Un crimen que deberá dirimirse en segunda instancia. La defensa del condenado por el crimen de la joven ingeniera Ana Enjamio, su expareja y compañero de trabajo en una empresa de Porriño, César Adrio Otero acaba de presentar su recurso de apelación al fallo de la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede Vigo, que le imponía una pena de 30 años de prisión por el asesinato de la joven a puñaladas en su portal de la Avenida de Madrid en diciembre de 2016.
Según ha podido saber este periódico, la argumentación que centra este recurso presentado ante el TSXG no dista de los razonamientos ofrecidos por el entonces acusado en el juicio celebrado el pasado mes de diciembre en Vigo. De partida, Adrio niega su participación en los hechos insistiendo en el concepto de "duda razonable". Dicho de otra manera; continúa defendiendo su inocencia ante el crimen. A mayores, centra varios apartados del recurso a exponer las pretensiones y nulidades ya solicitados durante la instrucción de la causa, y que ya entonces fueron rechazadas.
Su versión -Adrio aseguró en la vista oral que él y Ana seguían manteniendo una relación clandestina, que bailaron e incluso la tomó en brazos durante la fiesta de la cena, que mantuvieron relaciones sexuales en el turismo donde se hallaron restos de sangre, que calzaba unos mocasines negros el día de la cena y que la chaqueta que portaba aquella jornada se la robaron- no fue creíble ni para los miembros del Tribunal del Jurado, que lo declararon culpable de asesinato por unanimidad, ni por el presidente de la Sala, que tildó sus afirmaciones y explicaciones como "absurdas" e "inconsistentes" .
Por parte de la representación letrada de la familia de la joven natural de Boqueixón confirmaron también su intención de impugnar este recurso de la defensa de César Adrio, al que mostraron su total oposición.
El asesinato de Ana María Enjamio sacudió por completo a la sociedad viguesa. La joven murió de más de una treintena de puñaladas en el portal de su domicilio cuando regresaba de la cena de navidad de su trabajo. Tenía 25 años. Ambos se conocieron en 2015, cuando la víctima entró en la empresa donde ya trabajaba Adrio. Su relación sentimental se prolongó hasta julio de 2016. César inició entonces "una conducta obsesiva de seguimiento" abordándola en la calle o en el portal de su casa, robándole su teléfono y colocándole en su tarjeta una aplicación "que permitía el seguimiento de la misma", según los hechos probados de la sentencia, ahora recurrida.
