Para garantizar el cumplimiento del decreto que establece el estado de alarma y preservar la seguridad de los ciudadanos, el Ejército de tierra despliega su arsenal en Vigo. Una treintena de soldados de la Brilat llegan a la urbe olívica para colaborar con la Policía Local y Nacional a la espera de refuerzos -hasta alcanzar el centenar de militares-. Efectuarán su labor en puntos neurálgicos, como Praza de América, Praza de España, el Puerto, las dos estaciones de tren y el aeropuerto.

El Covid-19 obliga a PSA a anunciar el cierre de su fábrica hasta el día 27 de marzo -o entre cuatro y seis semanas si el panorama se complica- para proteger al personal y tras advertir una ralentización de los pedidos. La dirección mandará a casa, de forma escalonada, a más de 22.200 trabajadores directos del sector.

Los profesionales de los centros de salud empiezan a restringir el acceso a los usuarios de las instalaciones: en algunos, se criban los casos en la zona administrativa; en otros, los sanitarios reciben a la gente en la calle para decidir quién entra y quién debe esperar. Solo se atiende en persona a los pacientes que presentan urgencias o patologías que no son demorables. El resto se reprograma o se gestiona por teléfono.

Después de más de tres años, se desmonta la acampada de Praza do Rei: las personas sin hogar son realojadas en hostales y pensiones. Además, los operarios de limpieza desinfectan las calles.

Las elecciones autonómicas, fijadas para el 5 de abril, se aplazan sin concretarse nueva fecha.