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A la caza de la especie invasora

Una tesis de la UVigo analiza cómo los suelos de matorrales o insectos como los caracoles frenan el avance de plantas foráneas

Uña de gato. // FdV

La globalización, la fragmentación del hábitat y el fenómeno ya presente el cambio climático están favoreciendo la migración y colonización de muchas especies exóticas que inducen cambios en las comunidades autóctonas provocando la desaparición u opacidad de la biodiversidad nativa. Y es que sus impactos en las zonas que invaden llegan a no permitir la supervivencia de muchas de las plantas nativas.

Para tratar de poner freno a un avance "sin precedentes" en el ecosistema gallego, y más particularmente en los montes y zonas costeras de las provincias de Pontevedra y Ourense, el investigador de la UVigo, Jonatan Rodríguez realizó una tesis en la que incide en la evolución de estas plantas exóticas y en los mecanismos naturales para erradicar su proliferación.

Este trabajo se fragmenta en dos puntos, por un lado la afectación de estas especies invasoras en suelos alterados; es decir, si tienen una mayor implantación y crecimiento en terrenos que fueron perturbados por incendios o movimientos de tierra en lugar de otros suelos que no sufrieron ninguna adulteración.

"En un principio estudiamos su tasa de crecimiento en el campo, y observamos que era elevada en aquellos sitios donde no había perturbación por incendios o movimientos de tierra, pero a pesar de estas situaciones pueden crecer en zonas que no han sido alteradas. Esta era nuestra primera hipótesis. Estudiamos qué condiciones del suelo o interacciones con otras plantas nativas le podían afectar al crecimiento y en este caso, no vimos afectación, crecen de forma indiscriminada encontrándose el suelo alterado o no", concluye el investigador.

Ya que la afectación del suelo no supone un handicap para la proliferación de algunas de las invasoras consideradas como "las más problemáticas" en el mundo -mimosa, acacia negra y acacia longifolia, las tres estudiadas en esta tesis-, el análisis pasó en la naturaleza del suelo. Aquí los resultados sí fueron más dispares. Y es que las zonas de matorral no ayudan al avance ni germinación de estas plantas en detrimento de los pinales que sí ayudan a este crecimiento.

"Vimos es que en zonas de pinales crecían más rápido que en zonas de matorrales. Los matorrales actúan como barrera del crecimiento de la mimosa para que no pudiera seguir avanzando. Los pinales pueden ser un sistema más vulnerable para la expansión", recalca el Rodríguez.

Las zonas donde se llevaron a cabo este trabajo de campo se extendieron a lo largo del sur de la comunidad gallega, desde el Monte Aloia en Pontevedra, pasando por Ribadavia, Ribadelouro, también la zona costera de las Islas Cíes hasta Beade. Precisamente en este último realizaron un muestreo de cómo afectaban concretamente los árboles de la mimosa a la modificación del suelo y no es precisamente su acción lo que lo altera, sino la sombra que produce. "Al propio suelo como tal no le afectaba, pero sí la sombra, porque tiene un dosel bastante tupido y eso afecta a que la especie nativa pueda germinar y salir adelante", explica.

Zonas dunares

Zonas dunaresSi bien las comunidades de montes y explotaciones del sector agrícola o forestal son los que padecen directamente las consecuencias de estas invasoras que colonizan cada trozo de tierra arraigándose hasta desplazar a todas las plantas autóctonas de la zona, la franja litoral también sufre estas secuelas.

Por ejemplo, las zonas dunares son dañadas habitualmente por la uña de gato. "Es bastante problemática porque produce tapices bastantes densos, mucho espacio en el suelo y las especies nativas no son capaces de combatir contra ella y se forman alfombras monotapices de ellas", describe el biólogo.

También las acacias longifolias causan graves perturbaciones en los ecosistemas dunares. "Como crecen muy rápido, la materia orgánica que producen alcanzan un porte y como es un ciclo natural, sus hojas también se van cayendo y desintegrando, lo que favorece que con el paso de los años se acumule en el suelo y cambie su composición, que el ph sea más ácido y especies que hasta el momento podían estar en ese suelo, al verse alterado, no subsistan ahí".

¿Cómo combatirlas? Sobre esta cuestión giraba la segunda parte del estudio, en la que gana protagonismo un tipo de insecto o caracol como remedio. ". Lo que observamos que hay herbívoros que sí se comen estas plantas, pero que el daño que producen no es suficiente para controlarlas. Este es uno de los mecanismos, el control biológico natural. Luego otros controles ya serían más mecánicos como cortar, desbrozar... pero son contraproducentes porque al tener alta capacidad de rebrote, una vez que la cortas sale de nuevo en pocos meses o puede crecer mucho más o con más vigor", concluye.

Plantas invasoras

  • Mimosa: se regeneran fácilmente tras una tala o un incendio. Tiene un gran capacidad de invasión.
  • Uña de gato:se desarrolla en zonas de dunas y costeras. Produce tapices bastante densos.
  • Acacia negra:se localiza en zonas forestales. Las comunidades de montes son las que más la padecen.
  • Acacia longifolia:crecen muy rápido y sus semillas se dispersan fácilmente por la acción del viento.

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