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Cerco a las agresiones contra el mobiliario público

El Concello limpiará Churruca y redoblará la vigilancia contra los actos vandálicos

"Estos grafitis no son un arte, son una agresión a la ciudad y los vamos a perseguir", avanza el alcalde - Limpiar cada metro cuadrado cuesta 32 euros: en 2019, se "mancharon" 2.700 -El programa de murales redujo los casos

Las pintadas invaden el entorno de Churruca, en ocasiones emborronando al completo los bajos. // A. Villar

La escena de la Plaza de Portugal y su entorno como territorio comanche de los actos vandálicos tiene los días contados. Al menos así se conjura el Concello, que activará varias medidas para que lo que ayer divulgó FARO -una zona infestada de pintadas y en evidente deterioro, pese a su reciente modernización- se quede definitivamente atrás, como exigen vecinos, comerciantes o los padres que frecuentan en el parque infantil de la explanada. En primer lugar, el gobierno local, en principio a través de la concesionaria del servicio de limpieza, borrará las huellas y las firmas de los vándalos para tratar de restaurar la imagen del perímetro de Churruca, una de las zonas de reconocida movida nocturna, donde está previsto el cierre de un "after" por carecer de licencia. Pero también, el ejecutivo municipal redoblará en coordinación con la Policía Local el dispositivo de vigilancia en la zona, con un mayor número de agentes desplegados.

"Estas pintadas no son un arte, son una agresión a la ciudad. Las vamos a perseguir porque son una agresión contra Vigo", proclama Abel Caballero, en una opinión que sintoniza, paradójicamente, con algunos de los "graffiteros" que plasman sus obras sin apenas coqueteos con la clandestinidad. De hecho, muchos de ellos participan ya el programa de medianeras y murales impulsado por el gobierno local, y que cuenta ya con una "colección" de 133 obras. "El Stret Art dignifica", razona Caballero, "las pintadas degradan la ciudad. No las vamos a consentir. Se sancionará a los que hagan vandalismo".

De hecho, según uno de los últimos informes de FCC -la adjudicataria del servicio de limpieza-, "desde que se empezaron a pintar los murales descendió el número de grafitis". Los números así lo acreditan. En 2015 se actuó sobre 203 pintadas, en 2016 sobre 160, en 2017 pasaron a ser 123, y hasta agosto de 2018 (último dato disponible), eran 65, por un total de 303 metros cuadrados "emborronados". En 2019 fueron 2.700. Por un coste de limpieza estimado de 32 euros cada uno, la factura se dispararía a 86.400 euros. Las zonas más afectadas son, al margen de Plaza Portugal, Montero Ríos, Teófilo Llorente, Berbés, Cánovas del Castillo, Elduayen, Bouzas o Calvario. Para su desaparición, la concesionaria emplea en ocasiones protectores anti-grafiti para disolverlos fácilmente con agua.

El vandalismo es, en efecto, un problema que ataca a las arcas públicas, más allá de las pintadas. En el 2018 se dedicaron más de 323.000 euros a la reposición de contenedores de residuos y papeleras en la ciudad. En total, la factura de estas fechorías supera el medio millón de euros.

Unos casos que apenas llegan a la vía judicial y que acaban en multa

Los casos de vandalismo llegan de forma muy excepcional a la vía judicial. No son nada habituales en los juzgados de Instrucción de Vigo, que en los últimos años, relatan en estas salas, tuvieron asuntos muy contados de esta materia. Varios de pintadas en trenes de Renfe, uno por desperfectos en un recinto deportivo, otros por rotura de adornos navideños o el de los destrozos en 2016 en la exposición "Vigo Sonríe" de la calle Príncipe, que acabó con un joven condenado a pagar 3.360 euros.

Este tipo de hechos se encuadran en el delito de daños del artículo 243 del Código Penal, grave o leve en función del valor del desperfecto causado. La condena es de multa, pero se contempla prisión si afecta a bienes "de dominio o uso público o comunal". Salvo que se sorprenda al vándalo in fraganti, es complicado dar con los autores. La Policía Nacional afirma que reciben escasas denuncias por estos hechos. Aquellos atestados "sin autor conocido" ya no van al juzgado. Solo se envían si se identifica al gamberro.

Artistas urbanos critican a los vándalos de Churruca: "Creen que la calle es suya"

Las pintadas y grafitis en Churruca, una de las zonas con más actividad de la ciudad, se cuentan por docenas: portales, mobiliario urbano, persianas de negocios y prácticamente cualquier pared. Incluso las escaleras mecánicas, instaladas por el Concello para relanzar el barrio, han sido víctima de los vándalos. La línea que separa el gamberrismo del arte suele bastante fina, pero en esta ocasión los propios artistas urbanos lo tienen claro. "Yo soy pintor y hago muralismo. Pero hay gente que se cree que la calle es suya, que pueden poner impunemente sus firmas en prácticamente cualquier lugar", lamenta Marcos Míguez Puhinger, uno de los creadores del mural de la calle Roupeiro, junto a Rosalía de Castro.

El de Marcos Míguez es el sentir general de los artistas urbanos de Vigo ante lo que está sucediendo en el entorno de la Plaza de Portugal. Consideran que se trata "de una cuestión de civismo" y que los grafitis son una expresión artística aceptable siempre que se plasmen en lugares abandonados, inmuebles enladrillados o paredes ocultas. El problema, apuntan, es que los vándalos dejan literalmente su firma incluso en edificios particulares y joyas patrimoniales. "He visto pintadas incluso en fuentes. Eso no se puede tolerar ¿Qué necesidad hay? Seguro que hay espacios suficientes para los grafitis. El problema es que esto ya no solo sucede en Vigo, es muy habitual en las grandes ciudades", lamenta Marcos Míguez.

Esta visión también la comparten en otros sectores de la sociedad viguesa. "No es lo mismo arte urbano que vandalismo. El vandalismo no es arte, no tiene sentido, no tiene belleza alguna, es una forma de violencia sin una comunicación social o artística expresada directamente. Hoy asistimos a un asedio de marranería y vandalismo que destruye la imagen pública de nuestro entorno. Hay grafitis vandálicos que lo único que hacen es destrozar el área urbana, haciendo más desagradable la ciudad. El vandalismo mina la propiedad pública, causa contaminación visual y algunos son usados por pandillas para marcar el territorio con símbolos plasmados en edificios, monumentos o mobiliario urbano", explicaba Carlos Núñez, miembro del Instituto de Estudios Vigueses, en un artículo de opinión en FARO.

Todo esto, como no podía ser de otra forma, repercute fundamentalmente en los propios vecinos y residentes que, en el caso de Churruca, se agrava además con los problemas de ruido que sufren los fines de semana a causa de la movida nocturna.

El artista Alberto Ash Santos, creador del mural del parque Camilo José Cela, en Torrecedeira, considera que Churruca "es proclive" a que se produzcan expresiones de este tipo y apunta que "los grafitis siempre van a existir". No obstante, defiende que el Concello debería facilitar espacios para que los artistas urbanos puedan expresarse. Considera que al programa municipal de medianeras, por ejemplo, solo pueden acceder "unos pocos privilegiados" , por lo que se defiende que se el Ayuntamiento debería impulsar más iniciativas para grafiteros y muralistas.

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