El coronavirus baja el pulso de la ciudad... pero no lo apaga. Con el país en estado de alarma y la Brilat desplegada por Vigo, panaderos, farmacéuticas, estanqueras, quiosqueros, tenderos, fruteras, carniceros... siguen subiendo cada mañana las persianas de sus negocios y sentándose al otro lado del mostrador.

Con una diferencia clave con respecto a las jornadas normales: el ambiente frente a sus establecimientos, en la calle, es prácticamente el mismo cuando abren, a primera hora, que a mediodía o por la tarde, cuando las aceras suelen llenarse de trabajadores camino de sus oficinas, padres que llevan a sus hijos a la escuela o gente de paseo. El confinamiento decretado por el Gobierno para luchar contra el Covid-19 ha vaciado buena parte de la urbe, pero no los negocios que se encargan del abastecimiento o prestar servicios básicos. Su esfuerzo se suma al de los policías, bomberos, técnicos de limpieza, taxistas, conductores de bus u obreros, que siguen también al pie del cañón.

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Desde sus locales, muchos han disfrutado de un lugar privilegiado desde el que seguir el avance de la crisis del Covid-19 desde antes incluso de que se decretase el estado de alarma. Le ocurrió a Elvira Rodríguez, por ejemplo. Estanquera de la calle Urzáiz, ya notó la semana pasada un repunte de clientes que acudían a abastecerse de tabaco ante el temor de que la situación se agravara. "Vino mucha gente para provisionarse. Ahora está todo tranquilo", explicaba ayer sentada tras su mostrador, desde el que se sigue el avance de Vialia. Aunque Elvira usa guantes y lleva la boca protegida no consigue sacudirse el "miedo" a contagiarse. "A las personas que tenemos que trabajar deberían facilitarnos el acceso a mascarillas", recalca. Si ella ha conseguido una es gracias a la ayuda de un amigo podólogo.

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Coronavirus en Vigo: Los trabajadores imprescindibles dentro del estado de alarma

En la carnicería de Bernardo y José, la crisis del Covid-19 también golpeó con fuerza hace varios días. Y de una forma muy similar a la del estanco de Elvira. Entre el viernes y el sábado recibieron una avalancha inesperada de clientes que querían llenar sus congeladores de piezas de carne. "Trabajamos más del doble que un día normal. Fue casi como en Navidades, con la diferencia de que en esas ocasiones solemos tener encargos", señalan.

No muy lejos de su local está la panadería y pastelería de Cristina Chiarroni, situada en plena calle Venezuela, cerca de Maristas. Aunque acumula más de 30 años en el sector, Cristina no recuerda una crisis parecida a la del Covid-19. En su caso, sin embargo, el negocio se resiente solo en parte. "La venta de pan se mantiene, pero es cierto que ha bajado un poco la de pastelería", detalla a través de la mascarilla blanca que le cubre la boca. Al igual que el resto de dependientes, usa guantes y mantiene la distancia de un metro con los clientes que aconseja Sanidad.

La rutina también ha cambiado algo en la tienda de alimentos ecológicos de Daniel Amigo, en el centro mismo de la calle Venezuela. Desde su mostrador, que desinfecta cada poco con ayuda de un trapo y spray, comenta que por el local siguen pasando sobre todo "clientes habituales". Lo que ha notado en los últimos días es un aumento de los pedidos a domicilio. Al igual que Elvira, Amigo subraya la dificultad de encontrar mascarillas. La suya la tenía en casa porque su madre trabajó como enfermera.

Quienes más han notado el aumento de los pedidos a domicilio son los repartidores. Peter Goin trabaja para una gran empresa de paquetería, lo que le obliga a recorrer Vigo a diario en su furgoneta. Para él, el coronavirus se deja notar por partida doble: ha cambiado las calles por las que circula y también, en parte, su labor. "Ahora trabajo sobre todo con paquetes de particulares porque las empresas están cerradas", comparte Peter, que apunta que debido a la gran caída del tráfico le resulta mucho más sencillo aparcar.

A lo largo y ancho de la ciudad trabaja también Adrián Martínez para ejercer una tarea crucial: desinfectar los "puntos de contacto" de los contenedores, aquellas partes que -como las asas- tocan los vecinos cada vez que arrojan sus bolsas de basura. Ayer a primera hora de la tarde se afanaba con una pistola de agua a presión para limpiar uno de los colectores verdes de Gran Vía. "Noto que hay gente que se asoma a las ventanas al sentir el ruido", explicaba durante su ruta.

