Suele recordar Alberto Núñez Feijóo que la caja de la Xunta todavía no ha recuperado el caudal que tenía cuando la administraba el bipartito PSdeG-BNG (2005-2009) pero que no por ello sus gobiernos de los últimos 11 años se han quedado de brazos cruzados, viendo cómo la crisis se cebaba con las cabezas tractoras de la economía. Ayer tocó hacer ese balance en Vigo. Presente en la ciudad que se antoja clave para el reparto de poder el 5-A por segunda vez en la precampaña, el presidente autonómico y candidato del PPdeG lució una hoja de servicios en la que defendió, por un lado, un trabajo no siempre visible a favor de la automoción, el naval, la pesca o la aplicación de la ley Vigo; y por otro, un buen puñado de proyectos (el Álvaro Cunqueiro, el Xeral, la Plisan, la depuradora del Lagares...) que se diseñaron con mirada larga, para dejar atrás un Vigo que en la crisis "metía miedo" , un posible nuevo Detroit, y que sirvieron para cimentar la urbe "de los próximos 50 años". "Preservamos el Vigo económico que hace posible lo demás", proclamó en la Estación Marítima.

En esa rendición de cuentas ante miembros del partido y de la sociedad civil viguesa, Feijóo incluyó varias cargas contra Abel Caballero, aunque sin mencionarlo. En un momento, equiparó las siempre tirantes relaciones entre San Caetano y Praza do Rei con el procés. "Mientras haya enemigo hay algo que defender. ¿Cuál es el enemigo de los catalanes? El resto de España. ¿Y de la corporación de Vigo? Galicia y la Xunta", subrayó el dirigente popular, después de reseñar que con ninguno de los anteriores alcaldes había tenido iguales problemas. Caballero sería la "excepción".

La comparación entre los modos de la Xunta y el Ayuntamiento olívico hilaron varios trances de la intervención de Feijóo, que volvió a agitar la bandera de la política "útil", la que lidera proyectos "estructurales" y relega los que "aparecen y desaparecen" en semanas. "A Vigo lo cambian las cosas que quedan para siempre, no los detalles, que están bien, pero una cosa es la decoración y otra es la casa", dijo. En ese aspecto mencionó los 100 millones invertidos en el naval vigués después del terremoto que supuso el tax-lease, o los 186 inyectados en la automoción para lograr que PSA-Vigo siguiera siendo referencia del grupo. "Comprendo que ninguno de los millones se ve, pero imaginen que los hubiésemos convertido en aceras o ajardinamientos, seríamos la ciudad con más jardines del mundo, pero también la de más paro", apostilló, en otro recado a Caballero. Esta semana volverá a París a reunirse con el presidente de PSA, Carlos Tavares.

Sobre la ampliación del Ifevi, otro de los puntos de choque con el Concello, Feijóo prometió arrancar las obras en "cuanto tengamos el suelo" y lamentó que la falta de PXOM obligue, como en este caso, a esperar por 22 informes sectoriales del Estado, que dilatan el proceso. También instó al Ayuntamiento a que "nos dejen" desarrollar el proyecto del "Vigo Crea" dando luz verde al Consorcio Casco Vello para la cesión de los locales y confirmó el interés por construir un IES en Navia, como con el Ifevi, "en cuanto el Concello nos ceda los terrenos".

En sanidad, caballo de batalla de la oposición, Feijóo se mostró confiado en que las 80.000 personas que se manifestaron contra el Cunqueiro "se hayan enterado de que este hospital es público" y celebró la construcción de tres ambulatorios y la modernización del Meixoeiro. El Xeral tuvo su hueco en el balance, con 40 millones de euros de inversión, al igual que la ETEA, los problemas con el transporte metropolitano o la Plisan, con más de 350.000 m² de suelo comercializados. ¿Y el reto vigués si gana las elecciones? Feijóo lo anticipó ayer: retomar el centro de FP.