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En el laboratorio con 95 años

Mauro Mangas, exprofesor de Física y Matemáticas del colegio Maristas, sigue acudiendo todos los días a clase para explicar a los alumnos cómo funciona la electricidad o se mide la velocidad del sonido

Mauro Mangas, con una jaula de Faraday en su laboratorio del colegio Maristas

Rondando ya el siglo de vida, el profesor del colegio Maristas El Pilar Mauro Mangas acude a diario a su laboratorio de Física, que él mismo creó, para realizar prácticas con los alumnos pese a llevar más de una década jubilado. “Mi suerte es que sigo disfrutando de esto”, confiesa. Todo gracias a una salud de hierro. Hasta no hace mucho recibía a escolares que estudiaron con él para resolverles dudas o, simplemente, pasar un buen rato entre experimentos. Marcó a varias generaciones de vigueses, que eligieron carreras de ciencias gracias a la inspiración de este carismático docente.

Hay profesores a los que les cuesta dejar de ejercer. Tienen una vocación tan fuerte y aman tanto la enseñanza y el día a día con los alumnos que son reacios a dar el paso de jubilarse y apartarse de la actividad educativa. Pero quizás el caso más extremo es el de Mauro Mangas. Pese a que formalmente es un exdocente de Física y Matemáticas –se jubiló nada menos que a los ochenta años–, a sus ya 95 primaveras continúa trabajando a diario en el laboratorio de Física, que él mismo montó hace varias décadas, en el colegio vigués Maristas El Pilar. Prácticamente todos los días recibe a alumnos de distintos cursos en el laboratorio. Pese a que están acompañados por su profesor actual, suele ser siempre Mauro quien les explica el funcionamiento de las decenas de aparatos del aula. Continúa, por tanto, impartiendo prácticas de Física. Pero no solo eso.

"Hago el mantenimiento de todas las cosas para que no se estropeen. Las arreglo, las cuido... Este laboratorio es una gran distracción para mí. Mi suerte es que tengo 95 años y sigo disfrutando de esto"

Mauro Mangas - Profesor de Física y Matemáticas

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“Hago el mantenimiento de todas las cosas para que no se estropeen. Las arreglo, las cuido… Este laboratorio es una gran distracción para mí. Mi suerte es que tengo 95 años y sigo disfrutando de esto”, explica este físico nacido en Mieres (Asturias) pero que lleva viviendo en Vigo desde que se trasladó a trabajar en el Maristas, allá por los años setenta.

Si no tuviera una salud de hierro, obviamente, esto no sería posible. Pero la tiene. Tal y como explica, su único achaque de salud en su casi siglo de vida fue en su juventud, cuando sufrió la fiebre tifoidea. Desde entonces, ningún problema. Camina perfectamente (no utiliza bastón) y se vale por sí mismo en su día a día. FARO tuvo la suerte de compartir un día con Mauro Mangas en su laboratorio y pudo comprobar de primera mano cómo este apasionado profesor aún disfruta explicando todos y cada uno de los aparatos científicos. Por ejemplo, un generador de Van de Graaff que estudia los efectos de la electricidad. O el conocido como carrete de Ruhmkorff, una bobina de inducción que permite comprobar cómo la corriente pasa de un punto a otro en función del gas que haya en el interior del tubo. Una jaula de Faraday y la rueda de Maxwell son otros de los mecanismos científicos que Mauro Mangas explica a diario a los alumnos.

Este exprofesor tiene claro que los docentes actuales tienen cierta reticencia a los laboratorios. Asegura que en muchos casos son los propios estudiantes los que piden bajar a realizar experimentos y comprender de primera mano nociones de física. “Hay profesores que dicen que estar en el laboratorio es perder el tiempo._Pero es imprescindible combinar teoría y práctica. Además, a los alumnos les encanta venir, todo lo que sea salir del aula les gusta”, avala Mauro.

Su relación con sus estudiantes, además, siempre ha sido muy estrecha. Y_es que este veterano docente ha servido de inspiración para muchos vigueses. Como para Ignacio_Armesto, profesor en la Escola de Enxeñería Industrial de la UVigo y alma de las JAI. “Fue un profesor muy brillante, metódico y organizado. Recuerdo cómo podía dibujar a mano un círculo más perfecto que el que se hace con un compás. Nos inspiró a muchos.El laboratorio que tiene es espectacular, para él es su hijo”, afirma.

Antonio Casal

"Lo que contaba, lo vivía...gracias a él veíamos la física en sí misma"

Antonio Casal - Director Territorial de Ence en Galicia

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Mauro Mangas también dio clase al director territorial de Ence en Galicia, Antonio Casal, que lo recuerda como “uno de los mejores profesores que he tenido nunca”. “Lo que contaba, lo vivía. Gracias a él veíamos la física en sí misma”, recuerda. Pero la relación de Mauro con sus alumnos iba mucho más allá. Estaba al frente del club de montañismo del colegio Maristas y, prácticamente todos los fines de semana, organizaba excursiones con sus estudiantes. “Hacíamos marchas, acampadas… íbamos a todas las montañas de la zona, como al Galiñeiro. También hacíamos viajes especiales de varias semanas en invierno y en verano”, rememora Antonio Casal, que participaba en esas excursiones. Mauro Mangas, además, recuerda a prácticamente la mayoría de sus estudiantes durante los años que ejerció en el colegio Maristas.

Nacho Armesto

"Se merece un homenaje...recuerdo cómo dibujaba a mano una circunferencia mejor que un compás"

Nacho Armesto - Profesor de Ingeniería - UVigo

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Y hasta no hace mucho, Mauro recibía en su laboratorio los sábados a alumnos, tanto actuales como antiguos, interesados en aprender cómo medir la fuerza de la gravedad o la velocidad del sonido. El veterano profesor los atendía con su mejor sonrisa. Unas prácticas de fin de semana voluntarias que los jóvenes no olvidarían.

Por todo ello, consideran sus exalumnos, “se merece un homenaje”, defiende Nacho Armesto. “Algunos me dicen que recuerdan con cariño los trabajos y la tarea que hacíamos, otros que no eran tan buenos estudiantes quizá no tanto. La verdad es que nunca tuve problemas con los chicos y el hecho de salir con ellos a la montaña e ir de excursión con ellos como si yo fuese uno más nos unía. Estar 15 días acampados en Picos de Europa o Pirineos generaba una gran convivencia”, recuerda con nostalgia Mauro Mangas.

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