Salvo en el caso de los repartidores o los camiones de limpieza y mantenimiento, que han visto cómo su actividad se mantiene o incluso refuerza, el tránsito de vehículos se ha desplomado en la ciudad. Pocos negocios hay en los que esa caída se note más y mejor que en los parkings. Pablo Grobas trabaja en uno, el de la calle Venezuela. Habitualmente a lo largo de una mañana ve pasar entre 80 o 90 coches "en rotación" -los que no son abonados-. Ayer a las dos de la tarde había contado apenas tres. "Hasta que todo esto no pase no creo que suba la actividad", explicaba a través de la mascarilla que le protege la boca.

La carga de trabajo descendió también en la tienda de electrodomésticos de José Manuel Blanco. "Ya desde el martes se notó una caída fuerte, también de repartos a domicilio", comenta desde las escaleras de su establecimiento, en el que un cartel avisa de las restricciones obligadas por el Covid-19.

Las medidas de higiene también se han extremado en la obra en la que trabaja Ramón Vázquez. Aunque el grueso de su labor se concentra dentro de un edificio, han decidido controlar el volumen de operarios. "No es un trabajo que hagas en la calle, pero al final exige que vengas de tu casa", reflexiona. No es la única obra que está en activo en Vigo. A no mucha distancia, ayer avanzaban también otras promociones notables: la reforma de Gran Vía o la construcción del centro Vialia.

La importancia de los medios

Una de las opciones para informarse y entretenerse sin salir de casa es la radio. Eloy es técnico de sonido en Radio Marca. Su presencia en el estudio es necesaria para que miles de vigueses escuchen las ondas de la emisora deportiva: "Los medios de comunicación son imprescindibles en estos momentos, ya sea para informar o amenizar; tenemos una gran responsabilidad". Ayer, delante de la mesa de control, reconocía que vive una sensación "extraña" al cruzar el portal de su vivienda cada mañana y ver "tan pocos coches y personas". Lo lleva "bien" por ahora, pero confiesa estar "preocupado". "Procuro no coger el ascensor y utilizo un desinfectante de manos para evitar contagiarme", apuntaba.

Otra de las profesiones que no paran es la de dependienta de droguería. Mónica, de Muchas, forma parte del colectivo. El lunes a la tarde, tanto ella como su compañera acudieron al local para "organizar la tienda": solo pueden vender productos de limpieza e higiene y deben tapar los cosméticos y los tintes. "Si el cliente pide un artículo en concreto de los que no podemos mostrar, se lo vendemos, pero no podemos tenerlos a la vista", concretaba ayer antes de recordar que el viernes pasado fue una jornada "agobiante". "Ahora, estoy más tranquila. La gente viene a comprar y es responsable, está calmada y respeta tanto el aforo como las distancias marcadas", detallaba.

A unos metros, en la calle República Argentina, Ana y Elena atendían al público en la farmacia Muradás. Conscientes de que su labor es primordial, se presentan cada mañana en el local con el objetivo de ayudar a los ciudadanos en plena emergencia sanitaria. Ya no venden termómetros, "se agotaron la semana pasada", y tampoco guantes, mascarillas ni geles hidroalcohólicos, "puestos a disposición del Ministerio de Sanidad". Misma situación experimenta Marta, farmacéutica en Ronda de Don Bosco, que vive este momento histórico con "nerviosismo": los clientes "no respetan las distancias" y hacen caso omiso a las recomendaciones, ya que "obvian el aforo" y "tocan el mostrador y los productos". Estas adversidades no impiden que todo su equipo tenga que estar cada día "al pie del cañón".

El gremio del taxi tampoco apaga sus motores con el estado de alarma. Jose, mientras esperaba la entrada de algún servicio en la parada de Rosalía de Castro, defendía que el sector continuase con su trabajo: "Alguien tiene que hacer los trayectos". Comentaba que la jornada estaba siendo "bastante parada", como la del lunes pasado. Para reducir la exposición, un día salen los conductores que disponen de licencia terminada en número par; al siguiente, los de impar. "Trabajo sin mucha preocupación porque no formo parte de la población de riesgo y no vivo con nadie de ese grupo; limpio todas las zonas de contacto del coche después de cada viaje", aseveraba.

