Nuestro padre, Enrique Fernández Monzonís, al que todos llamaban "Kiko", se ha ido para siempre sin previo aviso y con un gran dolor en nuestros corazones. Amante de las Cíes, sus hijas junto a sus primos representamos a la tercera generación que ahora mismo rige el restaurante de la isla. Generación tras generación, de padres a hijos, fueron trasmitiendo el amor por la isla de los dioses que hoy lloran la pérdida del primogénito del matrimonio pionero en la explotación turística de Cíes.

Se ha ido un hombre lleno de virtudes pero su generosidad innata lo convirtió en un padre excepcional. En la cabeza nos ronda una pregunta continua que nos invade a cada minuto ,una pregunta de la cual jamás obtendremos una respuesta satisfactoria: ¿Pero por qué?

Sin apenas darnos cuenta, la vida nos ha dado un giro de 360 grados, imposible de asimilar y aceptar. La magnitud de la enrevesada tela de araña que cubrió su cuerpo, nos lo arrebató en un abrir y cerrar de ojos, desgarradoramente como antaño hizo con su padre, igual... Porque la vida nos trata bien y al segundo te sacude como si fueras un saco de pelea.

Rondando los años 60 nuestros abuelos Emilio y Elvira, amantes de las islas Cíes, viajaban cada verano allí, disfrutaban de sus playas, de esta naturaleza en estado puro, del contraste de los acantilados rompiendo las olas con esa tranquilidad del "lago dos nenos" que otorga una magia indescriptible que ellos supieron captar. Poco a poco la isla fue teniendo más visitantes y aunque no era su idea ni se lo habían planteado, casi por casualidad fue como surgió la idea de nuestros abuelos. Viendo que la gente demandaba un trago y algo con qué llenar la panza, decidieron comprar con gran esfuerzo una casita medio destruida y a pesar de que requería mucho trabajo se pusieron manos a la obra llegando a lo que hoy en día es.

Nada será lo mismo sin ti, cada día, cada verano, cada lugar donde miremos, nos va a recordar que ya no estás.

Desearíamos despertar de un mal sueño y que todo fuera como hace apenas dos meses, celebrando la Navidad con su mujer, con sus hijas y sus nietos que lo adoraban, ya que francamente era un hombre excepcional, de los que apenas quedan...

Te llevas un trozo de nuestro corazón con tu marcha, Papá. No hay consuelo, solo la esperanza de que te reencuentres con tus padres a los que tanto amabas y que tan privilegio nos dejaron...

Ojalá te sientas tan orgulloso como nosotras de ti.

*Sus hijas