo. El gobierno gallego pone el ojo en el Centro Residencial Docente -en el Meixoeiro- y en la Residencia de Ocio y Tiempo Libre de la playa de Patos - sita en Panxón-.

La paralización de la economía a raíz de la crisis derivada del coronavirus provoca una cascada de tramitaciones de Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), que comprometen el trabajo de más de 6.000 personas en la comarca de Vigo.

El día en el que China afirma haber desarrollado con éxito una vacuna contra el Covid-19, el Concello decide suspender el servicio de la zona azul -conocida como ORA o XER-, medida que evita que los conductores tengan que salir de sus hogares para mover los vehículos de las plazas de estacionamiento limitado; y Educación anuncia que la prueba ordinaria y la extraordinaria de selectividad se aplazan, noticia que afecta a más de 11.000 estudiantes de Galicia.

Miércoles 18: primer arresto en Vigo por empujar a un militar

La Policía Nacional completa la primera detención en Vigo durante el actual estado de alarma. Un varón de 54 años con 33 antecedentes empuja a un soldado de la Brilat en Praza América e intenta golpear a otro con un palo. Los agentes también arrestan a un vigués de 44 años que se persona en la jefatura de la Policía Local diciendo que quiere ser arrestado por portar el coronavirus e identifican a la dueña de un bar de Hispanidad y a cuatro clientes que estaban tomando unos vinos. Las fuerzas de seguridad, además, sorprenden a un vecino en Felipe Prósperi que negociaba los servicios de una prostituta en la vía pública; a un joven fumando un cigarro en la calle, que fue sancionado con 100 euros; y a un hombre que iba en bici por Urzáiz increpando a vecinos y que dio positivo en alcohol.

Las restricciones de movilidad establecidas con la puesta en marcha del estado de alarma provocan una merma del tráfico de la metrópolis olívica, que cae a la mitad, y el descenso de usuarios de Vitrasa en un 90%: unos 60.000 menos cada día. Consecuentemente, el ruido registrado en la urbe se desploma 6 decibelios. El virus vacía las infraestructuras de Vigo, también las estaciones de tren y el aeropuerto de Peinador.

En esta jornada, en la que el rey Felipe VI comparece por televisión para pedir fortaleza a los ciudadanos, Inditex anuncia que fabricará batas para sanitarios. Mientras, en Vigo, la falta de mascarillas, básicas para prevenir contagios, tensiona al personal de centros de salud y hospitales.

Jueves 19: el obispo oficia la misa por San José en Instagram

La imposibilidad de celebrar la misa por la festividad de San José con fieles debido a las medidas de restricción derivadas de la crisis del coronavirus obliga al obispo de la diócesis de Tui-Vigo, Luis Quinteiro Fiuza, a presidir la celebración desde la capilla de su residencia, en Doutor Corbal. Gracias a las nuevas tecnologías y al ingenio del párroco de Mondariz, Benito Cividanes, un apasionado de la red, los feligreses pueden seguir la eucaristía a través de Instagram. La emisión reúne a casi un centenar de internautas, que pudieron presenciar en sus pantallas el desarrollo de unas de las citas más importantes del calendario litúrgico y, a su vez, enviar mensajes de agradecimiento. El prelado anota que es "la primera vez" en toda su vida que oficia una ceremonia de este estilo sin presencia de público.

En el quinto día de confinamiento, y tras padecer pérdidas incalculables, los comerciantes y los hosteleros piden al Concello que suspenda el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), el de Actividades Económicas (IAE), el cobro del recibo de la basura y de suministro del agua, y las tasas de terrazas. Solicitan soluciones excepcionales para paliar los daños de un escenario inédito.

En materia sanitaria, el miedo de la población a acercarse a los hospitales se traduce en un desplome de las cirugías urgentes: los profesionales tienen la "sensación" de que no acuden ni siquiera pacientes con apendicitis. Por otro lado, los centros de mayores de Galicia piden evacuar a sospechosos y positivos para evitar más muertes en el colectivo.

Viernes 20: el Cunqueiro vacía plantas para cuidar a infectados

El rápido avance del coronavirus en la ciudad no deja opción al hospital Álvaro Cunqueiro, en el que se vacían plantas para ganar espacio y camas. La UCI 2 se dedicará en exclusiva a personas contagiadas con el objetivo de evitar el colapso ante el repunte de casos: la jornada se cierra con 108 infectados, 24 más que el día anterior. Los empleados de este centro sanitario, ante la falta de mascarillas, optan por elaborarlas en sus casas y denuncian el riesgo que asumen al trabajar sin el material de protección necesario.

La denuncia de los centros de mayores tiene respuesta de la Xunta: anuncia que derivará a residencias con habitaciones vacías y a hoteles a ancianos con coronavirus tras contabilizarse nueve casos -dos en Vigo-. Mientras, familiares se llevan a residentes a casa ante la alarma creada.

La pandemia también deja huella en uno de los pulmones económicos de la urbe olívica, el Puerto: mientras el tráfico de mercancía y la pesca aguantan, la actividad de la terminal Ro-Ro podría reducirse al máximo tras el parón de la producción de PSA.

El lado positivo de esta situación caótica se presenta de la mano de la solidaridad. Multitud de actos honran a vecinos de Vigo: ONG, colectivos sociales y jóvenes acuden a farmacias y supermercados para evitar que los mayores salgan de sus casas y prestan ayudan a los sintecho. A su vez, propietarios avanzan que dejarán de cobrar el alquiler de negocios hasta que reabran y darán facilidades a inquilinos que pierdan su empleo por la crisis.

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