Vigo se despierta con una postal atípica: los comercios, los bares y los negocios están cerrados y no abrirán al público durante al menos dos semanas. Es la primera consecuencia derivada del estado de emergencia sanitaria decretado el día anterior por la Xunta de Galicia con el objetivo de detener la difusión del coronavirus, que se cobra la primera víctima en la ciudad olívica: una vecina del Val Miñor de 92 años con varias patologías fallece en el hospital Povisa tras permanecer varios días ingresada.

Sí levantan las persianas los establecimientos de alimentación, que se ven desbordados por una avalancha de clientes durante toda la jornada. A las 8 de la mañana, ya hay gente a las puertas del Mercado del Progreso. La estampa más común: carros a rebosar con acopio para varias semanas.

A primera hora de la mañana, se conoce la suspensión de todas las actividades cuaresmales y los desfiles procesionales de la Semana Santa, prevista del 5 al 12 de abril. Se trata del segundo evento multitudinario que se cancela en la urbe: el viernes, la organización de la Festa da Reconquista anunciaba el aplazamiento de la cita de época , que se iba a celebrar del 27 al 29 de marzo. Los vigueses tampoco pueden disfrutar del partido entre el Celta y el Villarreal, que se tendría que jugar este sábado 14 a las 21 horas en el estadio de Balaídos.

Para reconocer la labor de los profesionales sanitarios, los vecinos se suman a una iniciativa convocada en redes: aplauden a las 22 horas desde sus balcones.