Los casos de vandalismo llegan de forma muy excepcional a la vía judicial. No son nada habituales en los juzgados de Instrucción de Vigo, que en los últimos años, relatan en estas salas, tuvieron asuntos muy contados de esta materia. Varios de pintadas en trenes de Renfe, uno por desperfectos en un recinto deportivo, otros por rotura de adornos navideños o el de los destrozos en 2016 en la exposición "Vigo Sonríe" de la calle Príncipe, que acabó con un joven condenado a pagar 3.360 euros.

Este tipo de hechos se encuadran en el delito de daños del artículo 243 del Código Penal, grave o leve en función del valor del desperfecto causado. La condena es de multa, pero se contempla prisión si afecta a bienes "de dominio o uso público o comunal". Salvo que se sorprenda al vándalo in fraganti, es complicado dar con los autores. La Policía Nacional afirma que reciben escasas denuncias por estos hechos. Aquellos atestados "sin autor conocido" ya no van al juzgado. Solo se envían si se identifica al gamberro.