Los conductores de autobuses urbanos, al igual que los autopatronos, no se despegan del volante. Ana María cree que su labor es capital en estos momentos. "Somos importantes para los viajeros que tienen que ir a trabajar, al centro de salud o al hospital; nos sentimos muy orgullosos", manifestaba ayer. Para reforzar la seguridad, porta guantes, mascarilla y se lava las manos con un gel desinfectante. "Me preocupa el contacto con la gente, pero los usuarios respetan las normas y las distancias. En ese sentido, estoy tranquila", explicaba.

La crisis generada por el Covid-19 también ha alterado los planes de Ezequiel. Regenta la heladería y pizzería Helada Madrina, junto a la calle Oporto. Seguir levantando la persiana de su establecimiento le genera "dudas éticas", puesto que, en su opinión, "los locales deberían estar cerrados" para reducir las posibilidades de propagación del virus. Le alivia ver cómo llaman familias con niños pequeños para pedir comida y le agradecen que decida abrir. "No hay muchos encargos, pero prefiero estar aquí que en casa", afirmaba.

Miguel, encargado de un taller mecánico próximo a Areal, también sigue con sus tareas. Decía ayer que continuará ofreciendo el servicio "mientras los proveedores sirvan material y haya arreglos pendientes". Ya no dan más citas: se limitan a poner a punto los turismos que entraron en el garaje durante la semana pasada.

La vida en un piso de acogida

¿Y cómo es la cuarentena en un piso de acogida? La función de los educadores sociales es esencial durante todo el año y, en este periodo, mucho más. Antía tiene claro que es momento de "volcarse" al máximo para "intentar hacer más llevadera" la espera a los menores, que no pueden disfrutar de sus actividades habituales. "Seguimos trabajando, apoyando y cuidando; somos muy necesarios para el colectivo", apostillaba.

Todos ellos son héroes sin capa ni espada, solo con mascarilla y guantes. Con su esfuerzo y profesionalidad, Vigo no deja de respirar en plena emergencia sanitaria. Sus obligaciones solo les permiten mirar hacia delante para facilitar la rutina de una población sumida en un estado de alarma sin fecha de caducidad.

Elvira - Estanquera

"A quienes tenemos que trabajar deberían facilitarnos el acceso a las mascarillas"

Ramón - Operario de la Construcción

"Seguimos trabajando; pero controlando que no estemos muchos a la vez en la obra"

Daniel - Dependiente de tienda

"Recibimos sobre todo pedidos a domicilio y vienen los clientes de siempre"

Peter - Repartidor

"Sobre todo hay reparto de particulares porque las empresas cierran"

Adrián - Servicio de limpieza

"Me dedico a desinfectar los puntos de contacto de los contenedores"

José - Carniceros

"El viernes y sábado trabajamos más del doble que un día normal"

Pablo - Técnico de un parking

"A primera hora de la tarde habían pasado tres coches de rotación, cuando suelen ser 80"

José Manuel - Tienda de electrodomésticos

"Ya el martes se notó una caída de las ventas y los repartos a domicilio"

Cristina - Panadera y pastelera

"La venta de pan se está mantiendo, pero es cierto que ha caído la de repostería"

José Manuel - Policía local

"Velamos para que se cumpla la ley; a la gente le cuesta estar en casa, pero hay que hacerlo"

EZEQUIEL - ENCARGADO DE UNA PIZZERÍA

"Abrir la tienda me genera dudas éticas, pero me lo agradecen"

ELOY - TÉCNICO DE RADIO

"Los medios son muy necesarios, ya sea para informar o amenizar"

ANTÍA - EDUCADORA SOCIAL

"Seguimos cuidando a los menores; somos importantes para ellos"

MIGUEL - MECÁNICO

"No damos citas, pero arreglamos vehículos que ya habían entrado"

JORGE - ENCARGADO DE UNA GASOLINERA

"Servimos combustible; la tienda y el área de lavado están cerradas"

JOSE - TAXISTA

"Después del servicio, limpio todas las zonas de contacto del coche"

ANA MARÍA - CONDUCTORA DE VITRASA

"Estoy orgullosa de mi empleo: llevo a la gente a trabajar o al hospital"

MÓNICA - DEPENDIENTA DE UNA DROGUERÍA

"El viernes pasado fue agobiante; ahora, todo está más calmado"

JUAN - CONTROLADOR DE LA ZONA AZUL

"No es loable seguir multando; otras urbes han suspendido la XER"

Ana y Elena - Farmacéuticas

"Piden termómetros, pero ya se agotaron la semana pasada"