Sin tiempo casi de renovar sus estanterías, los supermercados y tiendas de alimentación se vieron ayer desbordados por la afluencia de vigueses durante la primera jornada de un cierre comercial decretado por la Xunta que a ellos, a igual que a farmacias o gasolineras, no les afecta. Y a pesar de que los proveedores insisten en que no hay riesgo de desabastecimiento, los grandes y pequeños establecimientos registraron colas desde primera hora de la mañana, no siempre guardando la distancia de seguridad y, en algunos momentos, obligando a limitar el aforo. Los repartidores de mercancía no daban abasto para reponer los productos más buscados -carne fresca o charcutería y, sobre todo, papel higiénico- y algunos súper ya no admitían pedidos a domicilio o lo hacían sin garantizar el día de entrega y solo presencialmente.

"Esto no lo había visto nunca. A las 8 de la mañana ya había gente esperando a que abriese el mercado y a las 11 o incluso antes lo habíamos agotado todo. Vendimos más que en los días fuertes de Navidad. Venían con mucho nerviosismo", comentaba Ana García, propietaria de la pescadería que lleva su nombre desde hace más de 20 años en el Mercado de O Progreso.

"Lo de hoy [por ayer] y el viernes nos pilló a todos de sorpresa. Aunque les digas a los clientes que el martes volveremos a tener carne fresca te responden que por si acaso. Es la psicosis. Y los repartidores no dan para más. El del pollo, que siempre viene a las 7.30 horas, llegó a las 12 y con solo dos cajas", comentaba Ricardo Pérez, ante su puesto de carnicería en O Progreso totalmente vacío.

"Lo del viernes fue una locura y hoy hemos tenido más gente que un sábado normal. Hice un pedido como si fuese para un lunes. Teníamos clientes esperando en la puerta 15 minutos antes de abrir. No nos lo esperábamos y, además de los clientes de siempre, también observé mucha gente nueva. En vez de un kilo de naranjas se llevan tres", explicaba Begoña, que regenta una céntrica frutería junto con su hijo. "La gente mayor es la más preocupada, yo les digo que nos llamen si necesitan algo y se lo acercamos para que no salgan de casa. Hay que ser solidarios", destacaba.

Curiosamente y, a pesar de las circunstancias, todavía tiene que recordar a más de un cliente que use guantes para manejar la fruta. Una medida de prevención que las trabajadoras de la Panadería Hernán Cortés comenzaron a implantar ayer junto con las correspondientes mascarillas para garantizar la mayor seguridad a sus clientes.

También en los supermercados, se toman medidas higiénicas de este tipo, además de recordar continuamente mediante carteles y megafonía que los clientes deben guardar la distancia de seguridad. El uso de tarjetas para el pago se incrementa en algunos establecimientos, pero la gente sigue echando mano del dinero en efectivo y ayer una encargada de un súper cruzaba la calle a última hora de la mañana para pedir cambio en otro de la competencia.

Las restricciones impuestas por la Xunta desde la madrugada de ayer también generaron dudas y algunas peluquerías abrieron durante la mañana. En una de la zona de Castrelos, varias clientas tuvieron que salir apresuradamente ante la amenaza de multa de la Policía Local.

El presidente de la Federación de Comercio de Vigo, Víctor Fernández, hacía ayer un llamamiento a la tranquilidad y a la espera de conocer las decisiones del Consejo de Ministros, pedía ayudas económicas para el sector: "Son quince días de cierre, tendrá que haber medidas como aplazamientos de pagos a Hacienda o moratorias de créditos".